Huelga feminista
Tania Mercader: “Cuando la lucha terminó, las mujeres de Magneti Marelli ya eran diferentes”

Tania Mercader fue dirigente del comité de empresa de Jaeger Iberica que consiguió la equiparación salarial en una empresa en la que las mujeres cobraban 9.000 pesetas menos que los hombres. Hoy está en Marea Pensionista y advierte del peligro de una marcha atrás en los derechos conquistados si se baja la guardia.

Tania Mercader Jaeger Iberica
Tania Mercader durante la entrevista en el Teatro del Barrio, en Madrid. Álvaro Minguito

Lleva un lazo morado y uno amarillo en su jersey. “Llegué a Sabadell de Córdoba con 20 años, no tengo el sentimiento catalán pero sí la reflexión de que un pueblo tiene todo el derecho democrático a decidir”, explica Tania Mercader, dirigente del comité de empresa de Jaeger Iberica (hoy Magneti Marelli) entre 1982 y 1989.

Mercader asegura estar “muy orgullosa” de haber liderado una movilización por la equiparación que fue larga (siete años) y dura (varias huelgas, manifestaciones masivas, judicialización). Pero mereció la pena porque “eso abrió la puerta a otras”.

En 1982, un grupo de mujeres entra a formar parte del comité de empresa (de CC OO) en una fábrica en la que, pese a que la mayor parte de la producción recaía sobre ellas, el movimiento sindical tenía nombres masculinos. La entrada de diez mujeres al comité sirvió para dar prioridad a un asunto que se había ignorado durante años: las mujeres cobraban menos que los hombres gracias a un plus de disponibilidad que suponía en la práctica una diferencia de 9.000 pesetas en la nómina.

Hoy está en Marea Pensionista y es militante de Corriente Roja. Hablamos con ella de una huelga histórica que consiguió poner el foco (y corregir) en una concepción heredada del franquismo que normalizaba la discriminación salarial y menospreciaba el trabajo de las mujeres.

En 1989 las trabajadoras de Jaeger Ibérica protagonizan, sin sus compañeros, una huelga indefinida. ¿Cómo se llegó hasta la convocatoria de huelga?
En una empresa que tenía 600 trabajadores fijos y caso 200 temporales, el 70% de producción directa estaba en manos de mujeres. Y, sin embargo, en el año 82 nos dirigían [en el comité de empresa] solo compañeros. Entonces las mujeres decidimos presentarnos al comité de empresa, porque los compañeros no terminaban de asumir nuestras reivindicaciones pese que teníamos una discriminación de 9.000 pesetas al mes. Entramos 10 mujeres en un comité de 17 personas, y a partir de eso 337 mujeres cogimos esa reivindicación como arma de lucha para conseguir la igualdad salarial.

¿Cómo era el trabajo en Jaeger Iberica?
Hacíamos cuentakilómetros de los coches en una cadena de montaje. La caja pasaba por una prensa, ahí estaban los hombres. Y luego, en el trabajo de precisión éramos casi todas mujeres. La cuestión es que éramos especialistas todos, y no día ser que estuviéramos discriminadas.

El jefe se permitía el lujo de decir delante de la inspección y de nuestro abogado que mientras él estuviera en la empresa las mujeres no cobraríamos como los hombres

¿Cómo justificaba la empresa la diferencia de salario?
Con un plus. Era un plus de disponibilidad por el cual las mujeres ganábamos entre 8 y 11 pesetas cuando los hombres estaban ganando 83, aunque hacíamos el mismo trabajo. Se interpretaba que el hombre, como era padre de familia, tenía que cobrar más que las mujeres. Pero es que no era solo la empresa, es que incluso entre nosotras algunas también interpretaban que eso debía ser así porque nuestro salario no era vital, era de ayuda a la familia. El jefe se permitía el lujo de decir delante de la inspección y de nuestro abogado que mientras que él estuviera en la empresa las mujeres no cobraríamos como los hombres. Era paternalista y dictatorial.

