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Andalucía
Pasado y presente de la antropología andaluza
Si hay una disciplina que se ha acercado a la realidad social y cultural de Andalucía desde una perspectiva y una metodología basadas en el contacto próximo con sus habitantes y sus modos de vida podemos asegurar que es, especialmente, la antropológica
La Antropología Social y Cultural tiene como objetivo el estudio de las sociedades y de las prácticas culturales asociadas a las mismas, lo que a fin de cuenta son las formas de vida y la forma de entender el mundo (cosmovisión) de un grupo humano. Dicho estudio se realiza principalmente a través de lo que conocemos como metodología etnográfica, basada en el trabajo de campo y en el conocimiento prolongado y lo más exhaustivo posible del grupo humano en cuestión. Esta metodología se puede enriquecer enormemente con un adecuado conocimiento de la trayectoria histórica de dicha sociedad, de sus condicionantes geográficos y temporales, de sus características sociológicas y de su propia tradición de pensamiento, así como la visión que desde fuera se ha tenido de la misma. Dicho de otra manera, se hace necesaria una transdisciplinariedad, un conocimiento, contacto continuo y mezcla con otras disciplinas afines (Filosofía, Historia, Geografía, Sociología, etc.) para que la labor antropológica se aproxime de manera más certera a aquello que investiga y sobre lo que lleva a cabo sus análisis y reflexiones. En el caso de Andalucía, esta disciplina ha aportado numerosas contribuciones a su estudio y a su conocimiento, debido a investigadores e investigadoras provenientes tanto del propio territorio andaluz como de otros territorios peninsulares y foráneos, aunque evidentemente ha sido el conocimiento local el que ha dado lugar a la mayor cantidad de estudios, así como a su instauración en el ámbito académico andaluz.
Los estudios antropológicos sobre Andalucía se van a centrar en un primer momento en las zonas rurales, especialmente en la investigación en determinados pueblos, que van a ser estudiados desde la perspectiva que se ha denominado como “mediterraneísta”. Esta corriente, que tendría la zona del Mediterráneo como área de estudio, se puede considerar que es iniciada por el antropólogo británico Julian Pitt-Rivers, quien iba a realizar su trabajo de campo en la localidad gaditana de Grazalema, iniciando así una tradición de estudios llevados a cabo en el sur de Europa durante las décadas siguientes. Se cuestionaba así la idea de que los antropólogos eran unicamente los encargados de estudiar las sociedades consideradas como “primitivas”, situadas en contextos lejanos y exóticos, si bien el sur de Europa, y Andalucía en este caso, con una fuerte tradición de imaginario romántico europeo hacia la misma, no dejaba de ser vista con una cierta mirada provista de ideas preconcebidas sobre sus características socioculturales. Pese a esto, la obra de Pitt-Rivers, titulada The People of the Sierra (1954), se iba a convertir en el texto de referencia para aquellos que, provenientes sobre todo del ámbito anglosajón y norteamericnao, iban a llegar a Andalucía a partir de entonces para llevar a cabo sus investigaciones.
En la década de los sesenta encontramos a una joven generación de antropólogos andaluces que se van a encargar de ir asentando la disciplina en el propio ámbito académico a partir de los años setenta y ochenta. Provienen fundamentalmente de la escuela de etnohistoria y antropología americanista creada por José Alcina Franch en la Universidad de Sevilla, y entre este grupo de discípulos destacan Alfredo Jiménez Núñez, Isidoro Moreno, Salvador Rodríguez Becerra y Pilar Sanchíz. Desarrollarán dos líneas de investigación, una de orientación americanista sobre Mesoamérica y otra sobre etnología andaluza, opción esta última que hará fortuna finalmente entre sus investigaciones y las de sus alumnos y alumnas.
