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Artes gráficas
Diana Montero (@precariada): “Me hace mucha gracia hacer gracia con temas que no tienen ninguna gracia”
Diana Montero, más conocida como @precariada en sus redes sociales —especialmente en Instagram— es una víctima más de un contexto sociocultural en el cual casi consiguieron colarnos a una generación entera la gran mentira de que unas profesiones 'valían' más que otras, de que si te esfuerzas lo suficiente conseguirás tus objetivos en la vida —obviando el resto de factores—, de que acumular muchos títulos se traduciría en un buen trabajo —o al menos un contrato indefinido— y de que a los treinta tendríamos la vida hecha, con piso propio y, si así lo deseábamos, familia.
Siguiendo la hoja de ruta que supuestamente conducía al tesoro, Diana Montero estudió derecho y ciencias políticas, pero pronto se dio cuenta de que no era lo suyo y de que había estado más preocupada en seguir las expectativas puestas en ella que en hacer lo que realmente quería. Luego todo fue a mejor: recientemente ha publicado su primera novela gráfica Precariedad (Ediciones Planeta, 2022) y, aunque compagina sus ilustraciones con otro trabajo, reconoce que no le va mal como artista. Su obra grita conciencia de clase y frustraciones en clave de humor y trazo reconocible, y sus viñetas hablan de una generación y de un contexto, pero también de dos luchas: la social y la feminista.
¿Cómo nace @precariada?
Como un ave fénix. Yo estaba en un momento fatal en mi vida, súper jodida, porque no sabía qué hacer con ella. Había cambiado de rumbo profesional y en ese momento no podía ver si había tomado la decisión correcta: tuve una crisis mental, una crisis existencial, una crisis de todo. Y me puse a dibujar, porque esa siempre ha sido la mejor forma que tengo para expresarme. Empecé a hacer este estilo de viñetas, porque yo antes de eso solo pintaba acuarelas y cosas más realistas... Jamás me había deconstruido artísticamente en ese sentido.
Las primeras publicaciones que tienes en Instagram son sobre el tema de las elecciones, en abril del 2019.
Justo fue por ahí cuando salió, pero la dejé parada y la retomé en la pandemia, y ahí empezó el boom porque como tenía un montón de tiempo libre, pues dibujaba mucho más. También influyó la propia pandemia: en general cuanto más drama hay en mi vida, cuando peor estoy, más creativa soy. Cuando te revuelve la vida, más ideas se te ocurren. Y suena manido, pero mis viñetas se me ocurren viviendo. Con lo que me cuentan mis amigas, con lo que veo en la calle, con lo que leo en las noticias... Hay temas de actualidad, pero también hay otros que vivimos en el día a día pero no salen directamente en las noticias: trabajo, amistad, relaciones, salud mental...
En general cuanto más drama hay en mi vida, cuando peor estoy, más creativa soy. Cuando te revuelve la vida, más ideas se te ocurren
Creo que mi viñeta favorita de tu libro es una en la que sale una maestra analizando una frase en la pizarra frente a su alumnado y especificas: “Todo sería más fácil si en el colegio nos enseñaran esto: Si quieres (sujeto: si tienes dinero), puedes (predicado: si no, te jodes)”. ¿Es tu obra el resultado de una gran estafa?
Al menos esa es la idea: mostrar que hemos vivido una gran estafa. Todo el rato. Yo estudié Derecho y Políticas porque me dijeron que no estudiara Artes o acabaría muriendo debajo de un puente. Luego me di cuenta de que era mentira, que aunque estudiase derecho podía estar en paro; con el sistema que tenemos ahora mismo mi formación no me aseguraba nada, porque todos los niños y niñas de mi generación que estamos peleando por conseguir un trabajo ahora nos encontramos que es súper difícil encontrar un hueco. Así que esa era la idea del libro: demostrar que la precariedad afecta en todos los ámbitos y que nos han engañado.
¿En qué momento te diste cuenta de que te habías equivocado de carrera?
