Podemos
Ahora Madrid y Podemos, ¿la nueva política en vías de definición o de colisión?

El exsecretario general de Podemos Madrid, Jesús Montero, y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, están descerrajando fuego amigo sobre sus propias filas.

Manuela Carmena y Marta Higueras
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, junto a la edíl del Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, Marta Higueras. Felipe Nombela. Ayuntamiento de Madrid
17 dic 2017 16:51

Dos líneas de acción y de conflicto –en simultáneo– atraviesan la vida política de la ciudad y afectan de lleno a Ahora Madrid, el partido instrumental que gobierna el Ayuntamiento, y a Podemos, uno de sus componentes. Aunque no haya testimonios documentales de su conexión, es indudable que comparten una línea de sentido.

El ex JEMAD Julio Rodríguez acaba de ser ungido secretario general (SG) de Podemos Madrid, en sustitución del controvertido Jesús Montero. A tenor de sus declaraciones –difícil evitar las suspicacias que devienen de su formación militar– diríase que Julio Rodríguez privilegia la unidad de criterios, cohesión y homogeneidad sobre otras potencialidades para la formación de un equipo político.

Sin embargo, como cruel paradoja –resultado de la votación– se verá obligado a aceptar un staff signado por la heterogeneidad y diversidad. Diez asesores proceden de su grupo de afinidad, el pablismo, otros cuatro de las filas del errejonismo e idéntico número procede de la lista Podemos en Movimiento, una alianza entre Anticapitalistas y municipalistas, que le disputara la elección, con Isa Serra a la cabeza. Esta diversidad de perfiles parece distante del equipo que hubiera querido el exmilitar.

Polifonía afinada

Para tener una idea de las habilidades y recursos que el nuevo SG tendrá que desplegar para intentar que la polifonía de su equipo asesor suene afinada, vale la pena hacer una semblanza de las propuestas que orientaron la campaña del ex JEMAD y compararlas con las que sustentó la anticapitalista Isa Serra, su contendiente electoral. Y también resaltar el hecho –no por implícito menos evidente– de que en Ahora Madrid empiezan a hacerse manifiestas diferentes orientaciones políticas con vistas a las elecciones de 2019.

Esta circunstancia ha obligado a los dos candidatos a pronunciamientos de calado en el ámbito municipal. Por una parte, respecto a la posible candidatura a la reelección de Manuela Carmena; por la otra, a perfilar qué metodologías proponían para la conformación de listas para el proceso electoral recién culminado. Y, por último, a explicitar posicionamientos ante la gestión del equipo municipal y desgranar propuestas programáticas. Aunque no ha habido un debate público entre los candidatos –y la campaña apenas levantó vuelo en los últimos diez días– las diferencias entre ambos quedaron manifiestas.

El ex Jemad era la expresión de la “línea oficial” podemita, apoyada por Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que consiguieron confeccionar una lista común, soslayando las diferencias que eclosionaron en Vistalegre II. Algunas ideas fuerza de la candidatura quedaron claras: garantizar a toda costa la reelección de Manuela Carmena para la próxima legislatura. También la aspiración a una muy diferente configuración del equipo para el futuro mandato.

Su propuesta sonó muy lejana del imaginario diverso y plural que diera origen a Ahora Madrid y que aún se expresa en el actual grupo municipal de gobierno. Insinuó un modelo de lista monocolor y sin fisuras, sin arriesgar en orígenes o procedencias. Quizá la imaginara de un perfil más técnico que político. Un equipo homogéneo, eficiente y operativo, en cuyo vértice –como clave de legitimación política– brillase la estrella solitaria de Manuela Carmena.

Al mismo tiempo no ahorró críticas a la llamada “ala radical” de Ahora Madrid –la misma que acaba de colocar cuatro de sus miembros en el equipo asesor del ex JEMAD– por haber cuestionado la política urbanística del ayuntamiento: “Ha habido gente que ha hecho oposición dentro del gobierno. No digo que eso sea desleal, forma parte del debate y de la discusión, pero las decisiones hay que apoyarlas”. El nuevo SG tendrá que intentar componerse con estos cuatro “radicales” que ahora formarán parte de su tándem de confianza, sin contar con las dificultades que puedan surgir con los cuatro errejonistas que –como está comprobado- no siempre coinciden con los pablistas.

Respecto de las políticas del ayuntamiento, su posición fue de clara validación. Defendió la idoneidad y honestidad de la gestión municipal, elogió la peatonalización de la Gran Vía, los esfuerzos para priorizar el transporte público frente al privado, los procesos de participación ciudadana, el proyecto de la Plaza de España y la Operación Chamartín.

Se le complicó el argumentario al posicionarse frente a las acusaciones de incumplimientos programáticos sustentadas por el sector crítico de Ahora Madrid y los movimientos sociales: “Creo que cuando se elabora un programa están los tiempos del programa y los que marca la realidad o la movilización de la ciudadanía”. Insinuó también que pudo haber intereses políticos poco transparentes entre los signatarios del manifiesto que –entre otros– firmaron nueve concejales de Ahora Madrid, en el que se demanda más democracia interna en la toma de decisiones del ayuntamiento.

Operación Madrid Nuevo Norte 

Pero quizá donde más endeblez denotó la línea argumental del exmilitar, fue en su defensa de la Operación Madrid Nuevo Norte, un proyecto que ha concitado el rechazo casi unánime del tejido vecinal, de ecologistas y urbanistas. Las respuestas de Julio Rodríguez soslayaron las críticas, limitándose a la formulación genérica: “¿No es mejor que seguir bloqueando el desarrollo de un barrio que llevaba 24 años bloqueado?”.

