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Multinacionales
El electrizante salto de Antonio Miguel Carmona a Iberdrola
Se confirma la buena nueva. Otro alumbramiento en la Sublime Puerta giratoria: Antonio Miguel Carmona, mediático socialista de renombre y fluido verbo televisivo pasa a ser vicepresidente de Iberdrola España. Ha sido una metamorfosis tan natural y limpia que, de seguro, habrá resultado indolora; no padezcamos entonces por el caballero, ese que según la Wikipedia es, a la vez, múltiples cosas: “profesor de economía y político español, dirigente del PSOE y emprendedor”.
Da digno paso a un lado, entonces, el político de raza, el hombre de principios, el faro del socialismo madrileño en aquellas elecciones municipales del tiempo donde todo parecía posible (¡qué lejos queda aquella década apenas pasada!), para dejar respirar al emprendedor, al arrojado hombre de negocios capaz de saltar, aquí y ahora, nada menos que a un buque insignia del sector de la energía, ese que ―es bien sabido― apenas rinde beneficio, no genera polémica, no está sujeto a debate moral alguno, no está en manos de oligopolios ni nos roba. Un templo de las bondades administradas, con delicadeza, por la tersa mano invisible del Mercado; la casa de la virtud y la decencia, paraíso final y retiro de antiguos compadres de esta Transición tan larga.
Como sabemos que en el socialismo español las cuestiones de conciencia importan, la tendrá por eso tranquila, Don Antonio Miguel, en su nuevo periplo, en su esforzado y socialdemocrático peregrinar (en el fondo es vocación de servicio, nos dirán) entre pantanos que se llenan y vacían a la velocidad del rayo, entre fotovoltaicas, eólicas, centrales nucleares obsoletas que nunca ven llegado su tiempo del último suspiro.
Multinacionales
Puertas giratorias Eléctricas: el retiro dorado de la política
Este ilustre que tan bien, que tanto, que tantísimo, que de tantas cosas habla, no perderá la ocasión, esperamos, de explicarnos con su habitual elocuencia ―que todas las disciplinas alcanza― el jeroglífico de la factura de la luz, el enigma de la subasta eléctrica, el arcano del sistema de fijación de precios de la energía. Si era capaz, en su calidad de tertuliano (¿político tertuliano?, tertuliano político?) de pasar en cinco segundos de sesudas meditaciones sobre las elecciones en Irán a defender la auténtica esencia de la tortilla de patata, tenemos la certeza de que no tendrá pereza dialéctica ninguna en articular el discurso adecuado que nos pula el áspero rostro de Iberdrola, su próximo patrón, y desmenuzarnos las bondades de esas decisiones, tan suyas, que nos hacen los fines de mes cada vez más inquietantemente caros.
En la periferia que habito, en esta Extremadura donde el Partido Socialista es el Estado, el Régimen, el sol que discrecionalmente alumbra empleos y economías, negocios fabulosos y empresas de las naturalezas más inciertas, rompeolas de todo tipo de espíritus trepadores, afanado cuidador del huerto de los que de verdad mandan, seguro que la noticia de la mudanza habrá sido recibida con escasa inquietud en la dirección del Partido: pasan a tener un compadre de toda la vida, uno di noi, en la corte de Iberdrola, esa compañía que tanto ordena en la región, esa que a veces parece que hasta gobierne. Todo queda en casa.
Ni pena, ni sorpresa, ni rabia provocan ya estas cosas, como no la provocan la lluvia o la niebla, como no la provocan todos esos sucedidos tan zafiamente previsibles en un partido acostumbrado a ser, ya, inagotable reservorio de saltimbanquis, natural columna vertebral de todos los órdenes establecidos y poderes
En cualquier caso, para los espíritus desconfiados, calma, que siempre hay un consuelo: dicen las agencias que asépticamente informan del asunto que el interfecto no desempeñaba en este momento ningún cargo dentro del PSOE. Y lo dicen como exculpación, como si la naturaleza innata de estos que se reclaman sucesores del socialismo histórico, en la actual fase de rapiña y acumulación, de atraco descarado sobre las vidas y economías de aquello que un día llamaron las clases subalternas, tuviera como destino manifiesto la ocupación de un trono, el que sea, desde el que dirigir las masas a su penúltimo desfiladero o desde el que llenar su bolsillo, ese que con obscena reincidencia aparece siempre perfectamente alineado en el lado derecho de las múltiples chaquetas que almacenan en sus armarios.
El poder y sus inmensas capacidades de cooptación, la política entendida desde el espectáculo y la representación, el vacío propositivo de una clase dirigente autodesignada para eternizarse en todos los espacios de decisión, la legitimación de la ambición como actor en el ejercicio de lo público, quedan para el debate de unas pocas, de unos pocos. En las mayorías, posiblemente ni pena, ni sorpresa, ni rabia provocan ya estas cosas, como no la provocan la lluvia o la niebla, como no la provocan todos esos sucedidos tan zafiamente previsibles en un partido acostumbrado a ser, ya, inagotable reservorio de saltimbanquis, natural columna vertebral de todos los órdenes establecidos y poderes, ejemplo de todas las renuncias, metáfora de todas las ventas y de todas las compras.
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Buen artículo, muy descriptivo de la cara de hormigón armado de este sujeto y del partido que lo ampara bajo esas siglas mentirosas.