Maternidad
Ana Valín: “Hablar de depresión postparto sigue siendo un tabú”

Una conversación larga y tendida con Ana Valín acerca de salud mental y depresión postparto, maternidad, patriarcado, duelos y reconstrucciones desde la poesía.
Ana Valín
Ana Valín, autora de La muerte de Alicia (o el ocaso).

Ana Valín, periodista, educadora, escritora y poeta pasó por Extremadura presentando el poemario La muerte de Alicia (o el ocaso), fruto de su catarsis personal durante un duro proceso de depresión postparto. Con ella hablamos sobre su camino creativo y el dolor, sobre el estigma y la psiquiatrización, sobre maternidad, patriarcado, tabúes, salud mental, duelos personales, el valor de la comunidad como refugio... Un encuentro fértil en palabras, sentimientos y reflexiones.

¿Cuál es tu ocupación actual, Ana?

Yo diría que en el 80% de mi día a día me dedico a ser madre, consejera, compañera de juegos y de lágrimas y a veces también medio enfermera de pupas. El 20% restante lo uso para todo lo demás: escribir, hacer de profesora con niños de 3 a 6 añitos (que a veces también me llaman mamá) y sacar muchas, muchas fotos, porque cualquier imagen siempre me puede inspirar en algún momento.

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Cuéntanos desde qué situación personal, concreta, nace la muerte de Alicia, por favor.

Creo que nacen de una catarsis muy íntima; de la necesidad de una transformación interna que llevaba demasiado tiempo retrasando. En mi casa, mi crianza fue extremadamente rígida y más basada en el castigo que en la recompensa. Jamás se escuchaban los halagos sino el “todavía se puede mejorar” o el “tu compañera lo ha sabido hacer, así que no veo porqué tú no”. Contrastar todo eso con mi propia visión de madre fue duro para mí y me hizo colapsar. Tenía a mi hijo creciendo en mi vientre y al mirarme al espejo me asustaba pensar que yo acabaría inevitablemente cometiendo los mismos errores que se habían instaurado conmigo. Y a veces, incluso rezaba, pidiéndole a Dios no ser igual cuando naciera.

Me percaté de que llevaba varios días sin ducharme, muchas horas sin comer y de que lloraba a veces hasta sin darme cuenta. Entonces, todo se rompió dentro y fuera de mí

Realmente lo que me asustaba no era volverme una mala madre, ya sabes, de esas que cometen sus errores, sino ser una madre intransigente que no permite que sus hijos cometan los suyos propios. Y bueno… al venir Leo al mundo me esforcé al máximo en alejarme de esa imagen que tanto me atormentaba. Le daba todo el colito que pedía, lo amamantaba cada hora y media, dormía con él en colecho, yo lo bañaba, lo cambiaba, lo acariciaba… hasta que me percaté de que llevaba varios días sin ducharme, muchas horas sin comer y de que lloraba a veces hasta sin darme cuenta. Entonces, todo se rompió dentro y fuera de mí y tuve que pedir ayuda. Leo tenía entonces apenas unos meses y enfrentarme a volver a trabajar y dejarlo atrás se me hizo imposible. Necesitaba mucho dormir y no era capaz. En fin, que recurrí al camino sencillo para poder descansar y me perdí por completo. Me diagnosticaron depresión postparto e ingresé en una clínica durante un tiempo (aunque no fue mucho, afortunadamente). Y fue allí, al verme completamente sola cuando me di cuenta de que necesitaba transformarme. Lo malo era que no conseguía expresarlo en voz alta, así que mi médico me dio una libreta de cuadros tamaño cuartilla y un lápiz (porque yo odio escribir con bolígrafo) y empecé a anotar todo lo que me estaba pasando. Cuando paré, resulta que había hecho un poemario entero.

¿Cómo se desarrolló tu proceso creativo para el mismo? ¿Cuándo? ¿En qué espacio emocional?

Podía haber hecho simplemente un relato en primera persona con todo lo vivido, pero al volver a casa me encontré frente a frente con mi hija mayor. Grecia estaba llena de preguntas y de dudas, todo el rato me repetía que lo que había pasado era culpa suya porque ella me había pedido un hermanito y de vez en cuando me hacía saber que ya no tenía deseos de ser madre al crecer. Sentí mucha pena al saber de su sufrimiento y empecé a transformar las notas y los versos que había hecho en el hospital en respuestas para ella. Le hablé de lo que significaba para mí la infancia, de lo que era crecer y ver crecer en ti a otra personita, le hablé del amor porque sin él gestar otra vida no tiene sentido y le conté cosas sobre ella y sobre su hermano. Los comparé a ambos con el universo entero y encontré mi paz al hacerlo.

¿Por qué la muerte de Alicia (o el ocaso)? ¿Qué contiene ese nombre?

Porque estaba estancada; paralizada y sin poder avanzar y pensé de pronto en el conejo blanco corriendo madriguera abajo y en la loca de Alicia siguiéndolo contra todo pronóstico. Pensé en la despedida de la infancia cuando Alicia deja volar toda su imaginación en el País de las Maravillas para regresar a su mundo ya como una preadolescente. Imaginé a mi hija como una Alicia y creí que ese era un buen homenaje a ella y a uno de mis clásicos favoritos. La muerte de Alicia solo es un simbolismo del fin de una etapa, pero no su final.