En el primer convenio no conseguimos la equiparación salarial. Te puedes imaginar: en una multinacional con 800 trabajadores y convenio propio, teníamos que demostrar que sabíamos negociar con la patronal, porque todo el mundo estaba esperando que fracasáramos al negociarl un incremento para 800 trabajadores. Aparcamos nuestra reivindicación porque no teníamos fuerza.

¿Qué es lo que aparcásteis?
Al principio lo que planteábamos era incrementar medio punto más a las mujeres hasta acabar con la discriminación. Al año siguiente lo planteamos de otra forma: acabar con la discriminación en 9 años, subiendo mil pesetas cada año. Tampoco tuvimos fuerza ese año, y además algunas compañeras tampoco acaban de ver que tuviéramos que llegar hasta el final con nuestras reivindicaciones.
Entonces encontramos un abogado al que le gustaban los casos perdidos y decidimos intentarlo a nivel judicial.

Fuimos a los tribunales para que decidieran si había o no discriminación salarial. Ganamos la primera sentencia, que anulaba el párrafo que discriminaba. Cuando empezamos negociar el convenio siguiente, la empresa nos chanteajaba: o renunciábamos a nuestra sentencia o no había convenio para todos.

Pero nosotras no podíamos renunciar: teníamos que conseguir los incrementos salariales son renunciar a nuestra sentencia, y eso nos obligaba a tener huelgas muy a menudo. La empresa decía: yo quito la discriminación salarial, le quito a los hombres lo que ganan de más. ¡Pero nosotras queríamos la equiparación para arriba! Y, sobre todo, toda la patronal estaba interesada en que esto no saliera bien, porque más empresas seguirían el mismo camino. Llegó un momento en el que teníamos cuatro sentencias favorables y la empresa no aplicaba.

En el 88 firmamos un nuevo convenio con la empresa. Teníamos ya cuatro sentencias favorables, pero la empresa presenta un nuevo recurso. Y entonces dijimos: lo que salga del Tribunal Central de Trabajo, lo vamos a aplicar. El 7 de marzo del 89 viene la respuesta, diciendo que se aplicara la sentencia del Tribunal de Trabajo. Pero no fue sentencia, sino un auto que ratificaba la anterior, y la empresa dijo que como no era sentencia no lo aplicaba. Las mujeres entramos en cólera.

Nos tuvimos que plantear que no era una huelga por un convenio sino por una injusticia, y que teníamos que convertir nuestro problema en un problema social

¿Qué herramientas os quedan cuando con cuatro sentencias la empresa sigue sin corregir la equiparación?
Planteamos huelga intermitente, en la que salieron algunos compañeros. Pero en la huelga indefinida los compañeros de trabajo nos dejaron solas. Entonces nos tuvimos que plantear que no era una huelga por un convenio sino por una injusticia, y que teníamos que convertir nuestro problema en un problema social. Ahí multiplicamos nuestras acciones: desde venir a Madrid a entrevistarnos con el Ministerio de Trabajo, con Asuntos Sociales, a ocupar un banco pidiendo que nos pagasen los atrasos, con la sentencia en la mano… Íbamos con un papel de la empresa haciéndonos las tontas diciendo que íbamos cobrar los atrasos, imagínate en la Rambla, una oficina central, y nosotras comiéndonos el bocadillo y haciéndonos las tontitas. Todo eso nos cambió: mis compañeras no eran las mismas cuando empezamos, en el 82, que en el 89. Su mentalidad había cambiado.

¿Cómo funcionaba la fábrica durante la huelga de un mes?
Llevaron a los hombres a nuestros puestos, pero la fábrica no funcionaba. Además hicimos una campaña internacional y la CGT francesa, Brasil y Alemania se negaron a hacer horas extras para hacer el trabajo que nosotras no estábamos haciendo. Fue una huelga muy larga, de 27 días, más de un mes con sábados y domingos. Los compañeros no fueron solidarios, solitas echamos para alante. Si hubiéramos estado toda la empresa, como le decía a CC OO, con un paro de cinco minutos se hubiera acabado.

