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Violencia machista
El entorno rural dificulta la salida de la violencia de género en pareja al proporcionar menos recursos
Aislamiento, dispersión o una mayor dependencia económica son algunos de los factores que dificultan el reconocimiento y la denuncia de la violencia de género según el estudio “Mujeres víctimas de violencia de género en el mundo rural”.
El estudio “Mujeres víctimas de violencia de género en el mundo rural” realizado por la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) y presentado este viernes 16 de octubre junto a la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género refleja que las mujeres en estos entornos tardan más en reconocer y verbalizar la violencia de genero y, además, la denuncian en menor medida.
El aislamiento, la lejanía, la soledad, la dispersión de recursos, la dependencia económica, son algunos de los factores que juegan en contra de la salida de situaciones de violencia, o que la retrasan, según ha explicado Teresa López López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, Fademur. “A mayor ruralidad, menor denuncia”, ha añadido Marta Torres Herrero, técnica de Fademur aludiendo a datos de la Macroencuesta de Violencia de Género de 2015, que refleja que el 17’01% de las mujeres de municipios de menos de 2.000 habitantes denunció, frente al 29% en municipios de mayor tamaño. La macroencuesta de 2020 muestra que, a mayor tamaño del municipio de residencia, mayor es el porcentaje de mujeres que han verbalizado la violencia sufrida de sus parejas o exparejas, bien mediante denuncia o bien mediante la búsqueda de ayuda formal o informal (66,9 en municipios de hasta 2.000 habitantes, 78,5 en municipios de entre 2.000 y 10.000, y 83,3 en municipios de más de 10.000 habitantes). En ese sentido, Torres explica: “Si una mujer va a un recurso y se encuentra con que quien le atiende es amigo, o conocido, ¿qué hace?”.
De hecho, el estudio muestra cómo el tiempo medio de permanencia con el agresor de las víctimas mayores de 30 años, ha sido de algo más de 20 años. “Debido a la situación de invisibilidad y ocultación de la Violencia de Género en el medio rural, la situación de dependencia económica y/o las coacciones o amenazas del maltratador, lo cierto es que la inmensa mayoría de las mujeres entrevistadas tardó bastante tiempo en solicitar ayuda, o en realidad no lo hizo nunca”.
Victoria Rosell ha recordado que siete millones de mujeres viven en municipios de menos de 20.000 habitantes, lo que justifica la necesidad de hacer estudios que ayuden a definir las políticas públicas que estos territorios necesitan: “Si no queremos una España vaciada, llenémosla de servicios públicos”. El acto, donde se ha presentado el vídeo “En pueblo todo se sabe. O no”, también ha contado con la presencia de la Secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Noelia Vera.
El estudio, que se ha presentado un día después del Día de la Mujer Rural, que tiene lugar el 15 de octubre, se ha realizado en siete Comunidades Autónomas, elegidas por su ruralidad y dispersión como variables más influyentes en la representatividad y utilidad de los datos: Andalucía, Aragón, Castilla y León, Castilla La Mancha, Extremadura, Galicia y La Rioja. Las entrevistas se han realizado en municipios de hasta 20.000 habitantes. En total: 167 encuestas a mujeres, 333 encuestas a profesionales de atención y 23 entrevistas en profundidad a mujeres víctimas y usuarias de diversos servicios de atención a víctimas (servicios sociales, policiales, sanitarios y otros de atención a la mujer).
La mesa ha recordado que la medida 180 del texto refundido del Pacto de Estado en materia de violencia de género —medida 128 del Senado— prevé la realización de un estudio sobre la situación de las mujeres víctimas de violencia de género en el mundo rural, para analizar actuaciones policiales, respuesta penal, asistencia sanitaria, jurídica y asistencial.
VIOLENCIA SIMULTÁNEAS
El estudio indica que, según la percepción de las mujeres encuestadas que viven en el medio rural, la violencia que mayoritariamente se ejerce contra la mujer es la violencia psicológica, seguida de la física, la sexual, la económica y la vicaria (daño realizado a los/as hijos/as para perjudicar a las madres). Todas ellas con porcentajes muy por encima del 50%, datos que nos indican que son violencias que se ejercen al mismo tiempo en la mayoría de las ocasiones de manera simultánea o consecutiva.
Estas violencias además son tipos de maltrato que se dan en el ámbito familiar e íntimo, y por tanto menos visibles, algo que ha supuesto una limitación para las mujeres, tanto a la hora de pedir y recibir apoyo, como de la implicación y/o apoyo de personas cercanas a ella.
Por su parte, las entrevistas a personal de los colectivos profesionales que trabajan en servicios sociales y en servicios especializados de atención a la mujer indican que el 64 % de los profesionales ha atendido a mujeres entre 25 y 50 años de edad, mientras que solo un 3% ha atendido a mujeres menores de 15 años, y un 4,7 % a mujeres mayores de 70 años.
Las y los profesionales valoran como fluida la coordinación entre los diferentes recursos, pero indican que apenas existe con los servicios judiciales, las asociaciones, y las entidades privadas
Los profesionales afirmaron no proporcionar un trato especializado a hijos e hijas de las mujeres que recurren a estos servicios, a pesar de que muy frecuentemente las mujeres a las que atienden los profesionales tienen hijos.
Pese a que valoran bien los servicios que prestan —servicios de atención a la mujer, servicios sociales, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y servicios de salud son los mejor valorados—, señalan deficiencias propias del medio rural, como son la falta de personal especializado, los horarios limitados o la falta de acondicionamiento de los centros.
El 48,91 % de las y los profesionales encuestados/as valora como fluida la coordinación entre los diferentes recursos, pero indican que apenas existe con los servicios judiciales, las asociaciones, y las entidades privadas de atención a las víctimas.
HISTORIAS DE VIDA
El estudio incluye 23 historias de vida, entrevistas en profundidad a mujeres víctimas de violencia de género que han sido o están siendo atendidas en recursos formales e informales de atención y se recogen sus historias de vida. Estas entrevistas muestran que no existe un perfil concreto, aunque se observan ciertos factores de riesgo y situaciones de vulnerabilidad comunes.
Así, se trata de mujeres que viven en general en entornos donde son habituales los modelos patriarcales, las creencias sexistas y discriminatorias de género, tanto en las familias de origen de las víctimas, como del agresor (un 47 % de las mujeres consideran a las familias de sus parejas o exparejas “machistas” y más del 80% de las mujeres entrevistadas hablan de la existencia de machismo generalizado en el mundo rural).
Casi todas las mujeres entrevistadas han permanecido en las relaciones de maltrato durante muchos años, una media de 20 años
Se ha identificado en el curso de las entrevistas la existencia de violencia psicológica (100% de las mujeres), seguida de la física (78,26%) y la económica (56,52%) como las formas más prevalentes. La violencia sexual se ha identificado en un 39,13% de las mujeres víctimas y la ambiental en un 34,78%.
Casi todas las mujeres entrevistadas han permanecido en las relaciones de maltrato durante muchos años, una media de 20 años. Razones como la dependencia económica, el miedo al qué dirán, el miedo a la reacción del maltratador, el férreo control social y familiar, el desconocimiento de los recursos de protección y atención, o la desconfianza hacia la efectividad de los mismos, son algunos de los argumentos que explican la larga permanencia en esta situación de maltrato.
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Un titular tan largo y mal redactado será para producir visitas, ¿no? Lo que tienen que hacer entonces es prohibir el entorno rural. Jajaja. Lo que hay que ver, amigos. Y esto se llama izquierda. No se lo creen ni ellos.