En esta época, además de los estudios etnohistóricos realizados gracias especialmente a las consultas en el Archivo de Indias, cabe destacar la realización de algunos estudios de comunidad al estilo de los que llevaban a cabo los antropólogos foráneos. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de éstos, los antropólogos andaluces echaban mano de la documentación histórica para sus investigaciones, con lo cual eran capaces de superar el sesgo atemporal al que durante largo tiempo había estado acostumbrada la antropología anglosajona. Un buen ejemplo de esta superación es el estudio de comunidad de Enrique Luque, antropólogo proveniente de la licenciatura de Derecho, en la Universidad de Granada. Algunos de estos pioneros de la antropología andaluza habían coincidido en la Escuela de Estudios Antropológicos, creada por el antropólogo catalán Claudio Esteva en el Museo Nacional de Etnología entre 1965 y 1968.
La antropología andaluza, aún bastante incipiente durante estos años a caballo entre el tardofranquismo y el nuevo régimen, se iba a decantar por el estudio sobre el campesinado en la línea de la antropología de tradición mediterraneísta y con aportaciones teóricas del estructural-funcionalismo y el estructuralismo, corrientes en boga en la época en la cual predominaba el peso de la academia anglosajona y la francesa. El mundo campesino y sus normas sociales y valores en un mundo en plena transformación iba a ser de interés para aquellos jóvenes que además lo tenían próximo y podían acercarse asiduamente al mismo, sin tener que buscar destinos lejanos y culturas ajenas.
A caballo entre los años setenta y los ochenta encontramos un núcleo de antropólogos que comienza a surgir en Granada, los cuales se constituyen en una asociación de Antropología en 1982. Dicho núcleo estaría formado por Pedro Gómez, Rafael Briones, Demetrio Brisset y José Antonio González Alcantud, y el objetivo principal de esta asociación granadina iba a ser el estudio de la cultura andaluza. Durante los años ochenta y noventa, el estudio de la cultura andaluza sería el principal objeto de investigación de la antropología local, producida fundamentalmente en el ámbito sevillano y en el granadino. En 1982 tendría lugar en Jerez de la Frontera un primer encuentro de antropólogos andaluces, al que acudirían los investigadores de ambos núcleos, así como también de otras provincias. En 1984 surgiría en Córdoba una asociación de Antropología a nivel andaluz para abarcar todo el territorio, la cual continúa activa.
Los estudios sobre la cultura andaluza (más concretamente sobre la “cultura popular” o “tradicional” andaluza) estarían ligados, de forma más o menos crítica, a los conceptos de etnicidad e identidad, muy relevantes durante dicha época y que suscitarían diversos debates, algunos en el seno de la propia antropología andaluza. La cultura andaluza, que sustentaría a la identidad propia, sería abordada mediante el estudio de las creencias populares, los rituales y las fiestas, las formas de sociabilidad y asociacionismo como las hermandades y las peñas, la reproducción de la cultura propia por parte de los emigrantes andaluces y las prácticas culturales asociadas al trabajo de artesanos, jornaleros y obreros. El lugar de estudio no iba a ser ya únicamente la comunidad sino que también, y especialmente, el espacio comarcal y el conjunto del territorio andaluz. A las investigaciones sobre las zonas rurales se añadirían las que se desarrollaban en las urbanas, principalmente sobre los barrios históricos y los periféricos.
Dentro de los estudios sobre la cultura popular andaluza iba a surgir una conciencia de la necesidad de rescatar el pasado de la propia disciplina en Andalucía, recuperando a figuras de tal relevancia como los antropólogos y folkloristas Antonio Machado y Núñez, Antonio Machado y Álvarez “Demófilo” (abuelo y padre de los hermanos Machado), Alejandro Guichot o Luis Montoto.
