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SUMAR 2077

Somos famosos en Pol&Pop por nuestro lema “no extender la bajona”. Pero -aih- ¿por qué me duele la tripa? ¿Qué es esa sequedad que me atraviesa la garganta?
sumar 2 abril
Minutos antes de la presentación de la candidatura de Yolanda Díaz. Foto de Sumar
Raúl Royo. Podcaster, librero, e inquieto en general.
24 jun 2023 13:41

Somos famosos en Pol&Pop por nuestro lema no extender la bajona. Pero -aih- ¿por qué me duele la tripa? ¿Qué es esa sequedad que me atraviesa la garganta? No extender la bajona no significa que los malestares no deban ser explicados y formar parte del debate público.

A nadie se le escapa que SUMAR no está siendo exactamente  la divertidísima fiesta que anunciaba el flyer. Sensación de deja vú ¿Cuando había sentido esto antes?

Durante dos años levantaron el hype. Prometieron un juego no sólo guapísimo sino revolucionario. Una narrativa espectacular, una jugabilidad inédita. Graficazos. Lo cierto es que el currículum previo del equipo de desarrollo no podía ser mejor. Y lo que vimos en las demos y los eventos francamente prometía. También es cierto que la cosa iba teniendo retrasos pero desde el equipo se insistía en que aquí no iba a haber crunch: que un proyecto como este no podía hacerse con prisas sino con amor.

Al final hubo prisas. Vaya si hubo prisas. Y muchísimo crunch. El producto, al día del estreno, estaba lleno de bugs. Lo peor, para todas y todos los que estuvimos esperando tanto tiempo, es que suponía un downgrade brutal respecto a las demos. Podía ser majo, pero estaba lejos de ser revolucionario o innovador de ninguno de los aspectos que prometía serlo. Estoy hablando por supuesto de Ciberpunk 2077, pero lo cierto es que todo lo dicho vale, también, de metáfora para hablar de SUMAR,

Si lo quieren ahora un poco más en serio, triunfan estos días análisis y explicaciones del tipo la izquierda pierda cuando… Preferimos sin embargo hacer la explicación en positivo. La izquierda es más potente, audaz y masiva cuando consigue encarnar, representar y canalizar la potencia popular. Esa cosa compleja, plural y contradictoria. 

He dicho encarnar y representar y canalizar. Cada uno de estos verbos refiere a un conjunto de mecanismos diferentes de relación e interpenetración entre la base social y la estructura política institucional, entre el campo popular y la representación partidaria. No operan como sinónimos y es necesaria la concurrencia simultánea de casi todos ellos. Nadie dijo que esto fuera fácil.

Dicho de otro, cuando a la capacidad de la conducción política de interpretar la voluntad, las pasiones, las preocupaciones y los estados de ánimo del país, se suma la acumulación, superposición y composición virtuosa de una multitud de dispositivos por los que permea, discurre y se distribuye (a veces en forma de ideas, a veces de propuestas, a veces en forma de personas) la inteligencia adquirida en las prácticas y los conflictos que tienen lugar, en una metáfora malísima, a pie de calle.

De estos mecanismos algunos son sutiles, incluso abstractos, como la conformación de esferas de opinión , flujos de estados de ánimo, accesibles a veces sólo mediante la demoscopia incluso la pura genialidad; otros de tipo formal, como las primarias abiertas o los programas colaborativos; y otros intermedios; procesos de escucha, interpenetración y apertura entre movimientos sociales, mundo asociativo y estructura partido; por poner algunos ejemplos.

Son estos mecanismos los que aportan, no sólo legitimidad, sino también densidad, alegría e, insistimos, una forma de inteligencia distribuida a los procesos políticos.

Es difícil encontrar una definición precisa de en qué consiste la democracia. Aquí vamos a optar por esta: en el sentido plebeyo que le conferimos, la democracia consiste en la “desconstitución de la autocracia”. Una forma, necesariamente compleja, de decir lo siguiente: todo sistema político tiende a cerrarse sobre sí mismo, los actores que ocupan los puestos centrales de un proceso político están sometidos a la permanente tentación de forzar los mecanismos para excluir a los que se encuentran fuera. Es decir, tienden de manera casi necesaria -por gravedad- a constituirse como un grupo separado, que opera cada vez más en lógicas auto-recursivas, a responder a sus propios intereses (cada vez más separados) y a impermeabilizarse a la influencia externa.

