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Turismo
La adjudicación de la séptima terminal de cruceros de Barcelona desata la alarma entre los colectivos sociales
Un millón de cruceristas más al año en la Barcelona de las aglomeraciones y la Catalunya de la sequía estructural. Es la principal consecuencia que tendrá la nueva terminal de puertos de Barcelona —nada menos que la séptima de la ciudad, que estará operativa previsiblemente en 2027— junto a la sexta, cuyo funcionamiento está previsto que arranque en 2025.
El Port de Barcelona ha adjudicado la construcción y explotación de la futura Terminal G de cruceros del Moll Adossat a Catalonia Cruise Terminal G, SL, una joint venture de Royal Caribbean Group y Cruise Terminales International, CTI. La operación, que supone una inversión de 85 millones de euros, busca “impulsar el tráfico de puerto base, siguiendo la estrategia del Port de Barcelona para aumentar este tipo de tráfico”, señalan fuentes del Port.
Un 61,5% de los habitantes de Barcelona cree que la ciudad ha llegado al límite de capacidad en lo relativo a número de turistas, según la encuesta Percepción del turismo en Barcelona 2023
El asociacionismo y el ecologismo local y regional, sin embargo, no ven con buenos ojos la infraestructura. “En plena crisis climática y emergencia por sequía, con la ciudad colapsada por el turismo y con graves problemas de contaminación que afectan a la salud de las personas, el Port de Barcelona acaba de adjudicar la séptima terminal de cruceros”, señalan desde Stop Creures Catalunya (Stop Cruceros), un confederación de colectivos entre los que se encuentra la Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic, Ecologistes en Acció, Zero Port y la Xarxa per la Justícia Climàtica.
Stop Creures denuncia que “la ciudad de Barcelona no puede asumir un total de cinco millones de cruceristas anuales, que contribuirán a empeorar la calidad del aire y la salud de la ciudadanía y consumirán el agua, la energía y otros muchos recursos de la ciudad”. Es por ello que solicitan “por imperativo climático” que se retire la adjudicación.Límite de aglomeración
El pasado febrero, la Oficina Municipal de Datos del Consistorio barcelonés publicaba los resultado de la encuesta Percepción del turismo en Barcelona 2023. A pesar de que un 70% de las personas encuestadas ve el turismo como beneficioso para la ciudad, un 61,5% cree que la capital catalana ha llegado al límite de capacidad en lo relativo a número de turistas.
Barcelona es hoy en día la primera ciudad del Mediterráneo en número de cruceristas
En lo que respecta a los cruceros, la cifra es similar a esta última: un 55,8% se posicionaba a favor de limitar el número de cruceristas en la ciudad, una tendencia que no ha hecho más que aumentar en los últimos años.
Barcelona es hoy en día la primera ciudad del Mediterráneo en número de cruceristas, habiendo registrado su récord de movimientos de este tipo de visitantes en 2023, con 3,5 millones de personas, un 13% más que el anterior récord prepandemia, registrado en 2019, y un 52,9% más en que en 2022, según las cifras del Port de Barcelona. De cumplirse las previsiones, con las nuevas infraestructuras Barcelona podría acercarse a unas cifras de más de 4,5 millones de cruceristas anuales. “Con estas dos terminales podrá llegar a ser una de las tres primeras ciudades con más cruceros a escala mundial”, denuncian desde Stop Creuers.
La plataforma recuerda que Barcelona es la ciudad europea más afectada por la contaminación de este tipo de embarcaciones. Cabe recordar la condena del Tribunal de Justicia de la Unión Europea por haber superado reiteradamente el máximo anual permitido de dióxido de nitrógeno (NO2) en el área metropolitana, una situación en la que los cruceros tienen un peso muy importante.
Turismo
Megacruceros, leviatanes del turismo marino
El número de cruceristas se ha multiplicado por 25 desde 1992 en España, y el plan es que siga creciendo. Barcelona es ya el primer puerto de este tipo de buques en el Mediterráneo. Las impactos sociales y medioambientales de estos barrios flotantes, estandartes de la industria turística global cada vez más grandes, preocupan a un importante sector de la sociedad.
“No nos creemos las mentiras de las empresas de cruceros y del Puerto de Barcelona, que afirman que los cruceros ahora contaminan menos; ésta es una clara estrategia de greenwashing, ya que muchos cruceros todavía utilizan fuelóil pesado, y su sustituto, el gas natural licuado, puede llegar a tener peores efectos en términos de calentamiento global”, señalan los colectivos integrados en la plataforma.
Asimismo, estos consideran que la nueva infraestructura está “destinada únicamente al beneficio de las grandes transnacionales que monopolizan el negocio de los cruceros. Al respecto, añaden: “Pese a que la adjudicación y la creación de esta terminal podía haberse bloqueado a coste cero y sin gasto público, se ha priorizado el beneficio privado de algunas fortunas, por encima de los derechos de la ciudadanía barcelonesa en cuanto a la salud humana, el derecho al medio ambiente sano y la justicia social.