Desde el minuto uno. Yo quería estudiar arte, pero mis padres, como muchos otros padres, tenían un montón de prejuicios con este tema y me decían que no lo hiciera porque me iba a comer los mocos. Y como yo era una joven insensata de 18 años que no tenía ni idea de la vida, dije: “Ay, tienen razón mis padres, ¿cómo se me va a ocurrir hacer esto?”. Pero si hubiese sabido lo que pasaba, si me hubieran contado la verdad, hubiera sabido que ellos, y toda la sociedad, estaban volcando en mí sus frustraciones. Y que lo que hay que hacer es seguir tu camino y tu vocación. Pero esto no es un “si quieres, puedes”, ojo; es un “inténtalo y a ver si sale”, porque si sale vas a ser muy feliz.
Estoy súper contenta ahora mismo con lo que hago. Pero es verdad que he tenido suerte, bueno, y que me lo he currado, que no quiero quitarme mérito por el síndrome de la impostora, tan horrible y tan difícil de descartar porque hay mucha gente que es muy buena en el mundillo y a la que no le va bien, porque eso depende de un montón de factores. Y hay veces que hasta te sientes mal por tener una situación “buena” —tampoco es que yo vaya boyante— mientras otras personas con las mismas calificaciones y cualidades que tú no lo consigue, pero es que en verdad lo pienso y no es mi culpa, es el sistema. Nos hacen pelearnos y compararnos cuando el problema no está entre nosotros.
Esa es otra de las viñetas que más me gustan de tu libro: precariada ante tres entes difusos enormes con un pie que reza “si te dedicas a lo que te gusta, vas a estar siempre con tus nuevas tres mejores amigas: ansiedad, autoexigencia y síndrome de la impostora”, ¿cómo se convive como artista con estas tres amiguis?
Me tienen hasta... Un sitio. Porque estoy tomándome una cerveza y no paro de pensar: tengo que pintar, tengo que hacer esto, realizar un envío... No te permites a ti misma relajarte y es una gran mierda, porque resulta que te vas de vacaciones y te sientes mal porque estás de vacaciones y no estás trabajando. Y así todo el rato. Lo estoy trabajando ahora con mi psicóloga, el permitirme 'el momento mimo' como ella lo llama, permitirme parar.
Creo que esto sucede sobre todo en las profesiones creativas, ¿no?
Claro, pero porque también hay mucha “competencia”, por así decirlo. No me gusta llamarlo competencia porque para mí son mis compañeros y compañeras, pero como tienes esa inseguridad al final no puedes evitar compararte, y es algo que no hay que hacer. Pero a mí con el libro me pasaba eso: pensaba constantemente que lo que estaba haciendo era horroroso, metía muchísimos cambios y a día de hoy los seguiría metiendo.
También creo que esto sucede más entre mujeres...
Lo digo en el libro: el síndrome del impostor tendría que llamarse directamente síndrome de la impostora, porque yo a los hombres cishetero blancos les veo con una confianza... como si fueran una compresa con alas de noche. Es que es imposible destruir su ego, o su autoestima, o su confianza en la vida. Es una cosa que yo jamás he visto en una mujer. Me encantaría verlo de verdad, ojalá las próximas generaciones vengan así. Yo por mi parte intento trabajarlo: fake it until yo make it.
El síndrome del impostor tendría que llamarse directamente síndrome de la impostora, porque yo a los hombres cishetero blancos les veo con una confianza... como si fueran una compresa con alas de noche
Hemos abordado tangencialmente el tema de la autoexplotación y la productividad. Además de tu proyecto artístico, tienes otro trabajo de copy creativa... ¿ha llegado ya el momento en el que te planteas dedicarte exclusivamente a @precariada?
Es verdad que trabajo muchas horas, incluso fines de semana, pero ahora mismo puedo compaginar ambas cosas y me da más tranquilidad que @precariada no sea mi trabajo, ya no solo por el tema económico, sino porque me conozco y si todo mi dinero dependiese de @precariada lo vería como un trabajo y a lo mejor le cogería manía... No sé.
Imagino que a esto cabe añadir algo que comentas al inicio de tu novela gráfica: que todavía hay gente que considera las profesiones vinculadas al arte como algo más cercano a un 'hobby' que a un 'trabajo de verdad'.
