Política
Así corrigió Feijóo su postura con Israel: de ser “enemigos extremistas” a legitimar el sionismo

Un tropiezo político del líder del PP en su etapa como presidente de la Xunta desencadenó una crisis diplomática con el Estado israelí que acabó por cerrarse con acuerdos comerciales y la oferta de “ventajas fiscales”.
Alberto Núñez Feijóo en Israel
Visita a la fábrica de Mobileye en Jerusalem de Alberto Núñez Feijóo cuando era presidente de la Xunta de Galicia, en 2018. Foto de la Xunta

En el Parlamento de Galicia rara vez hay consensos transversales. Ni si quiera cuando se trata de una moción para que su lengua vehicular gane derechos o para crear una comisión de investigación que analice las responsabilidades del fatal accidente ferroviario del Alvia en Santiago de Compostela. En ambas ocasiones, el Partido Popular votó en contra y, en la segunda, también se negó a apoyarla el PSdeG. En cambio, sí hubo un acuerdo casi idéntico que se repitió en 2013 y en 2014, cuando Alberto Núñez Feijóo echaba a andar su segunda legislatura como presidente de la Xunta. Se trató de una declaración institucional en la que todas las diputadas y diputados gallegos avalaban el “derecho al retorno” del pueblo palestino a las tierras ocupadas de las que fueron expulsados tras la masacre que siguió a la creación del Estado de Israel en 1948, tras la Nakba.

Ocupación israelí
Directo Decenas de miles de personas se manifiestan en todo el Estado contra el genocidio palestino
Euskadi, Galiza y Catalunya llenan sus plazas de manifestantes contra la ocupación israelí pocas horas después de que Netanyahu haya ordenado la mayor incursión por tierra de las últimas semanas.

La posición del Partido Popular, entonces, se enmarcó, con brocha gorda, en la senda del antisemitismo que había abanderado Manuel Fraga Iribarne y la dictadura franquista de la que fue ministro y embajador que, aunque puso de su parte para el reconocimiento del Estado de Israel, su Gobierno gallego también financió el polémico libro Mentira histórica desvelada (Ejearte, 1994), que negaba el Holocausto. El caso es que aquel manifiesto del Parlamento de Galicia era escueto. Nada agresivo con el Estado sionista y apenas venía a ratificar lo que las Naciones Unidas llevaban décadas diciendo, así que no sorprendió a nadie. A nadie excepto al entonces embajador de Israel en España, Alon Bar, que asumió aquel texto como un casus belli y decidió colocar a Galicia entre sus “enemigos extremistas”. La conocida destreza de Feijóo para navegar siempre que puede en la equidistancia había fallado. No solo eso. Había desencadenado una crisis institucional que ni él vio venir ni mucho menos pretendía. Pero ocurrió. Y de esto hace apenas diez años. Entonces, silencio mediático.

La legitimación del sionismo disfrazada de “viaje comercial”

Lo que pasó después entre ambos gobiernos hasta volver a normalizar sus relaciones en el marco del eje otanista escapó a la opinión pública. Y lo que no, trascendió con un perfil muy bajo, como la visita de una comitiva de la embajada israelí en 2016 al Parlamento. Todo hasta que, a comienzos de 2018, el ahora líder del Partido Popular anunció a bombo y platillo la creación de una delegación público-privada que viajaría a Tel Aviv para “mostrar Galicia como un lugar para innovar y de abrir nuevas oportunidades” y, sobre todo, para “ofrecer ventajas fiscales”. Representantes de veinte empresas y centros tecnológicos, el ahora vicepresidente gallego Francisco Conde y el propio Núñez Feijóo marcharon entonces en un viaje pagado con dinero público hacia el Estado de Israel. Llegaron a finales de enero y Feijóo y sus terminales mediáticas se empeñaron en transmitir, diariamente, las potenciales sinergias entre ambas industrias y, en cada ocasión que se le presentaba frente a un micrófono, deshacerse en halagos hacia el régimen sionista: “Paradigma del saber” fue el epíteto más ornamentado que utilizó.  

