Gobierno de coalición
El salario mínimo espera el deshielo, entre la inflación y la dureza patronal

Los fuertes aumentos en la cesta de la compra exigen celeridad para una actualización del SMI, que ya debería estar hecha. Yolanda Díaz promete una pronta negociación pero aún no está convocada la mesa. La CEOE advierte su techo mientras los sindicatos y economistas recuerdan la necesidad de mantener el poder adquisitivo, y no solo por justicia social.
Salario o Conflicto - 11
Manifestación de los sindicatos CC OO y UGT en noviembre de 2022. David F. Sabadell

No son tiempos fáciles para las personas de rentas bajas. Con los alimentos disparados en un 30% interanual (el crecimiento del IPC se ralentiza pero no la parte que le corresponde a la cesta de la compra), la recuperación del poder adquisitivo se hace urgente para muchas familias. Más precisamente, dos millones de ellas: son quienes cobran el salario mínimo interprofesional o cuyo sueldo de convenio está afectado por él.

El sentido común apunta a que para el último día hábil de enero, el Gobierno legisle al respecto. La ley indica que Moncloa debe convocar a los agentes sociales (sindicatos y empresarios) pero la decisión, a falta de acuerdo, puede ser unilateral, por más que luego se pague algún coste político. En caso de que haya más retrasos, al mes siguiente, o subsiguientes, los empleadores deberían abonar en retroactivo y todo se vuelve más engorroso (además que algunas prestaciones también están vinculadas al SMI).

Los agentes sociales y el Gobierno sólo se han reunido al respecto en una ocasión, el pasado 21 de diciembre

Hace pocos días, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha vuelto a repetir que las patronales apoyarán un incremento del 4%: “Nadie está diciendo que no suban los salarios, absolutamente nadie. Creemos que, además, efectivamente, hay que hacer algo, pero hay que hablar en conjunto, no solo de una cifra”. Además, ha señalado que “hay más variables” en juego a la hora de considerar el tema y, cómo no, pidió empatía con la situación de algunos sectores, como el campo, o las empresas que están “en pérdidas”.

La mesa no está servida

El frío polar ha llegado bastante tarde a la península en esta temporada de invierno. Pero no para el salario mínimo, cuya nueva subida avanza a paso de caracol. Los agentes sociales y el Gobierno solo se han reunido al respecto en una ocasión, el pasado 21 de diciembre. En aquella oportunidad, representantes del Ministerio de Trabajo llevaron a la mesa las recomendaciones hechas por la Comisión de Expertos, que plantean una horquilla de incremento de entre el 4,6 y el 8,2% para 2023. En metálico sería entre 1.046 y 1.082 euros.

El presidente de la confederación española de empresarios, cuando hizo esas declaraciones al salir de un encuentro de patronales y fue preguntado por la mencionada horquilla, respondió sugestivo: “Nos parece bien. Los expertos están en esta casa”, en alusión a la CEOE.

La pata principal de esta mesa se llama Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo y representante máxima en el Gobierno del socio minoritario Unidas Podemos, aunque las cosas internas en ese espacio no pasen por su mejor momento. Quienes conocen su táctica habitual, saben que la exconcejala de Ferrol suele involucrarse (y expresarse públicamente) solo por los asuntos que realmente le importa que prosperen. El SMI es uno de ellos.

“No se puede estar reclamando que se mantenga el poder adquisitivo en las pensiones o prestaciones y no hacerlo en el SMI”, recalca Mari Cruz Vicente (CC OO)

También hace muy pocos días, desde València, la vicepresidenta dijo ante los medios que “sin lugar a dudas” el SMI iba a “seguir subiendo, la cuantía suficiente”. Añadió que no había “ningún problema” con la mesa de negociación y que ésta se reunirá “con carácter inmediato”.

Sin embargo, llama la atención que entrando a la tercera semana de enero, no haya convocatoria formal hecha a los sindicatos. Así lo ha confirmado en conversación con El Salto la secretaria de Acción Sindical de CC OO Estatal, Mari Cruz Vicente Peralta: “Los tiempos que quedan no son muchos. El 31 de enero habría que aplicar ya el nuevo salario mínimo, por tanto el Gobierno tendrá que determinar lo que nos va a ofrecer”.

Sobre la reunión de diciembre, Vicente explica que fue más bien “un intercambio de impresiones para poner encima de la mesa lo que cada uno planteaba” y recuerda que el año pasado Moncloa se comprometió a que el SMI llegue al 60% de la media salarial del Estado español. Pero, además, matiza lo informado por el Comité de Expertos, que Garamendi quiere empujar a la baja: “Los datos con los que trabajan no son los de 2022, van con retraso, son de 2020. Por eso hay un margen en función de las previsiones de lo que sería con esta inflación, dijimos que hay que tenerla en cuenta”.