A partir de los años noventa, y hasta la actualidad, encontramos una serie de líneas de investigación que determinarían el rumbo de la antropología producida en Andalucía. Cabe destacar que sería en esta época cuando comenzara la consolidación de la disciplina antropológica en las universidades andaluzas, así como en algunas instituciones museísticas y administrativas. La antropología andaluza iba a acercarse a temas emergentes como el patrimonio, las migraciones, las minorías étnicas, la antropología de la salud, el género, la antropología de la alimentación o la antropología ecológica.
El patrimonio etnológico iba a ser tratado desde diversas perspectivas, como aspecto cultural proveniente de la cultura popular y relacionado con la noción identitaria, y gracias en parte a que la legislación autonómica iba a ir reflejando la protección de este tipo de bienes culturales. El fenómeno turístico, que décadas antes había hecho su aparición en Andalucía de manera importante, como elemento ligado al ocio también se iba a ver vinculado a la promoción de los bienes patrimoniales.
En un contexto de enorme movilidad entre continentes y de búsqueda de un futuro laboral en otros territorios, el estudio del fenómeno migratorio sería uno de los que más auge iban a ir adquiriendo, y unido a éste el de las minorías étnicas, asociadas también en gran medida a la exclusión social y a lo marginal. Estas investigaciones se han desarrollado principalmente en los ámbitos sevillano, granadino, jiennense y almeriense.
La antropología de la salud, vinculada especialmente a la formación de profesionales de la salud pública, estaría ligada al estudio de la medicina popular en un primer momento para dar paso posteriormente a una revisión de los discursos hegemónicos sobre la medicina institucionalizada y al estudio de los consumos realizados por jóvenes y grupos en riesgo de exclusión.
La perspectiva de género, ligada a la eclosión de la antropología feminista a partir de los años ochenta, iba a marcar un antes y un después en el marco de la disciplina. La antropología andaluza estaba comenzando a contar con diversas jóvenes antropólogas que se estaban acercando a la perspectiva de género a la hora de llevar a cabo sus investigaciones. La mujer andaluza, los estereotipos surgidos en torno la misma y la forma de llevar adelante su vida en un entorno en muchas ocasiones poco favorable serían algunos de los primeros aspectos tratados, especialmente en el ámbito sevillano. Posteriormente, y sobre todo en el ámbito granadino, los estudios de género, tratados por antropólogas que se iban a especializar en los mismos, iban a abarcar aspectos como las migraciones y las minorías, la salud y la existencia de diversas identidades de género.
La antropología de la alimentación ha tenido un cierto desarrollo, igual que la antropología ecológica, y en los últimos tiempos además se están comenzando a vincular entre sí, al relacionar la alimentación con la producción de los propios alimentos. Otros campos de estudio, como la antropología visual y la antropología del arte, han tenido un desarrollo leve, que será conveniente incrementar con el tiempo. Algo similar ocurre con la antropología histórica, continuadora de la tradición etnohistórica de los primeros tiempos de la antropología andaluza y que vincula la perspectiva antropológica con la historia social, y que en Andalucía ha estado especialmente vinculada al estudio del campesinado, el movimiento jornalero, la celebración de festejos y el asociacionismo, el fenómeno de la esclavitud afroandaluza y la memoria histórica, aspecto este último que en los últimos años ha ido adquiriendo importancia.
Hasta aquí hemos podido observar lo que la antropología andaluza ha sido y cómo se ha acercado a la realidad social y a los aspectos socioculturales de Andalucía. Lo que sea en un futuro dependerá del desarrollo que continúe teniendo esta disciplina en nuestra tierra, no solamente en el ámbito académico sino en otras instituciones y sobre todo en la capacidad de interacción con la sociedad andaluza y sus demandas, para lo cual es necesario el contacto continuo con las personas y el conocimiento de las mismas que la Antropología nos ofrece. Fundamental también es y será pensar a la propia Andalucía desde nuestro amplio y diverso conocimiento sobre la misma, reivindicando el pensamiento producido desde este rincón del Sur tan sobrado de prejuicios y falto aún de una mayor puesta en valor de sus tradiciones epistemológicas.