Si uno no se vacía, tampoco puede rellenarse con nuevas experiencias. El vaso termina por derramarse

¿Por qué llegas mejor a tu relato desde la poesía?

Si se lee con atención el poemario, enseguida uno se da cuenta de que es una especie de diálogo; es una conversación íntima con Grecia. Le estoy contando mis secretos en textos muy pequeñitos y metafóricos. Eso no sería posible desde un discurso narrativo. Y me dirás ahora, ¿y ella lo entiende? Pues realmente todo no, pero la esencia sí que la ha captado bastante bien. Es una niña muy lista, a veces incluso demasiado.

Hablas de La muerte de Alicia como redención... ¿Qué quieres expresar con ello?

Te redimes de tus errores y de tus pecados cuando aceptas que tienes la capacidad de construirte a ti misma a pesar del peso biológico que puedas acarrear a tus espaldas. Yo soy de las que cree que el factor social es más valioso y duradero que el genético en ciertas cosas, como la configuración de la propia personalidad. Y bueno… cuando te autoconstruyes, necesariamente cambias. Es posible que solo haya una muerte real en nosotros, cuando termina nuestro ciclo vital, pero a lo largo de nuestra existencia creo que con cada cambio que damos morimos un poquito para renacer de otra manera.

Qué inmensamente duro tiene que ser vaciarse cuando tienes en tus brazos una nueva vida...

Es algo necesario. Si uno no se vacía, tampoco puede rellenarse con nuevas experiencias. El vaso termina por derramarse. Ahora tengo mucho espacio libre para las preguntas raras de Grecia como si los perros también pueden eructar o para hacer torres hasta la luna como me pide Leo. Me caben mejor los amigos que se acuerdan de mí cuando leen mi libro y me cabe la esperanza de hacer otros proyectos bonitos como éste.

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¿Cómo podemos tomar una decisión sobre la maternidad que se base exclusivamente en la maternidad, en el amor, en el cuerpo, en lo orgánico? La verdad es que no podemos.

¿De qué crees que es hija, metafóricamente hablando, la depresión posparto? Hablas de ella sin tapujos y como tarjeta de visita

En mi caso de la falta de un modelo sólido en el que verme reflejada. No tuve un asidero firme al que agarrarme cuando me quedé embarazada y como no tenía ni idea de para dónde tirar, hacía caso de todos los consejos que me daban aunque muchos de ellos fueran contradictorios. Al final, como es lógico, tenía dudas con cada paso que daba y mis instintos como madre dejaron de funcionar; simplemente se apagaron. La depresión posparto no deja de ser una depresión como cualquier otra, solo que ligada a una circunstancia vital concreta.

Poniendo frente a frente las expectativas de la maternidad, de la “buena maternidad”, de la “buena madre” frente a la depresión posparto... ¿Cuántas presiones enfrenta? ¿Cuántas son hijas del patriarcado?

Creo que en nuestro país se dan muchas cosas por sentado. Se cree que por aumentar el tiempo de baja por maternidad y de lactancia, o incluso de conceder tal estatus al hombre también, ya se está fomentando el tener hijos; pero esas son políticas de conciliación familiar muy pobres y mediocres. En otros países hay asesores de lactancia dentro de los seguros médicos durante el primer año de vida de tu bebé; las matronas te visitan en tu casa y en tu propio contexto te explican lo que necesitas saber para llevar a cabo una buena lactancia y por supuesto la baja es mucho más prolongada que los cinco míseros meses españoles.

Hablar de depresión postparto sigue siendo un tabú; todavía se proyecta la idea de una maternidad idílica y decir abiertamente que no quieres ser madre es casi un pecado

Cuando yo colapsé no pude buscar a un especialista en depresión posparto, sino un psiquiatra generalista que, por cierto, me dio muchísima medicación y me hizo estar atontada durante bastante tiempo. No sé si realmente todo esto que explico es culpa del patriarcado o no, pero lo que sí tengo claro es que hablar de depresión postparto sigue siendo un tabú. Todavía se proyecta la idea de una maternidad idílica y decir abiertamente que no quieres ser madre es casi un pecado.

La crianza, la maternidad, la culpa…

Te va a hacer gracia lo que te digo ahora pero en la radio hay una mini sección en un programa matinal que se llama El Club de Madres imperfectas en donde las mamás exponen abiertamente sus errores garrafales. En sí, el asunto tiene su gracia pero no deja de parecerme algo sesgado porque sólo oyes los testimonios de las madres clásicas; nunca se escucha a un padre, o una familia monopartental o de hijos adoptados o una pareja homosexual. Sorprendentemente se dice a viva voz que hemos hecho muchos avances sociales pero se sigue proyectando un único modelo de familia y de madre perfecta.

¿Se habla lo suficiente sobre ese tipo de dolor, de depresión?