Cuando estaba en los 600 euros, el SMI afectaba solo a 400.000 personas. Por su ascenso hoy impactaría en los ingresos de cinco veces más ciudadanos

Preguntada por lo que le dijeron desde el Gobierno, ha asegurado que “no hay propuesta formal” y reiteró que tanto CC OO como UGT coinciden en que habría que llegar a los 1.100 euros. “No se puede estar reclamando que se mantenga el poder adquisitivo en las pensiones o prestaciones y no hacerlo en el SMI”, recalca, y sobre los agoreros de la destrucción de la economía por subir el salario mínimo, ironiza: “Son el clásico de todos los años”.

Vicente subraya un dato inocultable: el dinero que se destina a las dos millones de rentas mas bajas españolas no va a las islas Caimán sino al consumo, algo que impulsa el empleo en términos generales. Cabe recordar que hasta el Banco de España, cuyos informes no suelen ser una proclama leninista, ha reconocido que hubo una relación directa el sostener el SMI con el crecimiento y la creación de empleo.

“No tener el SMI en tiempo y forma genera distorsiones. Si bien no hay un problema legal, se hace una prórroga del decreto anterior y siguen vigentes los 1.000 actuales”, explica. Cabe recordar que anteriormente, cuando estaba en los 600 euros, el SMI afectaba solo a 400.000 personas. Por su ascenso hoy impactaría en los ingresos de cinco veces más ciudadanos.

La representante de CC OO ha recordado que la inflación derivada de la invasión a Ucrania la han pagado las y los trabajadores, ya que la mayoría de las empresas “pudieron cargar sus mayores costes al precio final y algunas han tenido márgenes de ganancia importantes, como lo muestran los datos de la Agencia Tributaria”.

“Que la demanda no se hunda”

“El alza del SMI amenaza con expulsar a más empleadas del hogar a la economía sumergida”, era el titular de un artículo en uno de los periódicos de derecha más leídos de España. Es solo un ejemplo de los varios titulares negativos que suelen llover en la antesala de las negociaciones de toda puja distributiva. Sea el salario mínimo, las cotizaciones o los impuestos a las grandes fortunas o propietarios.

La ola pesimista cuando el viento de orilla es favor de las clases trabajadoras suele ser directamente proporcional a cuando hay ayudas a los sectores de renta concentrada, al menos en los grandes medios. Es importante en estos casos la interpretación de los datos y ser consciente de la fuente de esos malos presagios.

“Todo es un problema de dónde pones el foco. Si tienes en la cabeza solo que los empresarios son el actor principal de la economía puedes pensar ‘coño, estás subiéndoles los costes y se van a fastidiar’. Pero los salarios suponen más del 60% de la demanda efectiva de España. Puede ser que a un empresario en concreto se le pueda estar jodiendo porque le baja los márgenes, pero la subida de todos le está mejorando las ventas a muchos”, afirma a El Salto el economista y profesor Ignacio Muro Benayas, presidente de la Plataforma para la Democracia Económica.

Muro recalca que no hay “ningún organismo internacional hoy día, ni el Fondo Monetario Internacional, que diga que hay que hacer un ajuste en el salario, al revés, aseguran que es la única manera de superar la crisis. Y si no suben por convenio colectivo, la alternativa es subir el SMI, que afecta a los sectores más precarizados, en cambio los beneficio de las grandes empresas no van al consumo, lo juegan en bolsa o en paraísos fiscales”.

Con respecto a la prédica fatalista, ha destacado que el objetivo principal debe ser que la demanda “no se hunda” y pone el foco en que el momento histórico que se está viviendo ahora es muy distinto: “Entre 1990 y 2010 la demanda global estaba garantizada porque China era un país que tiraba mucho, y la caída del Muro de Berlín también produjo una demanda exterior impresionante. Peo ahora mismo no está creciendo el comercio exterior global, hay que conseguir que se sostenga el mercado interior”.

Los sindicatos por ahora estarían aceptando que los incrementos sean superiores pero a lo largo de tres años y ya acordarlo ahora. Es decir, pactar una cifra mayor pero en cuentagotas. “Es mejor porque hoy día los sindicatos están débiles y si peleas para el cortísimo plazo es peor, no lo conseguirían, mejor pensarlo a tres años y no centrar todo el aumento en uno solo”, opina Muro.

El problema no es solo que el salario real se ha derrumbado para las familias, cuya demanda es más inelástica y deben dedicar buena parte de su dinero a alimentos, medicamentos y ropa, sino que desde la acera de enfrente no se ve la mejor de las predisposiciones.


La CEOE, como toda gran familia, tiene posicionamientos internos distintos y sensibilidades varias. Están los halcones y las palomas. Seguramente nadie tendrá amor por este Gobierno pero hay dirigentes patronales que exigen a Garamendi posiciones mas duras. Algo de eso hubo en diciembre pasado, cuando no fue ningún representante de este sector. A cambio, enviaron por correo la propuesta del 4%. Fue un gesto, o un berrinche, por el hecho que la Inspección deba aprobar los ERE, y que consideraron una traición de Moncloa.

La convocatoria no está hecha pero se espera que Díaz, con intereses electorales concretos, impulse la mesa para fin de mes. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tendrá la última palabra. Pero justo es decir que en su juego dialéctico de toma y daca con medidas progresistas y otras no tanto, el SMI viene teniendo viento a favor.

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