We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
La vida y ya
Poner nombre
Este curso, en una de las asignaturas, hemos decidido salir a hacer la clase una vez a la semana a un entorno natural cercano. Cada alumna y alumno ha buscado su “sitio del bosque” y, como primera actividad en esos días, solo hay que pararse a mirar los cambios que observan de una semana a la siguiente.
Cada cual pone su mirada. Algunas se fijan en cosas pequeñas. Otros en si hay más o menos humedad cuando se sientan. Hay quien lo que anota en su diario tiene que ver con los sonidos que se escuchan. En general ahora son capaces de observar mucho más que unas semanas atrás. Han puesto nombre a su lugar. “El árbol con agujero”, “Mi lugar de calma”, “Marilyn”, “Las dos sombras”, “Cruce de caminos”... Algunos se traen mantas o aislantes para sentarse o tumbarse, otras prefieren hacerlo sobre la tierra.
Hoy, cuando íbamos caminando hasta el lugar en el que se dispersan hacia sus sitios elegidos, recordé algo que pasó hace un tiempo un día como ese, con sol y sin frío.
Dice Robin Wall Kimmerer que, en la tradición indígena, todas las criaturas se reconocen como personas no humanas y que todas ellas tienen sus propios nombres.
Ese día me había quedado un poco rezagada hablando con un alumno y, cuando llegamos donde estaba el grupo, vi que se habían colocado en círculo. Me acerqué con curiosidad y, antes de llegar, una alumna anunció: “Hemos encontrado un sapo muerto”. Y otra dijo: “Vamos a prepararle un entierro”. Todo el grupo, como si fuera una coreografía ensayada, comenzó a moverse recolectando elementos del entorno. Cogieron piedras y hojas de distintas plantas y algunas ramas y las colocaron formando una especie de mandala en cuyo centro estaba el sapo. Me pareció que, a su manera, habían encontrado la forma de mostrar respeto hacia ese sapo.
Dice Robin Wall Kimmerer que, en la tradición indígena, todas las criaturas se reconocen como personas no humanas y que todas ellas tienen sus propios nombres. “Es una señal de respeto llamar a una criatura por su nombre y una falta de respeto ignorarlo. Las palabras y los nombres son la forma en que los humanos construimos las relaciones, no solo entre nosotros, también con las plantas”.
Quizás, a final de curso podamos ver si este año, además de construir relaciones entre las personas de la clase, conseguimos hacerlo con el resto de seres vivos y el entorno que rodea nuestro centro educativo. Quizás podamos ver si estamos un paso más cerca de sentir que formamos parte de una trama de la vida de la que somos, solo, una parte más.