Sí, a mí por suerte no me ha pasado que me hayan pedido una colaboración gratis, pero sí que hayan pensado que mis tarifas —o cualquier cosa que valga más de 10 euros— son altas porque 'me lleva poco tiempo hacerlo', cuando en realidad me ha requerido años de formación. Pero en general he tenido suerte, y mola mucho que reconozcan tu trabajo pagándolo.
Uf, qué chungo que estemos en el punto de pensar eso: sentirnos afortunadas porque se pague nuestro trabajo.
Total, pero es que en el mundo del arte es dificilísimo. No siempre se valora, y no soy muy optimista con que se empiece a valorar en el corto plazo. Pero creo que si la gente viera el proceso que hay detrás y lo que cuesta lo valoraría más. Y no me refiero solo a la técnica: hay viñetas mías que me cuesta mucho publicar porque son muy personales, pero sé que van a ayudar a la gente y por eso las publico. Yo a veces leo comentarios y me pongo a llorar porque pienso: me he roto yo, pero a otra persona la he cosido. Y hay temas que los toco cuando lo he superado y puedo hacer humor sobre ellos, pero con otros la herida todavía está abierta y duele. Creo que mi forma de superar las cosas es dibujándolas.
Hay temas que los toco cuando lo he superado y puedo hacer humor sobre ellos, pero con otros la herida todavía está abierta y duele. Creo que mi forma de superar las cosas es dibujándolas
De hecho, tus viñetas contienen mensajes bastante 'crudos' y muy de actualidad en un tono satírico, y me da la sensación de que el hecho de sentirnos tan identificadas es porque hay una especie de pesimismo generalizado, de actitud de derrota... ¿no?
Bueno, a mí es que me gusta el 'rollo hater', el humor ácido, tengo alguna viñeta positiva pero no es lo normal —de hecho yo pegué el salto a nivel visibilidad con una viñeta hecha en pandemia que básicamente decía que íbamos a salir mejores de esta y, spoiler, no pasó—. Pero no sé si es tanto que vivimos en un pesimismo generalizado como lo que comentábamos de que nos estamos dando cuenta de que nos han engañado y nuestro futuro es súper incierto: por ejemplo, el sistema de pensiones; yo no cuento con tener una... Hay veces que es imposible no ser pesimista, yo me lo tomo con humor, me tomo unas cervezas y hago unos dibujitos y me intento reír, pero... El problema en realidad es que muchas cosas no dependen de nosotros, y por mucho que hagamos, por mucho que luchemos y revindiquemos, el sistema político nos tiene que escuchar y no suele hacerlo. Entonces la gente pierde la fe en ese cambio, y si se pierde esa fe, se pierde todo lo demás.Además, creo que se demoniza el querer manifestarse para que no lo hagas, porque saben que se consiguen cosas. Entonces es esta rueda horrible que no acaba.
Hay quien defiende que el feminismo es un movimiento que está retomando esta conciencia colectiva y suponiendo el germen de un cambio. Tus viñetas tienen un claro factor feminista, ¿te dan mucho la lata los señoros?
Son muy pesados [risas], sobre todo cuando toco temas polémicos. Pero ya me tomo lo que me dicen con filosofía, incluso a veces les vacilo, porque hay comentarios que son perlas en sí mismas pero ellos no se dan cuenta de que son perlas.
Siguiendo con el tono de tu obra, te leí decir que te gusta pensar que el humor absurdo es el que más gracia hace a la gente inteligente, y que eso lo convierte en humor inteligente.
Sí, es que a mí me hace mucha gracia el humor absurdo, y es verdad que en realidad para pillar el humor absurdo tienes que ser inteligente, e incluso en el caso de algunos de mis chistes tener una base de humor de este del 'internet profundo' para que te hagan gracia. También hay un corte generacional: de hecho, cuando mi madre leyó mi libro me dijo 'está bien, hay cosas que no he entendido pero bueno, está bien'. Y claro, tiene sentido, porque no es que mi madre sea menos inteligente, ni siquiera que algunos de los aspectos de la vida que se mencionan en las páginas no los haya vivido; es solo que en su generación no se hablaron tanto o no se pusieron sobre la mesa. Por eso a mí la generación zeta me parece una generación valiente, porque la mía lo ha hecho a medias y ellos están tirando del carro en muchos temas. Pero bueno, lo importante sobre lo de mi madre es que me apoya y que es mi fan number one, incluso me propuso ser mi mánager [risas].