¿Tenías tradición sindical cuando entraste al comité?
Yo he sido siempre trotskista, antiguamente en la Liga Comunista y ahora en Corriente Roja, y siempre me he sentido muy orgullosa de ser obrera y poder defender a mis compañeras. También he sido una militante antifranquista y además el movimiento feminista lo tenía muy incluido. Yo estaba organizada, tenía un partido. Ya en el 78 me llevé a mi hijo a la empresa.

¿Qué ocurrió?
En Sabadell solo había una guardería que abriera a las seis, era carísima y además ni siquiera eso me servía porque yo entraba a las seis. Entonces cuando acabó mi baja y me reincorporé a trabajar, cogí el bus de las seis menos cuarto con mi cuco y con mi teta. ¡Se lió un follón! Llegué a la fábrica y no me dejaban entrar. Y yo decía: pues tengo que trabajar, el niño que se quede aquí. Vino el jefe de personal, decía que el niño se tenía que quedar en la calle. Y yo le dije: bajo su responsabilidad usted pone un niño a las seis de la mañana en la calle. Aquello fue el 22 de noviembre... pues el día 30 de noviembre nos pagaban a todas las que lleváramos a los hijos a la guardería todo el costo. Y eso aun se sigue haciendo.

¿Has sufrido represión por tu labor sindical?
Siempre. A mí me la empresa me castigaba a estar separada de las compañeras, me ponían a trabajar con los hombres para apartarme de mis compañeros, como castigo. Pero llegamos a tener un vínculo enorme y la solidaridad era muy fuerte. He estado despedida más de una vez, pero era imposible que hombres y mujeres no estuvieran protegiéndome.

¿Qué tiene de particular el sindicalismo protagonizado por mujeres?
Teníamos que demostrar que sabíamos, porque las propias mujeres no acababan de ver que tuviéramos que ser nosotras las que gobernamos para hombres y mujeres. Esa capacidad la tenían los hombres pero, ¿nosotras? Aunque creo que las formas de lucha de Magneti Marelli no tienen que ver con las formas de sindicalismo de ahora, incluso del protagonizado por mujeres, porque ahora te eligen para cuatro años y negocias en nombre de los trabajadores, pero no les haces partícipes. Cuando yo estaba al frente, éramos meros transmisores de lo que la asamblea decidía.

Has dicho varias veces que era una cuestión social. ¿Crees que las mujeres van más allá del puesto de trabajo cuando protagonizan el movimiento sindical?
Somos nosotras las que tenemos que estar al frente para ayudar a los compañeros a que las asuman las reivindicaciones feministas. Ellos por mentalidad, por educación, no ven esas necesidades. Lo que no tenemos que hacer es estar solas.

¿Qué opinas de la huelga feminista del 8 de marzo?
Para mí una huelga es una herramienta de la clase obrera para luchar por unas reivindicaciones sociales y laborales. Entonces al utilizar una huelga solo de mujeres estamos obligando a los hombres s que sean esquiroles. Si nos dejan solas, nosotras vamos a tirar, pero yo llamo a todo el mundo porque mi compañero no es mi enemigo; mi enemigo es la patronal y los gobiernos que la defienden.

Lo ocurrido en Catalunya nos sacude una mica... dos millones de personas defendiendo unas urnas con uñas y dientes han despertado muchas conciencias

La huelga feminista, Catalunya, los pensionistas… ¿crees que son movilizaciones que indican que hay un momento de efervescencia social?
Lo ocurrido en Catalunya nos sacude una mica... dos millones de personas defendiendo unas urnas con uñas y dientes han despertado muchas conciencias. También es verdad que tenemos unas elecciones a dos días y, o sacudimos un poco la situación, o se nos va. El testigo de lo que representaba Catalunya no se ha cogido a nivel estatal. Por qué no lo cogen y se plantea ahora si monarquía o república? 

