Comunidad de Madrid
Díaz Ayuso es investida por las tres derechas en Madrid

Tras la película de terror vivida hoy en la Asamblea de Madrid, el proyecto de PP y Ciudadanos echa a andar con la perspectiva de ser inicialmente un instrumento que desarme la posibilidad de un Gobierno central basado en una coalición de centro izquierda.

Isabel Diaz Ayuso  Investidura
Isabel Díaz Ayuso en una intervención ante el Pleno de la Asamblea de Madrid el 14 de agosto, día de su investidura. David F. Sabadell

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14 ago 2019 18:09

Investidura con pasajes de película de terror en la Asamblea de Madrid. En cuanto a la aritmética de la victoria en la jornada de hoy, la intervención de Rocío Monasterio, de Vox, despejaba cualquier duda sobre los “guiños” que exigía la ultraderecha para apoyar a Isabel Díaz Ayuso. Los ultras daban sus votos a la primera presidenta nacida después de la muerte de Franco y pasadas las seis de la tarde, la candidata del Partido Popular ha sido nombrada por el Pleno de la Asamblea presidenta de la Comunidad de Madrid después de horas de un debate feo, que ha vivido sus momentos de mayor tensión en el cara a cara entre Ayuso e Íñigo Errejón, portavoz de Más Madrid.

Los 68 votos de las tres derechas a favor, frente a los 64 en contra, han terminado con la discusión hoy, pero el eco de la profunda brecha abierta en la Comunidad entre la izquierda y la derecha sociológica se extenderá aun cuando los focos, como de costumbre, se retiren de la Asamblea de Entrevías. La búsqueda de puntos de encuentro se antoja imposible desde el momento en que el lenguaje se ha retorcido hasta el punto de que palabras como libertad o democracia carecen ya de significado en el debate parlamentario.

Pastillas azules

La pastilla azul permite ver la Comunidad de Madrid como un espacio de libertad plena que solo está perturbado por la responsabilidad de defender a España desde un bastión histórico alejado de cualquier relación con el nacionalismo periférico. Es la perspectiva de Ayuso, la que defiende el PP y la que, de momento, es preponderante entre la derecha madrileña. Bajo los efectos de esta potente medicina, el porvenir es halagüeño para los emprendedores, pese al exceso de injerencia burocrática puesto en sus hombros por la herencia socialista y la nefasta acción del actual y nefando presidente en funciones. Más de un millón y medio de votantes están de acuerdo en que el remedio son menos impuestos, en que la misión es defender la unidad de España desde la región-baluarte de Madrid y en que eso sintetiza una idea de libertad muy alejada, radicalmente alejada, de la idea “progre” de la libertad.

Entre Ayuso, Aguado y Monasterio hay diferencias. Los dos primeros no las han hecho explícitas hoy. El portavoz de Ciudadanos y futuro vicepresidente las deslizó ayer ante la prensa. Aguado no las tiene todas consigo ante la posibilidad de que su socia, Ayuso, termine por ser arrastrada por la marea de juicios que el PP de Madrid tiene pendientes. Su papel en la Púnica y los hilos que salen del caso Avalmadrid pueden impactar de lleno en el fuselaje del tercer proyecto neoliberal para Madrid tras los de Aguirre/González y el de Cifuentes. El lema de la regeneración de Ciudadanos, por ajado que esté, se pone en juego en un acuerdo de Gobierno que supera los anteriores acuerdos programáticos con el PP. Hoy, en el pleno, Aguado no ha hecho ninguna mención a las hipotecas que acarrea relacionarse con el partido de Lezo, Púnica y Gürtel. Tocaba hablar de Venezuela.

La diferencia entre el PP y Vox se circunscriben a otras esferas. Monasterio ha intervenido para reforzar la idea con la que Vox ha crecido en el último año: los ultras ofrecen un nuevo compromiso moral de extrema derecha, una actualización del franquismo sociológico de los años 70 y primeros 80. Frente a la degradación moral y la cultura progre —o directamente marxista—, el plato que ha recalentado el partido de Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio ofrece una moralidad patriarcal y autoritaria para tiempos de desconcierto civilizatorio. A medias entre el trumpismo desatado y la beatería más oscura, el principal problema de Vox es su redundancia. El PP es capaz de ofrecer lo mismo y tiene más apoyo del poder económico y mediático. En lo puramente autonómico, Vox propone una desaparición de la política regional, devolución de las competencias en justicia, educación y sanidad mediante, que no encaja en el plan maestro del régimen del 78 y que, por tanto, tiene poco recorrido.

La pastilla roja

En ese clima de camaradería, la derecha trifásica madrileña ha coincidido al encontrar su enemigo. La izquierda, por su parte, ha cargado contra la levedad de Ayuso, último eslabón de la cadena del PP y cabeza de un gobierno bajo la sospecha generada por las administraciones anteriores. Isabel Serra y Sol Sánchez han abierto la mañana denunciando el uso perverso del lenguaje por parte de la ya presidenta de la Comunidad de Madrid. Serra ha cuestionado a la candidata sobre su papel en la Púnica, denunciado hoy a raíz de una grabación al exvicepresidente Francisco Granados. Ayuso las ha acusado de machismo. También se ha defendido atacando a la prensa y a algunos “libelos digitales” que han puesto en duda su inocencia y el esfuerzo familiar de recibir un préstamo de 400.000 euros y no devolverlo.