No hay tiempo para eso. Entre estar pendiente de la última disputa Shakira-Piqué, y decir chorradas sobre otras cuestiones tan absurdas no queda espacio en los medios para contar que tres de cada cuatro mujeres pasan por este trance en nuestro país. Llevo ya varios meses promocionando mi libro y en muchos lugares no me han dado cabida porque consideran mi temática deprimente y poco apta para ofrecer entretenimiento. Es un poco la ley del “pan y circo”. Hay que darle a la gente cosas para que no piensen por sí mismas y así… no protestarán por nada.

Se dice a viva voz que hemos hecho muchos avances sociales pero se sigue proyectando un único modelo de familia y de madre perfecta

Se suma, al duelo, el estigma de la enfermedad mental, de la psiquiatrización... ¿Cómo lo has vivido?

Mi madre aún sigue diciéndole a la gente que yo pasé por un pequeño bache emocional. No usa las palabras enfermedad, ni depresión, ni psiquiatra. Esto es como si hubiera tenido un desengaño amoroso o algo así. Pero mi bache todavía exige sesiones cada ciertos meses, control de mis síntomas por si me siento de pronto excesivamente triste, o tengo temblores otra vez, o terrores nocturnos o insomnio... Aún hay quien me mira y está más pendiente de mis gestos que de mis palabras y suele ver fantasmas donde no los hay. Es como si yo ahora mismo no me pudiera permitir ciertos estados de ánimo porque eso podría ser un aviso de recaída. Además, una enfermedad mental siempre se considera algo incurable así que digamos que yo soy, a ojos del mundo, una enferma crónica.

Terrible, ¿no?, en este mundo donde se teme casi más a la locura que a la muerte…

La muerte tiene un fin y un propósito. La locura no necesariamente desemboca en un desenlace.

Volviendo a la “redención”, y convirtiéndolo en sanación, ¿hasta qué punto ha sido sanador tu camino?

Digamos que ahora empiezo a gustarme un poco más a mí misma. Me agrada tener la libertad de decir en todo momento lo que pienso y lo que siento, porque lo debo hacer por prescripción médica, (y reconozco que juego mucho a mi favor con esa baza). Me parece que estoy en esa fase de caerme bien a mí misma y no me autoenamoro porque no soy nada narcisista.

Mi temática fue rechazada en muchas partes por lo “tétrico” del asunto, y eso que yo hablo desde la luz recuperada y el camino ya avanzado, no desde mi oscuridad inicial. Mi mensaje siempre ha sido de esperanza

Supongo que tendrás consejos al respecto de tu experiencia personal, de tu duelo.

Ninguno porque yo estoy en fase de reconstrucción. Soy como un puzzle a medio hacer. Lo único que puedo recomendar es que escucharse a uno mismo es siempre más acertado que oír las voces de todos los demás porque nunca hay una madre ejemplar a la que seguir y cada uno debe desarrollar su propia manera de ser mamá.

¿Cómo entiendes el papel de la poesía en relación al sufrimiento, al goce, a la vida?

Empecé hace muy poco años a leer a Juan Cobos Wilkins y me encandilé por completo con su forma de contar las cosas. En un contexto literario en donde todo se ha vuelto demasiado erotizado para mi gusto, recuperar el valor de la metáfora para explicar las cosas más sencillas de la vida me parece todo un privilegio. Además, este autor siempre que cuenta algo lo hace considerando los dos polos opuestos del asunto porque el amor no siempre es la totalidad; a veces también es la ausencia y la soledad, no siempre es el aislamiento sino en ocasiones igual significa el reencuentro con uno mismo.

¿Y el de la comunidad? ¿la familia?

Mi familia es amplia porque para mí no acoge solo a los lazos consanguíneos. Muchas otras personas maravillosas estuvieron ahí en todo mi proceso; empezando por mis hijos, pero siguiendo por mis amigos, algunas compañeras de trabajo; personas que de pronto se agregaron a mi mundo sin yo esperarlo ni pedirlo, vecinos… He tenido suerte en mi camino.

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¿Existen recursos para las mujeres en circunstancias tan duras como las que tú has pasado, más allá de la psiquiatrización y de la patologización?

Aquí en Galicia solo conozco una Escuela de mamás y luego hay varias asociaciones de familiares de personas con trastornos mentales y una red de apoyo a mamás que funciona desde Madrid… Investigué un poco cuando buscaba espacios donde presentar mi texto pero la verdad es que encontré menos de lo que esperaba. Y como ya he dicho, mi temática fue rechazada en muchas partes por lo tétrico del asunto y eso que yo hablo desde la luz recuperada y el camino ya avanzado no desde mi oscuridad inicial. Mi mensaje siempre ha sido de esperanza, pero a la gente le da yuyu la sola mención de depresión más posparto.

¿Alicia nace, renace o resucita?

Alicia hace las tres cosas porque primero necesita ser una oruga, luego una pupa y finalmente una mariposa que pone nuevos huevos para continuar con el ciclo de la vida. Creo que Ana nace, renace y resucita y mi personaje ficticio que simplemente usé cruelmente para mis propósitos,lo hace igualmente conmigo.

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