Partidos políticos
El 2025 del PP: seducción con Junts y apuesta total a la carta de la corrupción contra Sánchez

En Génova trasciende un sentimiento de optimismo al ver a un Gobierno debilitado, en permanente jaque parlamentario y con un carrusel judicial que irá a peor.
Debate investidura Pedro Sánchez 9 Núñez Feijóo
Alberto Núñez Feijóo habla con la prensa a su entrada en el Congreso de los Diputados por la investidura de Pedro Sánchez David F. Sabadell

“Se viene un año con noticias políticas muy importantes, ya veréis”, decía Alberto Núñez Feijóo esta semana ante un grupo de personas que lo escuchaban, copa en mano, en una conversación relajada. Esbozaba una mueca de sonrisa, entre irónico e intrigante. Su pronóstico disfrazaba el deseo recurrente de acabar de una vez con Pedro Sánchez, aunque no es el único que se ufana de optimismo.

Varios dirigentes del PP parlamentario en conversación con El Salto transmitían un denodado optimismo porque ven que el cometido final parece estar al alcance de la mano. “Ha sido un buen año para el partido”, reflexionaba el líder. Lo decía no solo por los resultados electorales de las europeas y las autonómicas que hubo en 2024 (es cierto que mejoró un poco o bastante en todos los casos) sino por los éxitos legislativos. En un régimen parlamentario, que la oposición logre imponer agenda y aprobar leyes propias es algo infrecuente, también debe admitirse.

La mayoría parlamentaria nunca estuvo tan esquiva a Sánchez desde que formó coalición en enero 2020

La coyuntura política de fin de año les hace tener augurios positivos para el 2025 por dos elementos: las causas de presunta corrupción en las que muchos exaltos cargos o la esposa del presidente del Gobierno están involucrados (con pocas pruebas todavía en algunos casos) y la debilidad flagrante en las Cortes Generales. La mayoría parlamentaria nunca estuvo tan esquiva a Sánchez desde que formó coalición en enero 2020.

Waterloo y el Supremo

En los pasillos del elegante hotel cinco estrellas de Paseo de la Castellana donde Génova decidió hacer su último Comité Ejecutivo Nacional del año había clima de despedida y algarabía. Se venía el receso invernal por las fiestas y Feijóo hizo balance político del 2024. Pero el contexto era de indisimulable satisfacción: se venía un “carrusel judicial”, como lo llamó en su discurso, de tres días con declaraciones de alto impacto mediático por parte de Victor de Aldama, Koldo García y Begoña Gómez. Las tres en diferentes días, la misma semana previa al receso judicial. Quién puede pensar que es mera casualidad.

“Ellos tienen un ojo puesto en Waterloo y otro en el Supremo, y sus votantes ahora tienen que estar defendiendo al Gobierno por la corrupción”, explicaba en aquel evento una de las personas que acompañan a Feijóo a sol y a sombra. Asegura que el expresidente de la Xunta tiene “la mejor valoración como líder de oposición” en muchos años, incluso mejor que la que tenía Pérez Rubalcaba en tiempos de crisis y ajuste neoliberal brutal.

“Sus socios encarecen cada vez más sus votos, y cuanto más lo hacen más se desgasta Sánchez, y cuanto más se desgasta, más cerca de caer”, señala en modo aritmética de House of Cards

De hecho, según ellos, la suma de ‘populares’ y Vox ya alcanzaría los 191 escaños si las elecciones generales fueran hoy. Preguntado por el año por venir y la estrategia, la misma fuente admite que los caballos de batalla serán las causas de corrupción y retratar la inestabilidad parlamentaria. “Sus socios encarecen cada vez más sus votos, y cuanto más lo hacen más se desgasta Sánchez, y cuanto más se desgasta, más cerca de caer”, señala en modo aritmética de House of Cards.

Sobre la relación con Junts, comenta a El Salto este vocero usual del sentir de Génova que los conservadores no están en “clave de moción de censura” aunque desean “cuanto antes” un llamado a elecciones. Es parcialmente cierto: a corto plazo el PP no impulsará una moción de censura porque no tiene la mayoría suficiente, pero sí es verdad que hay una intención de, a largo plazo, alcanzar esa mayoría.

Lo ocurrido esta semana es elocuente: el martes en el Senado el PP y Junts pactaron el apoyo mutuo en dos enmiendas, el jueves junto al PNV, impusieron una enmienda que quitaba el impuesto a las grandes energéticas

Lo ocurrido esta semana es elocuente: el martes en el Senado el PP y Junts pactaron el apoyo mutuo en dos enmiendas (la rebaja del IVA de los productos derivados de la leche y la exención en el pago de las cotizaciones de entrenadores o monitores en clubes sin ánimo de lucro). Era la antesala de lo que ocurriría el jueves en el Congreso.

Allí, los de Carles Puigdemont, junto a los del PNV, impusieron una enmienda al paquete fiscal que quitaba el impuesto a las grandes energéticas. Los partidos vasco y catalán apoyaron el resto de las medidas (como el gravamen extra a las entidades bancarias) aunque la narrativa mediática actualmente es tal que la única noticia fue el punto del desacuerdo, que ya se sabía de antemano.

