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Memoria histórica
Desconocidos e imprescindibles. Seguimos tras la pista de los falsificadores
Saludos gente que lee. Aquí estamos con la segunda parte dedicada a la falsificación y su relación con el mundo anarquista. Ampliaremos un poco más el periodo temporal, pues empezaremos antes de la guerra civil, y lo estiraremos hasta los años 70. Viaje largo pero intenso. Por otro lado, os voy anticipando que antes de que termine el mes, espero meter otra entrada, esta centrada en el primer libro de Ni cautivos ni desarmadas, que va a ser editado por Piedra Papel Libros. Por ahora está en imprenta, y si todo va bien, verá la luz a principios de junio. Espero dar noticias pronto.
Esta segunda parte dedicada a los falsificadores la vamos a llevar un poco más allá en el tiempo. Nos vamos a retrasar unos cuantos años y el primero del que tenemos noticia es Mariano Conde. De él, García Oliver comentaba que era el falsificador más famoso que recuerda la picaresca española. Entre sus logros, estando en 1905 en la cárcel de Ceuta, el general Bernal, gobernador de la plaza, dudó de sus habilidades. Dos meses después el general se quedaba atónito ante la noticia de que la fuerza que guarnecía un polvorín lo hubiera abandonado por orden suya. Indagando sobre el tema, le llegó la orden con su firma falsificada, así como los sellos y demás papeles pertinentes. A Conde, lo incluimos en el artículo por su colaboración con CNT contra Bravo Portillo. Gracias a que Ángel Pestaña consiguió una nota manuscrita del infame represor, el falsificador pudo ir reproduciendo documentos escritos y firmados por el comisario de policía, en los que se afirmaba que espiaba para Alemania. Estos documentos fueron publicados en Solidaridad Obrera y provocaron gran escándalo y el estupor de Portillo, pues reconocía su letra y firma, pero él no era su autor. Conde se dedicaba además a la falsificación de moneda y cheques. Murió en prisión en 1928 a la edad de 80 años.
Ahora nos desplazamos hasta el mediodía francés, más concretamente a Carcassone. Dicha ciudad era el lugar donde estaba asentado el Grupo de Trabajadores Extranjeros Nº 422 y donde también montó su laboratorio fotográfico clandestino, el famoso reportero gráfico Agustín Centelles. Junto a él, su ayudante, el también fotógrafo Pujol, el comandante de artillería Enrique Oubiña del citado GTE, quien había fabricado una imprentilla, o José Luis Fernández entre otros. Este grupo colaboraba con todos los republicanos españoles en riesgo, fuera cual fuera su filiación política. Se dedicaron a la falsificación de documentos para los clandestinos del GTE, para la cercana escuela guerrillera de Roullens (una de las dos que había en Francia durante la ocupación germana y de la que el propio González era uno de sus instructores) o para las redes de evasión, especialmente con la red Ponzán, por medio de Manuel Huet. Se fabricaron certificados de identidad franceses y alemanes, salvoconductos alemanes, órdenes de traslado de personal entre GTEs, de GTEs a trabajos determinados, ordenes de traslado de campos de concentración a diversas cárceles, salvoconductos para circular por Francia o diversos documentos de los consulados franquistas en el país galo. Este laboratorio se montó durante el invierno del 42/43 y estuvo en funcionamiento hasta los primeros meses de 1944, pues entre enero y mayo de ese año, la Gestapo y la policía francesa realizaron tres redadas por la zona, desarticulando varios de los grupos clandestinos, entre ellos detuvieron a Oubiña, quien acabo en el campo de concentración de Dachau. Por fortuna, todos los materiales que se guardaban en la Rue Voltaire Nº 44, como documentación virgen, sellos falsos, salvoconductos franceses y alemanes en blanco, la multicopista o el laboratorio fotográfico pudieron ser evacuados sin novedad.