En sus años como presidente de la Xunta, Feijóo se jactó de multiplicar por cuatro las exportaciones gallegas hacia Israel

El entonces presidente de la Xunta y su séquito comercial visitaron universidades, ferias empresariales, instituciones y, no de manera casual, el Yad Vashem, la organización constituida para preservar la memoria de los millones de judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial que se encuentra en la Jerusalén ocupada. De hecho, la imagen que el gabinete de Núñez Feijóo se preocupó por emitir al final de su “viaje comercial” fue la suya en la Sala de los Nombres del Museo de la Historia del Holocausto. Rodeado de más de medio millar de fotos de víctimas pretendía poner fin a su ruta y, en cierto sentido, cerrar simbólicamente la crisis diplomática que había abierto.

Resulta complejo acceder a los pormenores de las relaciones surgidas de aquel viaje por lo opaco de los vínculos empresariales privados entre Galicia e Israel. Tampoco la Xunta ha tenido a bien responder a las preguntas de esta redacción al respecto. Ni si se sellaron acuerdos o convenios ni en qué se sintetizó la inversión pública de aquel viaje y el omnipresente Plan Innova 2020 que lo abanderó. Pero los datos que ofrece el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo son cristalinos. Galicia pasó de sumar 45,3 millones de euros en exportaciones a Israel en 2010, primer ejercicio fiscal completo en el que Feijóo fue presidente, a 173,7 millones en 2022. Es decir, en su mandato, casi se cuadriplicaron las exportaciones con el Estado sionista. Principalmente, a través del sector automovilístico, que hoy supone el 71,3% de las exportaciones gallegas hacia el enclave de Oriente Medio.

El Partido Popular sostuvo entonces y lo mantiene ahora que Israel “es el único país democrático de su entorno”

En cuanto fue anunciado aquel viaje, las críticas de la oposición gallega de En Marea, PSdeG y BNG tuvieron entonces el mismo denominador común: exigir al Partido Popular que con ese viaje no legitimase la política genocida de Israel contra el pueblo palestino. El PP gallego tenía la misma postura que mantiene hoy Génova: que el Estado sionista “es el único democrático de su entorno”, aunque en aquel momento reconocía que sus relaciones diplomáticas tenían cierto margen de “mejora”. El actual presidente gallego y entonces vicepresidente, Alfonso Rueda, fue el encargado de esgrimir las hostilidades contra las críticas de la oposición sugiriendo una falta de cultura de las diputadas y diputados gallegos sin carnet del PP: “A algunos, y esto es una recomendación personal, lo que les convenía era viajar un poco más para darse cuenta de que es necesario salir al exterior para promocionar Galicia, lo que tiene Galicia y todas sus oportunidades”, respondió Rueda a las preguntas de los periodistas del digital Praza, uno de los pocos diarios que aportó un enfoque crítico con aquel intento de intensificar las relaciones de Galicia con Israel.

Y tras aquel polémico y criticado plan político de Feijóo, el Partido Popular de Galicia favoreció que el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia fuese medio año más tarde a Israel a solidificar esos potenciales acuerdos. Tuvieron diferentes reuniones entre las que destacó la de Technion (Israel Institute of Technology), uno de los centros de referencia mundial en nuevas tecnologías. Una organización duramente criticada por desdibujar la barrera entre la sociedad civil y la militar, especialmente por sus contribuciones fundamentales al desarrollo de tecnologías militares que, en fin último, acaban siendo utilizadas para promover la ocupación de Palestina. De aquellas reuniones pretendían cerrar acuerdos para acceder a proyectos conjuntos H2020 (Programa Marco de la Unión Europea para la investigación e innovación), pero la Xunta tampoco ha aclarado si esas alianzas públicas se solidificaron.

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