We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Andalucía
El papel del soberanismo andaluz en la construcción de un proceso constituyente republicano
“Lo que ocurre es que cuando la izquierda acepta el papel de actuar como poder, y en unas circunstancias como las presentes, pacta con los poderes fácticos -cualquiera que éstos sean- y se convierte en una fuerza estabilizadora. Son las miserias y servidumbres del poder que obligan a los que en él se instalan, paradójicamente, a perder muchas cotas de aquella libertad que, cuando estaban en la oposición, abiertamente poseían”.
Jose Aumente
La encuesta realizada por el instituto demoscópico 40dB arroja que existe una mayoría monárquica en Andalucía ( no es ninguna sorpresa viendo los resultados electorales), pero señala datos muy interesantes para plantear una hoja de ruta para las izquierdas andaluzas que no han aceptado el papel de gestoras del régimen del 78. Y, aquí va el primer apunte recogiendo la idea de Aumente: la izquierda que pacta con los poderes fácticos no es una fuerza que pueda o quiera impugnar lo existente, sino que se convierte en una fuerza estabilizadora.
Ese papel de izquierda con “responsabilidad de Estado” es el papel que está jugando Unidas Podemos. Esta fuerza no puede ni quiere ser una fuerza de ruptura del régimen del 78 desde que, instalándose en el gobierno, ha decidido ser una fuerza de estabilización de dicho régimen pactando con el PSOE y entrando en minoría a un cogobierno con el mismo. De hecho, la participación de sus ministros en el 12 de octubre, los aplausos al monarca al inicio del curso político, permitir que su socio de gobierno pactara con el rey emérito su fuga a los Emiratos Árabes o ayudar como gobierno a escapar y recibir al terrorista de ultraderecha Lepopoldo López dan muestra de querer adaptarse a la situación y convivir con estas contradicciones, mostrándose como una izquierda con “responsabilidad de Estado”. Esta posición marca de lleno la cuestión sobre la jefatura del Estado y sobre la apuesta por un proceso constituyente. No se puede seguir una línea política de“responsabilidad” y, a la misma vez, hacer un trabajo de oposición al jefe del Estado y al modelo constitucional del que eres Gobierno.
En la encuesta se señala que el referéndum a nivel estatal se ganaría, pero gracias a los territorios de Cataluña, País Vasco y Navarra. Parece obvio que podemos decir, traduciendo los datos, que el referéndum se ganaría gracias a las izquierdas soberanistas de Cataluña y el País vasco. Y la pregunta es: ¿Cómo han conseguido estas izquierdas este nivel de conciencia republicana?
Confrontando con el régimen del 78, confrontando su modelo de república vasca o catalana frente al modelo vigente de la monarquía española. En el caso catalán, esta confrontación democrática tiene unas fechas claves en el referéndum del 1 de octubre y la huelga política del 3 de Octubre. En ese mismo día el rey Felipe VI sale en televisión enviando un mensaje claro y amenazador a las millones de personas que habían participado en dicho referéndum y a sus dirigentes políticos, clarificando para mucha gente de a pie en Cataluña el papel de la corona que muchas veces hemos defendido los movimientos sociales, y que es, básicamente, de garante del régimen del 78, heredado del dictador, y la defensa de la unidad de España. En este proceso de confrontación, miles de personas se politizan y se construye la hegemonía republicana que, a día de hoy, se muestra en Cataluña; pero, es gracias a ese proceso de impugnación del sistema y el proceso político que construyó el movimiento soberanista en torno al derecho a decidir.
Cruzando el charco tenemos el ejemplo histórico de Bolivia, que construye su acumulado político en las movilizaciones de los movimientos sociales, en las llamadas “guerra del agua” en el 2000 y “guerra del gas” en 2003. Las principales demandas de la guerra del gas fueron la no exportación del gas natural hasta que existiera una política para abastecer el mercado interno y, la segunda, una Asamblea Constituyente; es decir, crear un nuevo pacto social hacia un nuevo Estado. Estas dos movilizaciones construyeron la posibilidad política de la llegada del MAS al poder recogiendo el acumulado político de las dos confrontaciones y construyendo un proceso constituyente que dará una nueva constitución plurinacional a Bolivia en la década ganada. Más recientemente, tenemos el caso de Chile, que tras más de un año de movilización y protestas masivas contra la Constitución, han conseguido tumbar la construida por Pinochet y se adentran en un proceso constituyente para elaborar una nueva.
ANDALUCÍA Y LA REPÚBLICA
Si hemos visto que en el Estado se ganaría el referéndum gracias a Euskal Herria y Cataluña, en Andalucía la encuesta nos da que la monarquía le saca 11,6 puntos de ventaja a la república. ¿Cómo tras 40 años del Partido Socialista Obrero Español en solitario o en coalición con Izquierda Unida o el Partido Andalucista se dan estos resultados?