Por su parte, el PCE también contó con su equipo de falsificación, el denominado “equipo técnico”, dirigido por el pintor madrileño Domingo Malagón, estando integrados en lo que fue el aparato de pasos del partido comunista. Damos la palabra al propio Malagón: ... Ante mi se abría un mundo completamente desconocido. Empecé por hacer pruebas y más pruebas a pincel, imitando las letras de imprenta. Era un trabajo de chinos, pero con muchísima constancia fui adquiriendo una cierta soltura y mejorando los parecidos. Los primeros encargos que me llegaron eran de salvoconductos españoles, es decir, los documentos que permitían la movilidad interna dentro de España. Pronto, ante el buen resultado que estaban dando estos, Celada me planteó la necesidad de aumentar la producción. Así pues, el siguiente paso consistiría en la elaboración de tampones que nos permitieran iniciar una “fabricación en serie”. El asunto, de esta manera, adquiría un grado más de complicación; a la falta de conocimientos específicos sobre la materia en que me estaba adiestrando, se añadía la escasez de recursos materiales propios de un continente en guerra. ¿Cómo construir un sello de goma, si incluso los zapatos que utilizábamos llevaban los tacones de madera? Tampoco el cuero era algo sencillo de encontrar, tuve que valérmelas a partir de caucho recuperado, un sucedáneo muy utilizado en la industria automovilística para la fabricación de ruedas, esterillas, etc. Por supuesto, el papel era un bien muy escaso, todo lo que había disponible en el mercado era excesivamente basto e irregular. Recurría al mercado de libros viejos, donde en muchas ocasiones y ante la falta de presupuesto, me veía obligado a arrancar las hojas en blanco, amarillentas en realidad, debido al paso del tiempo. Me recuerdo a mi mismo como un hámster, guardando todo tipo de materiales que caían en mi mano; me recuerdo haciendo mil y una probaturas para el manipulado del papel aprendiendo teñidos y tintados, me recuerdo buscando libros técnicos que me fueran abriendo puertas en los amplios dominios de las artes gráficas. Así, mal que bien, pude ir trabajando hasta que, con el final de la contienda bélica, los mercados se fueron normalizando. De igual forma hubo que ingeniárselas a la hora de encontrar los instrumentos adecuados para cada labor; no fue sencillo, por ejemplo, hallar con qué trabajar el caucho. De entrada probé con unas plumillas cortantes de punta muy fina, de las que se utilizaban para aplicar vacunas a los niños, pero no me sirvieron por resultar demasiado gruesas. Después de muchas pruebas, por fin ideé servirme de unas hojas de afeitar, que cortadas al bies ofrecían un filo finísimo, y éstas, más una lupa, unas pinzas y unos plumines, fueron al principio todo mi material...
Sus principales colaboradores fueron los vascos Jesús Beguiristain, quien se incorporó al equipo durante los años 40 y era un virtuoso de los pinceles, José Víctor Larreta, incorporado en el 47 y encargado del proceso de fotografía e impresión de los documentos y Ramón Santamaría, integrado al equipo en 1958, encargado del fotograbado, quien sustituyó a Antonio Pérez Garrido, que tuvo que dejar su puesto por las reacciones que le provocaban en el cuerpo los productos químicos usados.
También en el país vecino y durante la misma época nos encontramos al posiblemente más grande y no tan conocido falsificador de la militancia anarquista. No hablamos de otro que de Laureano Cerrada, el ferroviario de Miedes de Atienza. Su primer encuentro con el mundo de la falsificación fue posiblemente con los servicios secretos ingleses durante los primeros tiempos de la segunda guerra mundial en el sur de Francia. Instruyeron en dicho arte no solo a Laureano, también el grupo Ponzán gozó de dichos maestros e incluso el guerrillero libertario Miguel García García fue otro de sus alumnos. Sus comienzos pues, datan en los tiempos de la ocupación alemana. Su cuartel, la región parisina, y entre sus colaborador@s la artista y grabadora Madelaine Lamberet, o Mai piquerai, que trabajaba como correctora en la imprenta Alkan. A partir de ahí, empezaron su intensa labor de falsificar documentos tanto para la población judía, como para todos aquellos que necesitaban esquivar el servicio de trabajo obligatorio. Para 1944 Cerrada ya disponía de su propia imprenta y el siguiente paso fueron las cartillas de racionamiento. Las planchas de moneda española llegaron el año 1945, conseguidas por un grupo de partisanos anarquistas italianos, quienes las entregaron a la CNT, y dio la casualidad que fue el comité regional de París, con Cerrada al frente quien las recogió. La falsificación de la peseta venía en bandeja y a ello se puso el grupo con intención de desbaratar en lo posible la economía española y financiar las luchas que hiciesen falta. Con el dinero falsificado se compraron camiones y se creó una empresa de transportes con la que ir inundando la península de billetes, esta operación estaba al mando de su inseparable Luis Robla. A parte, pequeños grupos de dos o tres personas empezaron a moverse y cambiar los billetes, daba igual que fuera en Barcelona o Málaga. Con el paso de los años se fueron ampliando las monedas falsificadas, o la lotería, mientras se seguía con las documentaciones falsas. Pero ahí no quedó todo, el “negocio” se amplió a contratos de trabajo, títulos de propiedad e incluso testamentos (solo como anécdota, recordar las falsas entradas de la plaza de toros de Nimes, de la que triplicó el aforo, con los disturbios que esta acción provocó, observados por el propio Cerrada desde un hotel cercano).
El grupo Cerrada, apoyó a la guerrilla libertaria con documentaciones y moneda falsa, también lo hizo con Defensa Interior y con los GARI. Entre sus actividades, también destaca la de preparar y financiar dos atentados contra Franco. Cerrada fue detenido en varias ocasiones en Francia relacionado con el asunto de la falsificación. En mayo del 49, descubrieron una imprenta clandestina con 40.000 billetes falsos de lotería, además de un arsenal, en 1950 fue expulsado de CNT. En 1951 nueva detención por falsificar moneda alemana, además del trágico atraco de Lyon realizado por uno de sus grupos, que provocó inmensas redadas policiales y la caída de la imprenta de Normandía, junto a varios de sus negocios “legales” y el avión con el que habían intentado bombardear a Franco. Detenido con parte de su equipo a principios del 55 por falsificación de billetes de 25 y 500 pesetas. Nueva detención en 1957, le pillan un revolver y 10 millones en pesetas falsas. La última detención se remonta a 1970 y esta vez son documentaciones falsas las que lo llevan a prisión. Entre los colaboradores de su equipo de falsificación, encontramos por ejemplo al dibujante Guillembert, a Pedro Moñino o al anteriormente citado Antonio Verardini. Cerrada fue asesinado en 1976 por el infiltrado Ramón Benichó, o por la menos, esta es la tesis que más fuerza tiene.
