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Fútbol
La FIFA mantiene su amenaza de no emitir en Europa el próximo Mundial femenino de fútbol
Generalmente, las negociaciones de un contrato televisivo no suelen ser noticia más que cuando se anuncia el acuerdo definitivo. En el caso de los derechos de retransmisión del próximo Mundial femenino, fue el propio presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), Gianni Infantino, quien puso el tema en el centro de la noticia cuando amenazó hace unas semanas con que los cinco países europeos más importantes a nivel futbolístico (Alemania, Francia, Reino Unido, España e Italia) podrían quedarse sin ver la competición por televisión.
Infantino hizo aquel anuncio a través de su cuenta de Instagram, en un gesto que se entendió como una medida de presión dentro de un complejo proceso de negociación. La realidad es que, cinco semanas después, apenas ha habido cambios entre las partes implicadas y con el Mundial a menos de mes y medio para el inicio, sigue sin haber un acuerdo para su emisión en los cinco principales países europeos.
Las negociaciones comenzaron en 2021, cuando la FIFA decidió separar los derechos de retransmisión del Mundial femenino del acuerdo por los del Mundial masculino, como venía haciendo desde que, en 1991, se organizara la primera Copa del Mundo en categoría femenina. Este cambio fue consecuencia del fuerte crecimiento que ha experimentado el fútbol femenino en los últimos años y con el que la FIFA confiaba en aumentar sus ingresos. Muy al contrario, las ofertas que recibieron no llegaron a las cifras que esperaban y eso provocó la amenaza de Infantino.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, denuncia que las ofertas de las televisiones europeas oscilan entre uno y diez millones de dólares, frente a los entre 100 y 200 millones que se pagaron por el Mundial masculino
Poco días después, en una reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra, el propio presidente de la FIFA insistió en la presión sobre las empresas de comunicaciones. “Nosotros dimos el primer paso incrementando los premios considerablemente y nuestro objetivo es llegar a una igualdad en el próximo Mundial. Pero las televisiones, especialmente las públicas, financiadas con dinero de los contribuyentes, deberían ser consecuentes con sus palabras, porque critican, legítimamente, a los organizadores del fútbol o de otros deportes por no pagar igual a hombres y mujeres, pero necesitamos generar ingresos y deberían ayudarnos o, de lo contrario, simplemente no les venderemos los derechos a unos precios infravalorados y el público europeo no podrá ver el Mundial”. Al mismo tiempo, Infantino denunciaba que las ofertas de las televisiones europeas oscilaban entre uno y diez millones de dólares, frente a los entre 100 y 200 millones que se pagaron por el Mundial masculino. “Es un tortazo en la cara de todas las jugadoras del Mundial y de todas las mujeres del mundo”, declaró entonces Infantino.
Recientemente, en un evento de promoción de la FIFA, la antigua seleccionadora de Estados Unidos y bicampeona del mundo, Jill Ellis, respaldó la posición de la FIFA al declarar que “han pasado los tiempos en los que teníamos que suplicar un poco de respeto para el fútbol femenino. Creo que tenemos que valorarnos como deporte global”. La secretaria general de la FIFA, Fatma Samoura, también respaldó las palabras de su presidente, recordando que el pasado Mundial femenino fue visto por 1.120 millones de personas e insistiendo en que “las ofertas que hemos recibido no cumplen las expectativas de la FIFA (…). Todo el mundo habla de igualdad. Nos gustaría que esas palabras se transformaran en acciones. La acción más sencilla es valorar el Mundial a un precio justo. Es todo lo que pedimos”.
Infantino está en lo cierto cuando dice que la FIFA incrementó los premios. En concreto, los ha triplicado con respecto al pasado Mundial de 2019, hasta llegar a los 152 millones de dólares. También es cierto que todavía están lejos de los 440 millones en premios que repartieron en el pasado Mundial masculino y que mientras federaciones como las de Noruega, Australia o Estados Unidos ya han firmado acuerdos para que las selecciones masculina y femenina igualen sus sueldos, el compromiso de la FIFA es alcanzar este objetivo en 2027 y para ello cuentan, precisamente, con el incremento de los derechos de televisión de las competiciones femeninas. Al mismo tiempo, la inversión de la FIFA en el desarrollo del fútbol femenino se ha incrementado en un 256% en los últimos años, sin embargo, esto supone únicamente el 0,8% de su inversión total en desarrollo y educación.