A mí me hace mucha gracia el humor absurdo, y es verdad que en realidad para pillar el humor absurdo tienes que ser inteligente
El otro día comentaba con mis compañeros que creo que si algo define la era actual es el empleo insaciable del humor con un único fin: la supervivencia.
Sí, considero que el humor es un instrumento, y además el mejor porque abre muchas puertas. No es lo mismo hablar de los alquileres con un montón de datos que haciéndote una broma sobre ello, creo que invita a querer informarse más sobre eso. Pienso que la gente ahora quiere entretenimiento, no conocimiento, y el mejor mix es unir conocimiento con entretenimiento, que es lo que intento hacer. Además a mí es que me hace mucha gracia hacer gracia con cosas que en realidad no tienen ninguna gracia.
Debo confesarte que es fantástico eso que consigues de no hacernos sentir mal por darle like a tus viñetas aunque lo que estés contando sea súper turbio.
Y quiero pensar que sirve de algo, porque yo por ejemplo no me di cuenta de que había sufrido maltrato psicológico hasta que mi psicóloga me lo dijo. Igual alguien que lo esté sufriendo ve una viñeta en clave de humor y lo reflexiona, creo que hay situaciones en las que necesitas que alguien te vaya soltando pistas.
Dedicas un capítulo entero a los orgasmos femeninos y otro al rechazo hacia el amor romántico. ¿Por qué te pareció importante incluir estos aspectos de forma protagónica?
Porque creo que no se ha escrito mucho sobre eso en novela gráfica, de hecho me apetecía mucho hablar por ejemplo del tema de los gatillazos, por ejemplo, de temas que se consideran dramas cuando son cosas naturales; y reflejar cosas que me hubiera encantado hacer, como preguntarle a mi abuela si había tenido algún orgasmo. Porque antes no se sabía ni dónde estaba el clítoris: el objetivo era tener hijo, lo demás pecado, ¡ya me hubiera jodido nacer en esa época! Y sobre la parte del amor romántico me da mucha rabia que con las mujeres siempre se hable del amor, de que asuman el rol de cuidadoras.
¿Crees que alguien todavía se escandalizaría si hiciera este ejercicio de hojear tu novela gráfica y se encontrara ese tipo de viñetas?
Espero que no, y si lo genera no es mi audiencia. De hecho una amiga me dijo eso con la portada, que si no pensaba que mencionar el patriarcado en primer plano podía generar rechazo, y es que me da igual, el libro está dirigido a un público y además es un filtro súper rápido. Y cuando tengo una idea sobre algún tema que sé que puede ser polémico —vientres de alquiler, violencia machista, política...— no pienso en cómo va a ser acogida. Pienso: esta es mi idea y os la vais a comer. Y si no que me dejen de seguir.
Mi última pregunta es más bien una petición: ¿me puedes desarrollar esa viñeta tuya en la que se ve a una niña jugando y alguien le pregunta qué quiere ser de mayor, a lo que ella responde un escueto “Suficiente”?
Es una de las primeras viñetas que hice, porque es un poco lo que nos han metido en la cabeza, sobre todo a las mujeres: gástate todo este dinero en cremas, en estar guapa y demás, porque si no nunca vas a ser suficiente ni a tener éxito. Y siempre somos suficiente, y en cualquier caso no serlo jamás tendrá que ver con nuestra apariencia física, pero es complicado cuando llevas toda tu vida recibiendo, directa o indirectamente, ese tipo de mensajes. Es un trabajazo deconstruirte y desaprender a odiarte.
Pues sí, pero para eso la defensa del amor propio y el apoyo mutuo, aunque a veces haya que romperse en el proceso por mucho que nos riamos.
En ello estamos.