Su oponente, Isa Serra, expresó una línea de continuidad en la impronta movimientista oriunda del 15M y de los movimientos sociales que fueron clave en la campaña electoral que aupó Ahora Madrid al gobierno. La anticapitalista apeló a la potencia expansiva y transversal del feminismo, para empoderar a los sectores de menores ingresos y con mayores índices de exclusión. Y puso en valor el pluralismo y la diversidad de procedencias. 

Condicente con esto, para confeccionar las listas defendió la adopción del sistema Dowdall, por facilitar la emergencia de candidaturas minoritarias. Completó su ideario con la propuesta de construcción de un programa participativo, surgido de las demandas y objetivos que animan estas diversidades sociales.

Respecto de la pertinencia de que Manuela Carmena vuelva a postularse, fue terminante: “No estamos pensando en eso. El debate actual no es ese. Podemos tiene que tener un proyecto para la ciudad de Madrid”. Y lanzó una saeta crítica sobre la gestión de Ahora Madrid: “No nos votaron para hacer las mismas políticas que el PP sino para llevar a cabo políticas de cambio estructural que sean capaces de hacer frente a la austeridad”. Sus puntos de vista respecto a la Operación Chamartín fueron antitéticos a los del ex JEMAD. Taxativa, enunció: “No responde al programa de 2015. Sigue siendo una concesión inexplicable a los intereses financieros del ciclo de especulación de la construcción y financiero que nos llevó a las crisis de 2008”. Y demandó mayor protagonismo y decisión del ayuntamiento en las políticas anti gentrificación y para abordar el acelerado proceso de turistificación.

Pero las líneas de colisión más fuertes que se insinúan brotan de enunciados de dos operadores políticos que hasta el momento no hemos puesto en el foco del análisis: Jesús Montero, el sustituido secretario general de Podemos Madrid, y la propia alcaldesa. Montero, como despedida dejó un regalo envenenado en la mesa de su sucesor, abriéndole dos frentes de combate en simultáneo: con Izquierda Unida y con Ganemos. A la primera –coaligada con los morados en Unidos Podemos– le lanza la advertencia de que “tendrá que elegir entre Podemos y Ganemos” y a la segunda, además de ningunearla al afirmar que “Ganemos ya no es lo que era” cuando se formó Ahora Madrid, la insta a que sus concejales den un paso al costado para dejar lugar a otros candidatos. Graciosa manera de quitarse de encima a oponentes internos. Izquierda Unida replicó de inmediato con una expresión de 2015 del propio Montero: “No nos gustan los platos precocinados". No deja un escenario propicio al entendimiento y la pacificación, en una circunstancia donde Podemos y los 'ayuntamientos del cambio' no pasan por momentos áureos.

Plan Económico y Financiero

El otro misil solo en parte es público, lo disparó la propia Manuela Carmena: el Plan Económico y Financiero (PEF). Elaborado y reelaborado en varias ocasiones por Carlos Sánchez Mato –concejal de Hacienda– y siempre rechazado por el ministro del ramo, Cristóbal Montoro.

La alcaldesa habría llegado a un acuerdo con Montoro y el propio Rajoy, por el cual Hacienda renunciaría al actual acoso sobre el ayuntamiento y le permitiría ejecutar el presupuesto restante del actual ejercicio –unos 130 millones de euros– a cambio de que la alcaldesa acepte recortes a futuro del orden de los 540 millones de euros. La disponibilidad que le quedaría al consistorio para el ejercicio 2018 sería de 100 millones, a los que hay que descontar 62 millones –para abonar un fallo judicial adverso–, lo que reduce la disponibilidad neta a 38 millones de euros. Es un valor irrisorio que imposibilita cualquier intento de inversión en políticas sociales y constituye un torpedo en la línea de flotación de Ahora Madrid. Adiós escuelas, guarderías, centros de mayores, auxilio a la discapacidad, etc. Para valorar la magnitud de la reducción, baste decir que la inversión anual más baja durante la gestión de Ana Botella fue de 170 millones de euros.

No sabemos si la alcaldesa ha calibrado en qué posición la deja la magnitud del recorte presupuestario que ella está aceptando. Además, queda rehén de un presupuesto raquítico a solo un año de las elecciones de 2019; sin duda –redundando en metáforas bélicas– es una carga de profundidad para sus aspiraciones a la reelección. Y por último, amplifica las disonancias en su –ya desafinado– frente interno. Para Ganemos Madrid, anticapitalistas y la propia Izquierda Unida es inaceptable un PEF que no solo les obliga a engullir las argumentaciones que vienen sustentando en defensa de la gestión de Carlos Sánchez Mato –actual concejal de Hacienda– sino que implica asumir como propia la filosofía austeritaria del PP.

Con estos gestos, Jesús Montero y la alcaldesa están descerrajando fuego amigo sobre sus propias filas. Resta saber si ponderan adecuadamente las consecuencias. El devenir político lo dirá.

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Manolo
29/1/2018 13:39

Nunca es tarde para enderezar el rumbo y retomar la política que llevó a Ahora Madrid a la Alcaldía, Quien la está torpedeando debe rectificar. Es incomprensible que un sector de Ahora Madrid con su Alcaldesa al frente aprueben un Plan con los únicos votos a favor del PP.

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#5173
19/12/2017 21:23

yo paso ya de podemos, de iu y de confluencias... a las próximas, si voto, votaré al PCPE

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Bot-rusa
18/12/2017 12:56

Se acabó el "cambio", con un tiro en el pié y mucho dolor. Mariano y Montoro se fuman un puro y continuan riéndose.

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#5070
18/12/2017 11:27

La nueva política resulto ser una fabula para ciclistas urbanos.

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