Esto no es una desviación o una corrupción del sistema. Es la lógica de su propia dinámica. La democracia se identifica con una serie de mecanismos formales (el sufragio, la participación) en cuanto constituyen los dispositivos de apertura o quiebre (al menos poner palitos en las ruedas) de esa lógica de cierre oligárquico presente en el sistema político. PD: es esto, precisamente, lo que significa desconstitución.

No somos aquí ajenos a las legítimas demandas, de autopreservación, reproducción, visibilidad, de las organizaciones políticas en los procesos de confluencia (muchos menos a las ilegítimas, también es verdad). Ni siquiera a lo que los procesos políticos tienen de pura y desnuda relación de fuerzas y enfrentamiento. Incluso a los problemas derivados que tienen muchos de estos mecanismos que plantemos como necesarios, que introducen tanta riqueza y pluralidad como complejidad. 

No somos ajenos, por ejemplo, a los efectos de las primarias abiertas, en lo que tienen de constitución de facciones a la interna de las organizaciones, de agonismo y enfrentamiento entre compañeros y compañeras, los desgarros y heridas emocionales que pueden llegar a producirse, muchas veces a las puertas de procesos electorales. Cualquiera que haya estado atento o mínimamente participado en Podemos en el último ciclo es perfectamente consciente de lo letal que ha resultado en muchos territorios (y al conjunto del partido en los sucesivos Vistalegres). También es cierto que esto ha sido así quizás no sólo por la concurrencia de primarias abiertas y otras formas de sufragio, sino por una extraña estructura (“mucha” democracia por abajo y muy poca por arriba) por la cual los órganos salidos de los mismos, por diseño, no eran permeables a esa lógica democrática, y donde la facción ganadora en los órganos tenía plena capacidad de minorizar, excluir, incluso expulsar al resto. 

En todo caso somos tanto o más conscientes de las dinámicas que resultan cuando estos mecanismos están ausentes. Constitución de partidos de cuadros, lógicas políticas dirigidas por el oportunismo, subordinación a los proyectos oligárquicos, relación con los movimientos sociales de abducción y no de interpenetración, etc. Triunfo de una forma de inteligencia centralizada que, como hemos comprobado en el reciente ciclo político, demuestra escasa resiliencia a la fatiga, el acoso y el fallo.

No somos demócratas por vicio, o por fetiche, sino por necesidad.

El hecho de que en SUMAR, el actual proceso político en curso, no se encuentren, por diseño, desinterés o incapacidad, a priori o de momento, casi ninguno de estos elementos resulta difícil de digerir. Lejos de la ilusión que podíamos proyectar. La razón de estado o de excepción, de unas elecciones generales repentinas, con las que se justifica un acuerdo de cúpulas al que sólo podemos asistir como espectadores, no se compadece con la memoria de dos años donde se dibujaba otra cosa y otra cosa podría haberse construido.

Igualmente conscientes de que, en el esquema que hemos dibujado al principio, no sólo es necesario que concurra una estructura partidaria abierta, distribuida y permeable a la pluralidad. riqueza y potencia del campo popular sino, propiamente, también un campo popular activo y potente. Es más bien constatar que estamos ante el encuentro de los dos negativos de este modelo lo que produce la desazón de una situación de casi jaque mate.

En este punto, como en otras muchas ocasiones, las dinámicas institucionales y populares se han dislocado. Conviene ahora aprovechar los avances y aprendizajes en cada terreno para no empezar de cero y volver a los mismas aporías: institución vs. calle, representación vs. activismo que comenzamos a deshilachar hace una década. Nuestros aciertos y errores han desplazado esas preguntas hacia terrenos más difíciles de transitar pero también mapas interesantes. Ante todo ninguna de las cuestiones abiertas con la primera gran crisis del siglo se ha clausurado con un “no hay alternativa”.

También es cierto que con los últimos updates el Ciberpunk ha quedado guapo, así que esperamos con ansiedad las próximas actualizaciones.

Puedes escuchar el programa completo aquí

Arquivado en: Política Sumar
Sobre o blog
Pol&Pop es un podcast donde agitamos en la misma coctelera política, pop y actualidad para intentar entender un poquito mejor el mundo en el que vivimos. Política en serio en tiempos de memes, whatsapp y gifs de gatitos. Dirigido y presentado por Raúl Royo y David Vila.
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