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Biodiversidad
COP16, una cita para salvar un millón de especies
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
La gran cita anual sobre la protección de los ecosistemas globales ya está en marcha. La ciudad colombiana de Cali acoge entre este lunes 21 de octubre y el 1 de noviembre la XVI Conferencia de las Partes en el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP16), con un objetivo claro y concreto: hacer que los países salgan de la abstracción de las declaraciones institucionales y pongas cifras y objetivos concretos a lo que se comprometieron en la anterior cita.
La COP15, celebrada en Montreal en diciembre de 2022, acabó con la adopción de un acuerdo, que si bien no convenció, sí puede calificarse de histórico. El llamado Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (MMBKM) está llamado a ser el instrumento que detenga —y a ser posible revierta— el brutal declive de biodiversidad que se está produciendo en la actualidad, debido a la sexta extinción masiva de especies que la humanidad está llevando a cabo desde hace siglos.
Por poner algunas cifras: “La biodiversidad está disminuyendo mil veces más rápido de lo que lo haría de manera natural, evidentemente por todos los impactos e industrias que la están minando. Un millón de especies está en peligro de extinción, y eso implica una relación con los hábitats y una reacción en cadena”, enumera Celia Ojeda, responsable de Biodiversidad de Greenpeace.
Si nos vamos a España, la situación no mejora. “Por poner un dato, el 73% de los tipos de hábitats de interés comunitarios; es decir, aquellos que tenemos que proteger para tener una naturaleza sana; no están hoy por hoy conservados”, añade la responsable.
23 metas para proteger un tercio de la Tierra
En un mundo donde solo el 10% de las aguas y el 17% de las tierras emergidas goza de algún tipo de protección —lo que no implica necesariamente que estén protegidas en gran parte de los casos, como ocurre con Doñana o el Mar Menor—, el Marco establece una serie de metas hasta 2050 para que los humanos “vivan en armonía con la naturaleza”. En concreto, 23 metas urgentes a adoptar antes de 2030.
Entre estas se encuentran “la conservación y gestión efectiva del 30% de la superficie terrestre y de la superficie marina, mediante una red de áreas protegidas”, evitar cualquier extinción de especies y reducir al menos a la mitad las tasas de introducción de especies invasoras, entre otras. Eso supone desde la planificación del territorio en función de la biodiversidad a la reducción de todo tipo de contaminación, la eliminación de subsidios perjudiciales a las biodiversidad y la movilización de recursos financieros para ello, entre otras mútiples variables.
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Semejantes retos implican planes concretos, y dinero para llevarlos a cabo. La COP16 está pensada, precisamente, para avanzar en ello. Los países que aprobaron el Marco Kunming-Montreal, 196 en total, están llamados a presentar sus planes nacionales para llevarlo a cabo. Y lo deberían hacer obligatoriamente, pues el compromiso es vinculante.
23 de los 28 países que deberían hacer aportaciones económicas han pagado menos de lo prometido, con lo que, como denuncia Mónica Parrilla, “la gran mayoría no se acerca ni de lejos”
Sin embargo, al igual que es habitual en las cumbres del clima de las Naciones Unidas, la frase “del dicho al hecho hay un trecho” se convierte en una especie de norma. A día de hoy, cuando comienza la COP16, tan solo una treintena de países los ha presentado, lo que implica que más del 80% de las naciones no ha hecho los deberes.
Si bien la cifra crecerá a lo largo de la cumbre, pues sin ir más lejos, el país anfitrión, Colombia, anunció que presentará su Plan Nacional de Biodiversidad en la jornada de apertura de este lunes, la cifra es alarmante. Además, desde las organizaciones defensoras de la naturaleza hacen especial hincapié en el seguimiento de esos planes. “Resulta esencial que durante esta COP se apruebe un mecanismo de seguimiento y una estrategia de movilización de recursos exigentes, que permitan especialmente que los países en desarrollo puedan implementar el MMBKM adecuadamente”, recalcan desde la confederación Ecologistas en Acción.
200.000 millones para 2030, pero no llegamos ni a 20.000 para 2025
La financiación es otro de los puntos clave, y por ello integra la meta número 19 del Marco. En Montreal, los países acordaron que la contribución de los países con más recursos para financiar la protección y restauración de la biodiversidad en el Sur Global fuese de 20.000 millones de dólares al año hasta 2025 para más tarde pasar a 30.000 millones al año hasta 2030. Esto es así debido al “reconocimiento de las diferentes responsabilidades en cuanto a la pérdida de biodiversidad”, señala Mónica Parrilla, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace. El objetivo final es que se canalicen hacia el mundo menos pudiente un total de 200.000 millones de dólares para 2030.
Si bien está previsto avanzar en este sentido durante la Cumbre, desde el ecologismo reclaman “una gran apuesta para controlar y eliminar las inversiones del sector financiero en actividades destructivas de la biodiversidad (minería, combustibles fósiles, macroinfraestructuras, etc.)”, como indican desde Ecologistas, “así como la eliminación de los subsidios y ayudas públicas a todos aquellos sectores y actividades incompatibles con la vida en el planeta (agroindustria, aviación, minería oceánica, prospección de combustibles fósiles, nuclear, etc.)”.
Un informe de Campaign for Nature evaluó en junio la contribución que debería aportar cada país en función de su huella ecológica de los últimos 60 años. En él quedaba claro que solo 18 de 28 países que debían hacer aportaciones lo habían hecho. Tres meses después, con las cifras actualizadas, 23 de los 28 países que deberían hacer aportaciones han pagado menos de la mitad del monto prometido, con lo que, como denuncia Parrilla, “la gran mayoría no se acerca ni de lejos”. Eso deja una brecha de 11.600 millones solo para 2025. España está incluida en este grupo, pues ha aportado, para Greenpeace “una cantidad irrisoria” de los 300 millones anuales a los que se comprometió.
“Cambio climático y pérdida de biodiversidad están impulsadas por los mismos sistemas insostenibles y por tanto, comparten algunas soluciones comunes”, remarcan desde Greenpeace
Otro punto clave en esta COP sobre Biodiversidad son la integración de la diversidad biológica en todos los sectores —la meta 17 del Marco—, pues “mientras continúe un modelo de desarrollo insostenible en las diferentes políticas sectoriales la biodiversidad continuará desapareciendo, por muchos esfuerzos que se dediquen a conservar ciertas especies”, denuncian desde Ecologistas en Acción.
Esta meta se relaciona con la número 25, que pretende salvaguardar que las decisiones que se tomen en Cali garanticen que las medidas de lucha contra el calentamiento global no tengan como efecto secundario la profundización de la crisis de biodiversidad. En el punto de mira se encuentran los mecanismos de compensación de emisiones de carbono, que a menudo han sido acusados de invertir en macroinfraestructuras o plantaciones forestales de especies exóticas que pueden destruir la biodiversidad local.
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De hecho, el ecologismo global exige a los Gobiernos un plan para vincular la ambición climática y de biodiversidad. “Cambio climático y pérdida de biodiversidad están impulsadas por los mismos sistemas insostenibles y por tanto, comparten algunas soluciones comunes”, remarcan desde Greenpeace.