El malagueño Cipriano Damiano “Yayo”, destacó porqué durante varios años consiguió trabajar bajo una identidad falsa, en la comisión técnica de fortificación de la costa sur. Desde su cargo burocrático en dicha comisión fue dispensando tanto papeles o avales falsos, así como incluso coches oficiales para ciertos viajes que no necesitaban de contratiempos, tanto para compañeros de la clandestina CNT como para integrantes de la guerrilla andaluza. Entre ellos los 15 guerrilleros andaluces que intentaron acabar con el caudillo en su residencia de El Pardo. A finales de los años 40, cuando estaba destinado en la comandancia militar de obras en Cádiz fue descubierto, aunque consiguió huir hasta Barcelona, siendo posteriormente detenido en junio de 1953 y condenado a 15 años de reclusión.
De Juan José Caba Pedrazo hay que decir, que se le conoce sobre todo por sus reiteradas fugas de diversas prisiones franquistas. Pero está incluido en este artículo porqué en 1947, cuando se fugaba por tercera vez, esta de la prisión de San Miguel de los Reyes, lo hizo junto a dos compañeros falsificando las órdenes judiciales de libertad. Las órdenes llegaron de forma regular a la prisión levantina ante el asombro de las propias autoridades penitenciarias. La libertad le duró poco y en mayo del 48 lo encontramos en la fuga de la cárcel de Ocaña junto a otros 11 militantes libertarios. En junio de 1952, gracias a otra orden falsa, se evadirá por última vez pasando a la seguridad del exilio.
El caso de Lucio Urtubia es peculiar. Si preguntas en ambientes libertarios por el nombre de algún falsificador, posiblemente su nombre sea el primero en ser pronunciado. Pero si preguntas a viejos militantes del exilio, la versión que te dan no es la misma que la que cuentan los libros o documentales que hablan sobre él. Como no es cuestión de este artículo el desentrañar el verdadero papel de Lucio, tanto en la resistencia, como en la clandestinidad libertaria, citaremos simplemente que se especializó primero en la falsificación de dólares norteamericanos, que trató de conseguir la colaboración del gobierno de Cuba para inundar los Estados Unidos con ellos, y así tratar de desestabilizar en lo posible su economía.
Posteriormente, como la falsificación de moneda estaba más penada que la de los cheques de viaje, se dedicó a fabricar cheques del First National City Bank, que distribuyeron profusamente tanto por Europa como en USA, un amplio grupo de personas trabajando por parejas. Tras ser detenido por la policía francesa y cumplir 6 meses de cárcel, acabó vendiendo los pliegos de papel y las planchas de los citados cheques al propio City Bank, a cambio de una desconocida suma de dinero. También se dedicaron Lucio y su red a la realización de documentos falsos para ayudar a los diversos movimientos revolucionarios que funcionaban durante los 70 y 80 por el mundo.
Del asturiano Ramón Álvarez Palomo sabemos que colaboró intensamente con Defensa Interior en el apartado de la falsificación, que fue detenido en octubre de 1961 y que le fueron incautados un buen número de pasaportes falsos utilizados para el cruce de fronteras, fue liberado un mes más tarde y su caso se sobreseyó al año siguiente.
Fuentes: La oposición política al franquismo. De 1939 a 1952 (Hartmut Heine), Los atentados contra Franco (Eliseo bayo), Laureano Cerrada, el empresario anarquista (Cesar Galiano), CNT: 1939-1952 (Abel Paz), Adolfo kaminsky, una vida de falsificador (Sarah Kaminsky), La red de evasión del grupo Ponzán (Antonio Téllez), El eco de los pasos (Juan García Oliver), Ramón Álvarez Palomo: una biografía militante (Reyes casado), archivo de Stuart Christie, Diario El Sol 14-10-1928, Los senderos de la libertad (Pons i Prades), Republicanos españoles en la 2ª guerra mundial (Pons i Prades), El exilio invisible. Los falsificadores del PCE (Mikel Rodríguez), La resistencia libertaria (Cipriano Damiano), Café Combat (Mutis, aún inédito), Autobiografía de un falsificador (Mariano Asenjo y Victoria Ramos), Viva el maquis (Amadeo Barceló), Lucio: el anarquista irreductible (Bernard Thomas), memorialdelsbarris.blogspot.com.es/2011/06/camp-de-concentracio-dhorta memoria.html y http://losdelasierra.info/ .