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Colombia
Alicia Cabezudo: “El Estado colombiano incumple los acuerdos de Paz”
Alicia Cabezudo es pedagoga especialista en educación para la paz. En el marco de los acuerdos de negociación de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de ese país, rubricado el 24 de noviembre del 2016, se decidió instaurar este modelo educativo en todos los grados académicos, desde los jardines de infancia hasta la universidad. Por eso, Cabezudo, de la red internacional Campaña por un Currículum Global de la Economía Social y Solidaria, se trasladó a Colombia para diseñar e implementar este sistema formativo. La pedagoga lamenta que esta formación se está introduciendo de manera desigual en el país, y cree que las causas fundamentales de la guerra no han sido respondidas en el proceso de paz.
Un grupo minoritario de combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaron a finales de agosto que volvían a las armas. Se trata del que fue número dos de la guerrilla Iván Márquez y unas mil personas más. Tras cuatro años de negociaciones entre el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos y los líderes de las FARC en la Habana, el 24 de noviembre del 2016 ambas partes sellaron el Acuerdo de Paz que puso punto final al conflicto más longevo de Latinoamérica y a la guerrilla más antigua del mundo. Ese acuerdo de paz desmovilizó a más de 13.000 combatientes, que se han reinsertado en la vida social, laboral y política del país. Ahora, una parte de ellos han decidido volver a las armas, ¿por qué?
En el marco de las negociaciones entre el Ejecutivo y los guerrilleros, el 1 de septiembre del 2015 se aprobó por ley que existiera una asignatura de Educación para la paz en Colombia en los diferentes estamentos educativos, es decir, desde la guardería a la universidad. Por eso, la argentina Alicia Cabezudo, de la Campaña por un Currículum Global para la Economía Social y Solidaria, se trasladó a Colombia para planificar, estructurar e implementar los programas de educación para la paz en este país andino.
Desde su punto de vista, el reducido grupo guerrillero encabezado por Márquez ha decidido volver a las armas por diferentes motivos. El primero y principal, alega Cabezudo, es el “incumplimiento por parte del Estado colombiano de los términos de los Acuerdos de la Habana”, ya que está “produciendo falencias en los términos de sus cláusulas, mintiendo acerca de lo prometido o retardando con burocracia y lentitud extrema aquellas reformas iniciadas”.
El segundo lugar, argumenta, la guerra fue motivada porque en Colombia, como sucede en otros países de América Latina, la tierra pertenece a unas pocas manos, a grandes latifundistas, que también son dueños del subsuelo, que es rico en recursos naturales. Cuando las FARC iniciaron su lucha armada en los años 60 pedían una redistribución de las tierras.
“La causa fundamental de la guerra no se ha tocado hasta ahora, lo que conduce a un círculo de difícil solución que alimenta la violencia y el descontento de la guerrilla y de quienes firmaron la paz y entregaron las armas bajo claras condiciones estipuladas en los Acuerdos con aprobación y apoyo de veedores nacionales y extranjeros de gran prestigio”, asegura la pedagoga.
Ahora bien, Cabezudo recuerda que los que han decidido tomar las armas son un grupo reducido de mil combatientes frente a los 13.500 ex guerrilleros que se han incorporado a la vida civil. Estas personas, que principalmente viven en zonas rurales, realizan proyectos productivos, industriales, culturales, agrícolas, tecnológicos o educativos, entre otros.
El incumplimento por parte del Estado del acuerdo de paz y la violencia hacia los líderes sociales son algunos de los motivos que han llevado a un grupo de guerrilleros a volver a las armas, según Cabezudo
El problema principal para la pedagoga es que en Colombia sigue habiendo una situación de violencia: “A estos ex combatientes son los que están matando, así como a los líderes sociales que encabezan la lucha por la paz y los derechos humanos en las zonas rurales”. El hecho que vivan en zonas alejadas de las grandes urbes o ciudades, en caseríos o pueblos dispersos es lo que contribuye a que sean más vulnerables y estén más desprotegidos.
De hecho, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) de Colombia, en lo que llevamos del 2019 han sido asesinados 155 líderes sociales. Además, desde la primera semana de setiembre del 2016 (el acuerdo de Paz se firmó el 24 de agosto del 2016) han perdido la vida de forma violenta 777 líderes sociales. De hecho, esta cifra va en aumento. En 2016, de septiembre a diciembre fueron asesinados 132 líderes sociales, en 2017 un total de 208 y el año pasado 282.
Por otro lado, Cabezudo destaca que el anuncio de retomar la vía armada por este grupo reducido puede ser perjudicial para los que apuestan por la vía pacífica y política. Esto se debe a que el próximo 27 de octubre hay elecciones regionales en Colombia, donde se elegirán los gobernadores de 32 departamentos y los 1.099 alcaldes del país. Entre las formaciones que se presentan está la del exgrupo de guerrilleros. “Se les puede acorralar haciendo creer a la población que son todos asesinos, sin diferenciarse con quienes han optado por la vida política o por regresar a la violencia y a la guerra”, expresa la pedagoga.
defensa de los acuerdos de paz
Aunque, resalta, que hay excepciones, como la del Partido del Centro Democrático, del presidente, Iván Duque, y liderado por el expresidente Álvaro Uribe, que “ha manifestado su escaso apoyo al proceso de paz y que hoy intenta re-activar un discurso negativo a la luz de los acontecimientos de una nueva convocatoria de las FARC. Felizmente, no está teniendo mucho resultado”.
Pero eso, apunta, no es la tendencia mayoritaria en Colombia. “Hay un claro deseo y voluntad de continuar trabajando por la construcción de la paz desde los caminos democráticos, con la presencia del Partido FARC en el Parlamento y el apoyo de varios partidos políticos que se comprometen con los Acuerdos y con una definitiva solución a la violencia armada que lleva más de 60 años en el país en forma ininterrumpida”.
