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La vida y ya
No está sola
Habíamos quedado para ver el documental No estás sola: La lucha contra La Manada. Le mandé el mensaje con la invitación a una amiga para que se viniera. “Anímate, luego haremos un rato de coloquio”, le dije.
Después, cuando ya lo habíamos visto y nos habíamos emocionado y nos habíamos llenado de rabia y fuerza a la vez. Después, cuando ya habíamos traducido todo eso en unas palabras que tardaron en salir un buen rato desde que escuchamos la frase con la que termina. Después, con muchas de las cosas que habíamos escuchado unas de otras aún flotando, me mandó un mensaje desde su casa. No era para decir “Llegué bien”, ni “Ya estoy en casa”, ni “Sana y salva en el hogar”. Era para decir: “Gracias! no es lo mismo ver estas cosas sola o juntas”.
Quizás fue el título lo que nos convocó a juntarnos para verlo. Lo que parece claro es que hay algo que nos pasa cuando estamos juntas y escuchamos esas tres palabras, una detrás de la otra, gritadas por muchas voces. No. Estás. Sola.
“La energía y la emoción que se genera entre muchas es irremplazable”, me decía mi amiga en su mensaje
Hay algo que pasa cuando nos juntamos y las coreamos multitud de voces de distintas tonalidades. Quizás ese es el instante en el que cobran un sentido que es capaz de arrollar todo lo que trate de impedir su paso. Quizás es cuando las gritamos para que las oigan las compañeras, amigas, hermanas que saben lo que significa no ser creídas. Quizás es en el instante en el que escuchamos a otras mujeres decirlas cuando eres tú a la que nadie cree.
Quizás pasa que es en ese momento cuando sentimos lo que significa ser feminista.
Porque, quizás, en esas tres palabras está recogida la esencia de lo que nos ha posibilitado sobrevivir al patriarcado durante un tiempo que desde el principio ya fue demasiado.
No estás sola.
Ahí cabemos todas.
“La energía y la emoción que se genera entre muchas es irremplazable”, me decía mi amiga en su mensaje.
Aunque muchas ya aprendimos de otras mujeres que lo que nos hace seguir sin rendirnos es justo eso, saber que no estamos solas, hay que seguir saliendo a la calle a gritarlo. Gritarlo bien alto. Para que ninguna se quede sin saberlo. Para que ninguna se quede sin escuchar esas tres palabras. No estás sola. No estás sola. No estás sola.