Si hablábamos anteriormente de la confrontación de la izquierda soberanista en País Vasco y Cataluña, en el caso de Andalucía podemos hablar de todo lo contrario. Como dice Isidoro Moreno, el papel del PSOE metiendo cloroformo a cualquier cambio andaluz desde la Transición hasta la actualidad ha llevado a la creación de un caldo de cultivo que ha llevado al Trifachito de Colón a gobernar Andalucía. El PSOE andaluz es la más clara muestra de la construcción de un discurso y prácticas monárquicas desde el disfraz de la “izquierda”, desde su líder histórico Felipe González, que ha defendido en múltiples intervenciones lo que sería el doble discurso de los socialistas: proclamarse republicanos y, a la misma vez, defender la monarquía por el servicio prestado a la democracia, que se sintetizas en esta frase: “Yo le diré como republicano, mi racionalidad era esa, que la Monarquía española ha prestado un gran servicio, y presta un gran servicio a la democracia”. Posteriormente, esa defensa de la monarquía ha sido expresada por los diferentes líderes del PSOE durante los años de la Junta, siendo la última presidenta Susana Díaz la máxima expresión de la defensa del régimen del 78 en múltiples ocasiones. Especialmente, cuando con motivo del referéndum de Cataluña fue la primera líder socialista en salir a demandar el 155.
Junto al papel del PSOE, hay que destacar la izquierda que fue muleta de dicho régimen socialista en momentos puntuales donde el régimen del PSOE estaba cerca de perder el poder, el Partido Andalucista en 1996 y el de Izquierda Unida en 2012. Como sabemos, en el caso del primero acabó desapareciendo y en el de Izquierda Unida las posteriores elecciones le dieron los peores resultados de su historia con cinco diputados. Podemos afirmar que la política de pactos con el PSOE ha supuesto el suicidio político de quien lo ha realizado, además de convertirse en un fin en sí mismo de las fuerzas políticas que lo realizan y de los movimientos y sindicatos que se alinean con esta estrategia, desapareciendo cualquier horizonte de trasformación en dicha izquierda y convirtiéndose en simples gestores de la miseria cotidiana.
Sin horizonte político las luchas se agotan
El republicanismo andaluz debe ser un carril central de la política andaluza, donde el andalucismo político debe jugar un papel dinamizador. Sobre todo, si sabemos definir el republicanismo andaluz no como no-monarquía, sino con valores republicanos como derechos, servicios públicos, derecho a gobernarnos o democracia participativa, y teniendo capacidad de relacionarse con otros republicanismos (español, vasco, catalán) sin renuncias pero con capacidad de construir puentes en pro de un Estado plurinacional.
Una de las fortalezas que tuvo Podemos durante un tiempo fue la capacidad de darle un nuevo horizonte a ese proceso de fondo que se había abierto desde los movimientos sociales, desde procesos como las marchas de la dignidad y los procesos soberanistas como el catalán, de plantear desde una organización política un proceso constituyente que planteaba ganando elecciones cambiar el modelo institucional, al ejemplo de lo ocurrido en Venezuela o Bolivia. Ese proceso y esa apuesta política se cerró con la institucionalización de Unidas Podemos y el pacto con el PSOE. Pero sigue existiendo en la sociedad, y más con los casos de corrupción de la monarquía y la fuga del rey emérito, un malestar en la sociedad con la monarquía, especialmente, entre la gente joven que no ha vivido el relato del régimen de que la monarquía salvó la democracia en el 23F.
Construir y liderar esta nueva ola republicana debe ser fundamental para el soberanismo andaluz, sobre todo, porque permitirá liderar la oposición a este régimen en crisis estructural, tanto a nivel territorial como a un rey representante de este régimen cada vez mas tocado. Además, la defensa de los valores republicanos enlaza y une la cultura política del andalucismo y la izquierda de forma transversal. La erosión de la institución central del régimen del 78 se debe centrar en dos ejes: la fractura generacional, la encuesta de los medios muestra que la mayoría de jóvenes queremos un referéndum para decidir, y la fractura territorial, el rey es el garante de la “unidad nacional”. El rechazo a dicha figura representa una crisis territorial obvia en algunos territorios como Euskal Herria y Cataluña, y pone la cuestión nacional-territorial en el centro del debate político. Y, en ese debate generacional y territorial, Andalucía debe tener voz propia y construir una propuesta política desde el andalucismo político que plantee que no hay solución a la crisis de régimen que no pase por Andalucía ya que somos el territorio más poblado del Estado y con más peso electoral; y, además, esa solución pasa por construir un proceso constituyente donde se recoja que somos una nación con los mismos derechos políticos y económicos que otras naciones del Estado, pasa por defender que son los pueblos del Estado español quienes tienen que decidir la soberanía que quieren ejercer. Es decir, somos los andaluces y andaluzas quienes tenemos que decidir cuánto poder político queremos para Andalucía, defender que es necesario que los referéndum que decidan el futuro modelo del Estado se han de realizar desde la voluntad política de los pueblos que configuran el actual Estado español. No hay Estado federal o confederal que valga que no salga de la voluntad expresa de cada uno de los pueblos del Estado
Decir que la o las repúblicas son cuestión de tiempo es absurdo, es necesaria una estrategia política que construya ese proceso constituyente, y ese debate no solo se puede plantear, como hemos dicho, desde la posición de rey sí o no, sino sobre el modelo territorial que queremos partiendo de las diferentes naciones del Estado. Hay tarea republicana que hacer y una posibilidad real de que consiga su objetivo. ¿Cuándo? Depende del cómo se aborde ese que hacer para que el empuje republicano gane democráticamente la partida a una monarquía en franca decadencia.