Vuestra huelga consiguió tener esa dimensión de la que hablabas, y cambiaron cosas. ¿Se acabó con la discriminación salarial?
Cuando lo nuestro cambiaron muchas leyes, ahora la discriminación es más sofisticada, las mujeres se tienen que dar cuenta de que esa es la verdadera discriminación y luchar contra ello. O llevas una lucha para no perder derechos, o te los quitan. 

Aquella movilización te costó tiempo y salud. ¿Te quitó el sueño?
Sí, pero aguantamos el tipo.

¿Mereció la pena?
Sí. 

¿Volverías a hacerlo?
Sí.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Huelga feminista
Represión Siete participantes de la huelga feminista del 2018 son condenadas a un año y medio
La sentencia exige a las activistas catalanas más de 26.000 euros de indemnización a la empresa ferroviaria, así como hacer frente a las costas judiciales.
8 de marzo
8 de marzo Los feminismos andaluces llenan las calles un 8M marcado por el apoyo al pueblo palestino
Decenas de miles de mujeres se movilizan en las convocatorias del 8M de los feminismos diversos centrados en denunciar el genocidio en Palestina y la defensa de los derechos de las mujeres trans
Represión
Euskal Herria Denon Bizitzak Erdigunean Donostia celebra un guateque para pagar las multas de la huelga feminista general
El goteo de multas ha empezado esta semana. La primera asciende a 800 euros, 400 con pronto pago. El 30 de noviembre hubo 24 identificadas y 5 detenidas solo en la capital guipuzcoana.
Opinión
Opinión Non sempre ter moitas luces é sinónimo de intelixencia
Que impacto ecolóxico e social produce a iluminación do Nadal de Vigo? A cidade sofre máis aló da masificación, o caos de tráfico, as molestias á veciñanza, o malgasto ou os recortes en orzamentos de emerxencia social.
València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Más noticias
Pontevedra
Ecoloxismo Unha investigación revela alta contaminación por nitratos en augas superficiais da comarca do Deza
Os resultados da análise de Ecoloxistas en Acción, con máis de 80 puntos de mostraxe, reflicten concentracións xeneralizadas e moi altas de NO3. Só o 19% das augas superficiais analizadas están “fóra de toda sospeita”.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el Centro de Acogida, Emergencia y Derivación (CAED) de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el estado español.
Comunidad de Madrid
Violencias machistas Huelga en la red de atención a la violencia de género de la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid el próximo 25N
Las trabajadoras de ambas redes se unen para reivindicar mejoras laborales y de atención a las mujeres víctimas en un paro de 24 horas. “Te sientes impotentes porque no puedes ayudar como deberías”, explican.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Opinión
Opinión La eclosión del autoritarismo reaccionario y otras nueve tesis sobre la victoria de Trump
La victoria del candidato republicano nos ha demostrado que estamos en una nueva era: la del neoliberalismo autoritario, en donde el camino del mal menor propuesto por los Demócratas ha sido la fórmula más rápida para llegar al mal mayor.

Recomendadas

Galego
Dereitos lingüísticos Miles de persoas desbordan a praza da Quintana para mudar o rumbo da lingua galega
A Plataforma Queremos Galego, que convocou esta mobilización, sinala unha nova data para outro acto protesta: o vindeiro 23 de febreiro na praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.
Redes sociales
Redes sociales Bluesky, la red social donde se libra la batalla por el futuro de internet
Ni es descentralizada ni está fuera de la influencia de los ‘criptobros’ que han aupado a Trump a la Casa Blanca, pero ofrece funcionalidades útiles para recuperar el interés por participar en redes sociales.