Unidas Podemos tiene una papeleta difícil en la Comunidad. Sin la atención mediática que Errejón y Más Madrid reclaman para sí, el partido solo podrá crecer si la coalición se sobrepone a sus distintas crisis. Mientras, la bancada de Serra y Sánchez está reducida a la condición de tercera fuerza de la oposición. La crítica a la aprobación en el Ayuntamiento de Madrid de la operación Chamartín muestra la necesidad, pero también el carácter minoritario, de Unidas Podemos. La prueba es que ningún otro partido ha hecho hoy referencia a un proyecto urbanístico destinado, en teoría, a transformar la Comunidad y, en la práctica, a mantener la dinámica de explotación del territorio anterior a la crisis financiera de 2008. “Detrás de cada gran infraestructura en Madrid va un caso de corrupción”, ha sentenciado Sol Sánchez.

El discurso de Errejón ha omitido la referencia a esa operación, aprobada también con los votos de su partido en el Ayuntamiento. Por el contrario, el candidato de Más Madrid ha apuntado a la debilidad de Ayuso y a la complicidad de Ciudadanos para apuntalar a un partido que dirige la Comunidad desde hace casi un cuarto de siglo. Errejón ha estado bien en la tribuna, pero lo que ha sucedido después ha mostrado lo difícil que lo va a tener para que sus ideas pasen la coraza de neolengua que Ayuso domina y, por momentos, borda.

La candidata ha aceptado el cuerpo a cuerpo con Errejón. Lo había preparado a conciencia. La flamante presidenta autonómica ha repasado el currículum, o las posiciones políticas, de Errejón. Durante una hora, el debate se ha alejado de la región y se ha centrado en la figura del candidato de Más Madrid. Venezuela, la Barcelona de Ada Colau, el régimen de terror impuesto por Carmena en Madrid durante la pasada legislatura y los truculentos casos asociados a cualquiera que haya pasado por una sede de Podemos alguna vez en su vida han sido los argumentos. Aguado ha seguido el mismo camino. Por más esfuerzo que haga Errejón para alejarse del partido morado, su carrera política estará siempre definida por su pertenencia y, sobre todo, por su salida en enero de este año de Podemos y los significantes asociados a la formación dirigida por Pablo Iglesias.

Bloqueados con el triple comodín —Venezuela, ETA, separatistas—, los grupos de la izquierda y el centro izquierda han vivido una derrota anunciada desde la crítica al modelo social y político que, pese a la derrota electoral del PP en mayo, se consolida hoy. Un modelo cuyas grietas ha señalado Ángel Gabilondo. Para el PSOE, la bajada de impuestos prometida por la derecha supondrá una merma de los servicios públicos y el incremento de la deuda de la Comunidad. Una política que “ha sido un error y seguirá siéndolo”.

Ayuso ha contemporizado en sus ataques a Gabilondo, el último escollo parlamentario antes de la votación. A esas alturas la candidata ya había obviado las referencias a la desigualdad y la pobreza lanzadas por el arco izquierdo de la cámara y no ha sido distinto en la réplica al candidato más votado en las elecciones de mayo. Frente a los datos de pobreza, la neolengua receta cultura del esfuerzo. Frente a la emergencia climática, libertad de movimiento “sostenible”. Y así que pasen cuatro años.

La candidata ha seguido defendiendo la libertad que su proyecto encarna frente al dirigismo de la izquierda. Denunciando “los dogmas y la superioridad moral” de la izquierda, la candidata de la derecha se ha zafado de las críticas a un programa político que, como ha reconocido Aguado, su nuevo número dos, se llevará a cabo en un contexto internacional volátil y peligroso, en una situación opuesta a aquella que vio florecer y multiplicarse el neoliberalismo de amiguetes de la Gürtel, la Púnica o el caso Canal de Isabel II.

Tras la película de terror vivida hoy en la Asamblea de Madrid, el proyecto de PP y Ciudadanos echa a andar con la perspectiva de ser inicialmente un instrumento que desarme la posibilidad de un Gobierno central basado en una coalición de centro izquierda. A su favor, el PP cuenta con la posible incomparecencia de Pedro Sánchez, actor secundario hoy, protagonista a partir de mañana del desenlace de un relato que la derecha tiene atado y bien atado, como se ha demostrado esta mañana en la Asamblea de Entrevías.

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#38354
15/8/2019 14:55

Vaya! Cualquiera diría que la Operación Chamartín es un proyecto inmobiliario especulativo propio de fachas capitalistas salvajes. ¿Quien votó a su favor? PP, ciudadnos, Más Madrid,... ¿Izquierda? ¿a que llamará el articulista "izquierda"? Mejor los que estan a favor de mas alzas en los precios de las casas (alquiler y compra): Mas Madrid-PP-PSOE-Ciudadanos-Vox. ¿Cuando empezaremos a clasificar a los partidos por sus hechos y no por sus rimbombantes declaraciones o programas incumplidos??

3
0
#38351
15/8/2019 14:24

Van a ser cuatro años muy duros, más si se confía sólo en el parlamentarismo de una izquierda en minoría y además ambigua en los asuntos económicos y financieros. Deberíamos concienciar y movilizar en la calle a cada intento de precarizar los servicios públicos como ya están insinuando claramente las derechas y como va a ser inevitable con el recorte de impuestos favorable a los ricos que ejecutarán o mantendrán. Motivos ya no faltan: alquileres, transporte, energía, contaminación, educación pública, cuidados, censura...Pero no parece fácil movilizar a la mayoría social afectada, desde la dispersión y desmovilización actual, habrá que conseguirlo.

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