Para Cabezudo, la herramienta imprescindiblepara consolidar el proceso de construcción de pazes instaurar “la Educación para la Paz y la Ciudadanía, que sirve para la resolución de conflictos por vía pacífica y la construcción de una ciudadanía”.
La Campaña por un Currículum Global, red miembro del Comité Coordinador del Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras (FSMET), entiende quela educación para la pazestá vinculada a los valores de la economía social y solidaria. La unión de estos dos ámbitos, subraya Cabezudo, aporta en Colombia un rol de singular importancia que conlleva “nuevas perspectivas desde este campo específico, así como formas de relación y conocimientos que colaboran en la construcción de una paz duradera y sustentable que todo el país anhela.”
En este mismo sentido, Cabezudo relata que este sistema pedagógico ofrece “un marco teórico y de acción operativa para llevar a cabo actividades, programas y proyectos que producen un impacto duradero en el camino a la justicia social y económica, la solidaridad y la paz en Colombia”.
hacia un nuevo modelo económico y educativo
Para Cabezudo, la educación para la paz va íntimamente ligada con un cambio del modelo económico. “Para construir paz es necesario cambiar los sistemas económicos y para hablar de nuevos sistemas económicos se tienen que hablar de paz”. Así de contundente es la pedagoga.En este sentido, Cabezudo resalta que desde su entidad parten de la base de que “el sistema capitalista es violento per se, por lo que es imposible construir paz en la economía capitalista”. Su forma de producción, argumenta, es violenta porque se basa tanto en la competencia nacional como internacional y en una diferencia salarial entre las personas. “Para construir paz es necesario pensar en una economía diferente y ésta es la social y solidaria”, expone.
En esta tesitura, Cabezudo narra que desde hace alrededor de tres años se está intentando unir la economía social y solidaria con la educación para la paz. Por eso, desde la red que representa elaboran “diseños de proyectos pedagógicos que tengan en cuenta las alternativas económicas que circulan en el mundo con una perspectiva de construcción de paz, solidaridad y de cooperación entre la gente”.
¿Pero qué es educación para la paz? La experta explica que es un modelo creado por el brasileño Paulo Freire, que tiene como base que la pedagogía es un campo transversal, en el cual las asignaturas deben responder a nuevos formatos metodológicos, formar con valores y con una relación horizontal entre los docentes y los alumnos. “No hay un individuo que lo sabe todo, que establece un sistema autoritario, frente un grupo de alumnos que no sabe nada y tiene que aprenderlo todo. Sino que juntos, en un sistema que se denomina de diálogo reflexivo y de relación paralela, se construyen los conocimientos”, clarifica Cabezudo.
El ejemplo de Colombia
En el caso de Colombia, la implementación de la Educación para la Paz es obligatoria por ley desde el 1 de septiembre del 2015. “Esta ley comenzaba a preparar, instruir y educar para la paz. Pocos países cuentan con una ley como ésta”, resalta Cabezudo. Ahora bien, reconoce que su implementación está siendo lenta y con altibajos: “Algunas instituciones hacen caso de ellas y otras no”.Al detalle, explica, que principalmente se aplica en las escuelas de nivel básico y primaria en el área de ciencias sociales, pese que se recomienda hacerlo en todas las materias. En la secundaria ha tenido menos injerencia la implementación de la normativa. En el caso de las universidades es obligatorio que tengan un programa al respecto que se ha planificado en diversos formatos como seminarios, diplomados, cursos especiales, cursos de extensión, ciclos de conocimientos generales, entre otros. Además, se han creado másters de educación para la paz, de derechos humanos y de resolución de conflictos; a la misma vez que existen programas, cursos o proyectos formativos para educadores sobre estos temas.
“El resultado es bueno, pero se desaprovecha la oportunidad de aplicarlo a fondo y a gran escala en un país donde hablar de paz es hablar de un futuro seguro y sustentable, largamente esperado después de una guerra de más de 50 años”, señala.
Tanto la aprobación de la Ley de Educación para la paz, así como el acuerdo sellado entre el Gobierno y las FARC se suscribieron cuando era presidente Juan Manuel Santos. Ahora bien, el 27 de mayo del 2018 ganó las elecciones el partido conservador Centro Democrático e Iván Duque asumió la presidencia con un discurso contrario al acuerdo alcanzado por su antecesor con el grupo guerrillero. De hecho, Cabezudo reconoce que el actual mandatario ha mostrado “poca sensibilización” y “ un bajo interés” en que se cumpla la normativa educativa. Además, recalca que el Gobierno se ha enfocado más en subir los índices de calidad de la enseñanza que en profundizar en la formación para la paz, algo que para la pedagoga es inadmisible e incoherente en un país con décadas de conflicto interno.
“La Educación para la Paz debería ser un objetivo primordial del sistema educativo colombiano en todos sus niveles. No lo es y el Gobierno del presidente Duque no demuestra capacidad ni interés para revertir esta situación”, señala la experta.
Para Cabezudo, el modelo formativo basado en la paz no solo se debería impartir en países en conflicto como Colombia, sino en todos. La pedagoga es muy crítica con el sistema social actual que, afirma, se ha construido a base del individualismo, la competencia y se toma como referencia el que tiene más dinero o un teléfono móvil más potente. Por ello, apuesta que se eduque con valores como la paz, la solidaridad y la cooperación. “Hemos de comprender que hay otros valores y otras actitudes que tenemos que tratar de incentivar en los alumnos, en las comunidades donde trabajamos”, sentencia.