8 de marzo
El Movimiento Feminista de Euskal Herria inunda las calles para denunciar la “hipocresía” del PNV y PSE

Si los gobiernos de la Comunidad Autónoma del País Vasco y Nafarroa pensaban que el movimiento feminista de Euskal Herria perdería fuelle tras la última ola feminista y un 2023 de intenso trabajo para preparar la primera huelga feminista general del mundo, estaban equivocados. Las manifestaciones de esta tarde para reclamar un sistema público de cuidados han vuelto a llenar las calles —tres cuartos de la Gran Vía bilbaína; la más populosa de los últimos años en Iruñea— y lo han hecho con un discurso amplio y coreado: desde las residencias de ancianos gestionadas por fondos buitre al genocidio de Palestina. Ha sido quizá la manifestación del 8M con más lemas, más movimiento y más gritos de los últimos años. Las palabras claves del discurso final ha sido “hipocresía institucional”. Como ha definido la portavoz de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, Maite Irazabal, antes de que la cabecera arrancara a andar: “Mienten como bellacos”, en referencia a las decisiones tomadas por el PNV y PSE en el Gobierno vasco —el Pacto Vasco de Cuidados— y en el Ayuntamiento de Bilbao, triplicando las tarifas del SAD de Bilbao desde enero. “Zaintza sistema publikoa! ¡Haceos cargo!”, eran los lemas oficiales para denunciar la mercantilización de los cuidados.
Mientras la mañana ha estado copada por actos institucionales, sindicales y una manifestación del colectivo estatal Sindicato de Estudiantes, miles de mujeres, y no pocos hombres, se han asomado a las calles entre las 18 y las 19.30h en las cinco capitales vascas. Al no haber acciones diurnas, y con bares y restaurantes llenos de cuadrillas de mujeres mayores con ropa violeta que no se han sumado a la manifestación del movimiento feminista —probablemente afines la igualdad que estos días reclaman los carteles publicitarios institucionales—, era difícil prever cuánta gente secundaría este año la convocatoria del Movimiento Feminista. La respuesta ha sido contundente y transversal.

“Para una vez que no trabajo, vengo a apoyar la manifestación”, explicaba Enara Aydillo, camarera de 40 años de Bilbao. “Los cuidados deben ser públicos. Que gasten más en eso y menos en estatuas”, afirmaba. “¡Y que mejore el convenio de hostelería!”, lanzaba ya de paso desde la acera de la Gran Vía a la espera de sumarse a la manifestación. En la explanada del Ayuntamiento, donde el movimiento ha leído el discurso final, el párrafo más aplaudido ha sido el que ha referenciado las huelgas de los sectores feminizados —“¡muy duras y largas pero ganadas!”— de las residencias, del comercio, de las limpiadoras. “Las han ganado a pesar del silenciamento misógino de los medios de comunicación”, han leído antes de que las manifestantes estallaran en aplausos y vítores. Mención especial han tenido las trabajadoras del hogar que, “desde siempre y con mucha fuerza y protagonismo, son parte fundamental del feminismo organizado”.
Elene, de 60 años, también aguardaba su turno para incorporarse a la marcha cuando ha explicado que lleva “muchos años viniendo a la mani y aún queda mucho por pedir y conseguir”. “He venido para defender los derechos de las mujeres y los cuidados públicos, que siempre acabamos haciendo nosotras en vez de las instituciones. ¡Ya basta!”, agregaba Mercedes de Madrazo. Con 18 años, Luzia y Ainise explicaban que no era la primera vez que se apuntaban a la movilización, la cual consideran “importante” porque “ciertos patrones siguen igual y debemos luchar para mejorarlos”.

“¡Hasta quemar la Conferencia Episcopal!”, coreaban las manifestantes. “¡El cuidado de en las resis lo gestionan fondos buitre!”, continuaban delante de la Diputación. “¡Papeles para todas o papeles para ninguna!”, clamaron a la altura de la plaza Circular. “Yo sí te creo, no estás sola”, gritaron frente al juzgado.
Y desde el principio, y hasta el final de las dos horas de marcha, siempre Palestina: “Boikot Israel, Palestina askatu!”. El acto ha terminado con una canción para el país ocupado que está siendo objeto de un genocidio y antes han pedido que Euskal Herria deje de fabricar armas subvencionadas por el Gobierno vasco. “Es necesario tomar medidas concretas y eficaces contra el genocidio, la ocupación, el apartheid y el colonialismo, y eso significa poner fin al comercio de armas y a las relaciones con el Estado sionista”.
El feminismo “ha logrado que ahora todo el mundo hable de los cuidados. Tanto es así que los intereses capitalistas también se intentan adueñar de este discurso y ocultar sus objetivos mercantilistas y especuladores. Convertir los trabajos de cuidados en un niño de mercado justifica que las instituciones públicas se desentiendan y que los hombres sigan escaqueándose. Somos las mujeres quienes seguimos cogiendo los permisos de conciliación. Somos las madres las primeras que tenemos que abandonar nuestras profesiones para cuidar. Somos las migradas a las que se nos imponen el trabajo de hogar”, ha vuelto a recordar hoy el Movimiento Feminista de Euskal Herria.
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