La conversación con Junts va a más, de a poco, y con el PNV sigue la frialdad, según comentan desde Génova. Con el recuerdo del procés todavía muy fresco todos los movimientos de acercamiento son cuidadosos

Así lo quiere Puigdemont, que con el enigma del péndulo Ferraz-Génova retroalimenta su influencia (cabe recordar que el espacio posconvergent hace mucho tiempo que no ostentaba tan poco poder, estando fuera del Govern, de los ayuntamientos de las cuatro capitales catalanas y de las diputaciones), y así lo desea también Feijóo, que necesita crear una narrativa gradual de ilusión de posible moción de censura futura.

La conversación con Junts va a más, de a poco, y con el PNV sigue la frialdad, según comentan desde Génova. Con el recuerdo del procés todavía muy fresco todos los movimientos de acercamiento son cuidadosos porque ambos partidos saben que los electorados no van a digerir tan fácil un abrazo político que para los dirigentes es parte de la normal transacción de intereses y favores de la política parlamentaria. De hecho, cuando se preguntaba a portavoces del PP aquel lunes de Comité sobre la moción de confianza de Junts, las respuestas no eran definitivas ni tajantes. Aunque Feijóo ha indicado que si el texto no conlleva ninguna proclamación soberanista, habrá que apoyarlo.

Corrupción vs Economía

La oposición conservadora-liberal-neofascista que enfrenta al Gobierno (osea, la derecha en todas sus versiones) tiene una peculiaridad: casi no habla de la economía. Quien tiene memoria sabe que lo intentaron, allí por principios de la década, pero en 2022 el papelón de la premier británica Liz Truss en octubre de ese año demostró que ese no era el camino. Los buenos datos macroeconómicos y de empleo que tiene para exhibir Moncloa obligan a la derecha a renunciar a ese viejo prejuicio de que los progresistas derrochan, malgastan y llevan a la ruina al Estado.

Pero para algunos dentro del PP esto no alcanza. No aparecen en los medios pero hay dirigentes discrepantes, que están esperando su momento de reaparición. Algunos creen que Feijóo no será nunca presidente y aguardan al turno de Moreno Bonilla, pero eso es materia de otro texto. Mirando al 2025, son menos optimistas.

Otro exlegislador también opina en voz alta: “¿Cuántas veces está yendo Feijóo a Catalunya o el País Vaco? ¿Qué hace para acercarse a los votantes de Junts y PNV?”

“Lo que está demostrando Feijóo con tanto hincapié en la corrupción es que no sabe matar a Sánchez, que está para darle la estocada final y no sabemos dársela. Es el peor momento del Gobierno, sin presupuestos, acorralado con las noticias judiciales, pero todavía somos incapaces de montar una alternativa, de conseguir que la gente salga a la calle. Están esperando ver la fruta madura caer, no hay estrategia”, comenta a El Salto un exalto cargo.

Otro exlegislador también opina en voz alta: “¿Cuántas veces está yendo Feijóo a Catalunya o el País Vaco? ¿Qué hace para acercarse a los votantes de Junts y PNV? Hay empresarios que no están nada de acuerdo con el gobierno y que por cuestiones de identidad votan a esos partidos. ¿Por qué no estamos allí? La solución no es quedarse en Génova atrincherado”.

Otro detalle que los disconformes señalan: el PP sigue sin ponencia ideológica y el partido técnicamente se está rigiendo por una hoja de ruta aprobada nada menos que en 2018, en un mundo muy diferente

También es cierto que el estilo de liderazgo de Feijóo se sigue poniendo a prueba porque, cabe recordar, él se erigió en una estructura montada por el tandem Casado-García Egea. Mazón, por ejemplo, fue compañero de piso de “Teo”, como es llamado todavía por varios cuadros del PP, y muchos creen que esa situación de origen el partido la está pagando hoy. Para muchos, el accionar del president de la Generalitat valenciana sería distinto si su padrinazgo político correspondiera a Feijóo

Otro detalle que los disconformes señalan: el PP sigue sin ponencia ideológica y el partido técnicamente se está rigiendo por una hoja de ruta aprobada nada menos que en 2018, en un mundo muy diferente, previo a la pandemia, a la invasión rusa a Ucrania y al auge de la ultraderecha en Europa. Cuando el líder gallego fue electo no hubo ponencias. “¿Por qué no convoca una Convención Ideológica para marcar un argumentario?”, se preguntan. El cronograma indica que no la habrá hasta 2026, cuando el líder gallego deba revalidar, si quiere, su presidencia.

Los datos de las encuestas, que siempre varían según quien la realice, también exhiben una realidad sostenida en el tiempo: un segmento social radicalizado y que abraza el paradigma trumpista se escapa del PP. Son hombres menores de 30 que eligen no votar o las opciones al estilo Alvise Pérez. En la cúpula del PP admiten el asunto y que les preocupa. Hace meses, recuerdan, han puesto a Borja Semper a cargo de Cultura para transformar la forma de comunicar y tratar de llegar a esos nichos.

El dejar-hacer casi anárquico de Feijóo para con los barones (así lo prometió cuando negoció su elección al frente del partido), su alianza sin fisuras con la indomable Díaz Ayuso y un enfoque obsesivo en las causas de corrupción dicho en un partido que tiene decenas de condenados, sumado a un Sánchez incansable que sostiene una economía pujante, conforman un contexto que, para algunos, no justifica tanto optimismo y tanta sonrisa de fin de año.

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