La decisión de organizar el Mundial en Australia y Nueva Zelanda puede beneficiar a los intereses de la FIFA de extender el fútbol por todo el planeta, pero reduce el interés que pueda despertar en Europa, con partidos que empezarán entre las ocho y las doce de la mañana
Por otro lado, la decisión de organizar el Mundial en Australia y Nueva Zelanda puede beneficiar a los intereses de la FIFA de extender el fútbol por todo el planeta, pero reduce el interés que pueda despertar en Europa, con partidos que empezarán entre las ocho y las doce de la mañana. Así, no parece probable que se repitan las altas audiencias registradas en el pasado Mundial, disputado en Francia, con partidos en horario estelar y por el que la cadena pública gala, TF1, pagó 10 millones de dólares.
El seleccionador del equipo femenino de Francia, Hervé Renard, declaró recientemente a Bein Sports que “no es un problema de las cadenas de televisión, es un problema de la FIFA, que pide demasiado por los derechos (…). Espero que todos hagan un esfuerzo, porque es absolutamente necesario que este Mundial se retransmita por televisión”.
Ante la falta de avances en las negociaciones, el 31 de mayo los ministros de deportes de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España publicaron un comunicado conjunto en el que destacaban la importancia que tiene televisar el Mundial para dar visibilidad al fútbol femenino. Al mismo tiempo, explicaban que “consideramos que es nuestra responsabilidad movilizar plenamente a todos los interesados, para que lleguen rápidamente a un acuerdo”.
Por ahora, según las informaciones, las cadenas británicas BBC y ITV han sido las únicas que han decidido subir su oferta. El resto mantienen las cifras iniciales. Por parte de la FIFA, siguen defendiendo su “obligación moral y legal de no vender los derechos por debajo de su valor”, aunque su compromiso con el fútbol femenino se debilita cuando lo utiliza como herramienta de presión en una negociación comercial. Igual que no mostraron sensibilidad cuando, hace unos meses, iniciaron negociaciones para que la autoridad turística de Arabia Saudí se convirtiera en patrocinador del Mundial femenino. Entonces, el historial de denuncias por violaciones de los derechos humanos del país saudí y, concretamente, de violaciones de los derechos de la mujer, provocó la inmediata protesta de organizadores y jugadoras. Infantino se vio obligado a romper las negociaciones, sin mostrar ninguna autocrítica, en lo que definió como “hacer una tormenta en un vaso de agua”. En esta ocasión, mantiene su amenaza de no emitir los partidos del Mundial en los principales países europeos, ante la inacción de unas televisiones que tampoco parecen valorar suficientemente el crecimiento que ha experimentado el fútbol femenino en los últimos años.
Todas las partes confían en que se termine llegando a un acuerdo antes del inicio de la competición. Por el momento, queda un nuevo ejemplo de que el fútbol femenino está en manos de unas instituciones que no terminan de entender su verdadera dimensión y el crecimiento que viene experimentando desde hace ya unos cuantos años. Las cifras de asistencia a los estadios, de audiencias por televisión, muestran este desarrollo y, este mismo fin de semana, la final de la Champions League femenina, entre Barcelona y Wolfsburgo, volvía a alcanzar récords de audiencia. Mientras tanto, FIFA y las cadenas de televisión ponen en riesgo ese crecimiento, con una pelea en la que una apuesta decidida permitiría a ambas partes cubrir sus expectativas. Un nuevo ejemplo de que, en el fútbol femenino, cada paso adelante sigue exigiendo superar más obstáculos de los habituales y siempre aparece una nueva polémica que impide hablar únicamente de fútbol y de la competición.