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Coronavirus
El momento de aparcar la mascarilla
España, poco a poco, se quita la mascarilla. Y, tal y como valoran algunos inmunólogos e inmunólogas para El Salto, lo hace a una velocidad excesivamente lenta. Este martes, el Consejo de Ministros ha puesto fin a la obligatoriedad de llevar esta protección en el transporte público que se activará en cuanto se publique en el BOE—previsiblemente mañana—, requisito que quedaba activo el 19 de abril de 2022, cuando la imposición de portar esta protección desaparecía de la mayoría de interiores. El Gobierno ha añadido además la excepción de la obligatoriedad en ortopedias, centros auditivos y ópticas. Pero el fin de este material de protección, símbolo de una pandemia que aparenta estabilizarse, sigue enrocado en centros sanitarios como hospitales y centros de salud, en establecimientos sanitarios como las farmacias o en centros sociosanitarios como las residencias, para trabajadores y residentes en zonas compartidas.
Inmunólogos e inmunólogas consultados para este reportaje consideran que es el momento de dar un paso más. Según los últimos datos oficiales, a tres de febrero de 2023 la incidencia acumulada en todo el Estado se sitúa en 50 casos por cada 100.000 habitantes, y el número de hospitalizados permanece por debajo de los 500 desde agosto de 2022. Además, el número de casos que se diagnostican al día permanece por debajo de los 500 desde marzo de 2022.
“Actualmente el único lugar donde tiene sentido la obligatoriedad de la mascarilla es en zonas especialmente sensibles de hospitales y centro de salud, especialmente salas de espera de urgencias en temporada de alta circulación de virus respiratorios. Mantener la obligatoriedad en el resto de zonas del hospital y en las farmacias no tiene fundamento científico ninguno y atiende únicamente a razones de mantener la mascarilla como un símbolo pandémico con intereses que se escapan a mi entendimiento”. José Gómez Rial, facultativo especialista de Inmunología del Servicio Galego de Salud se muestra tajante. Este inmunólogo considera que “se ha mantenido la obligatoriedad durante demasiado tiempo y esto ha hecho que se desvirtúe completamente un posible uso responsable de la mascarilla”.
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“Se ha mantenido la obligatoriedad durante demasiado tiempo y esto ha hecho que se desvirtúe completamente un posible uso responsable de la mascarilla”
España destaca por ser de los países más restrictivos de su entorno y donde más se han retrasado en ir soltando lastre. Francia eliminó la obligatoriedad de portar mascarilla en el transporte público en mayo de 2022, mientras que Portugal lo hacía en agosto de ese mismo año, al mismo tiempo que suspendía también la obligación de portar cubrebocas en las farmacias.
África González Fernández, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, destaca que España ha sido de los países europeos más restrictivos pero considera que ya es el momento de abrir la mano. “La pandemia está mucho más controlada, las personas están mayoritariamente vacunadas, el virus que sigue circulando es ómicron, y la enfermedad que produce es más leve. Es momento de volver ya a una cierta normalidad. No tiene sentido que por ejemplo vayas en avión y si es una empresa española tengas que llevar mascarilla y si vas en otra no”, valora González.
Estado de resiliencia
Además de ser de los países más restrictivos, España es también uno de los lugares con la tasa más alta de vacunación. Según los últimos datos disponibles, el 92,6% de la población mayor de 12 años tiene puesta la pauta completa de vacuna contra el covid, esto es, dos dosis. Para los especialistas, antes que el uso de la mascarilla, la verdadera artífice del frenazo en la pandemia es esta campaña. González habla de una campaña “excelente” que ha dado sus frutos. Además, añade, que la cuarta dosis se ha puesto también en gran parte de la población más vulnerable, “y no es necesaria en gente joven y sana, ya que su memoria inmunitaria les protege de enfermedad grave”.
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Pandemia Inmunólogos, en contra de la vacunación indiscriminada de personas que ya han atravesado el covid
El catedrático de Inmunología Rafa Toledo afirma que estamos alcanzando un punto en el que la inmunidad adquirida por la vacuna y la natural tras atravesar la enfermedad están dificultando la transmisión y también las formas graves. Hemos llegado pues a un “estado de resiliencia” que permite la coexistencia con el virus con el menor coste en vidas. Y, para llegar a ese estado hay que ir deshaciéndose de las medidas restrictivas.
“Las medias restrictivas no son sostenibles, pueden servir para un momento oportuno, pero no se pueden mantener en el tiempo”
“Creo que las restricciones tienen que estar muy bien justificadas para que se apliquen, y estas están aplazando este estatus que es el que nos permitirá tomar medidas sostenibles y afrontar la infección de forma sostenible. Las medias restrictivas no son sostenibles, pueden servir para un momento oportuno, pero no se pueden mantener en el tiempo”, indica Toledo, para quien mantener el uso de mascarilla puede ser hasta contraproducente.
Para este inmunólogo, la mascarilla se ha transformado en un símbolo, en el último reducto de las restricciones, poco justificable desde el punto de vista científico. “Creo que las mascarilla no han frenado ninguna ola, no sé si han modulado su intensidad, pero las olas no las han frenado. El número de olas ha sido muy similar en el resto de países independientemente del uso de las mascarillas”, zanja.
Gómez Rial va más allá y habla de que estas medidas impuestas, “con poca transparencia” y “falta de explicación” van en detrimento del prestigio de las instituciones. “Las medidas de salud pública, más aún cuando son obligatorias, deben ser correctamente explicadas y comunicadas a la población y basadas en informes transparentes de comités de expertos multidisciplinares con nombres y apellidos y avalados por las diferentes sociedades científicas", desgrana.
Este inmunólogo se lamenta de que “las voces que hoy representan a las autoridades sanitarias mañana no estarán y se dedicarán a otra cosa, pero los profesionales sanitarios seguiremos aquí y necesitamos que la población siga confiando en las autoridades sanitarias. Recuperar la confianza de la población llevará muchos años”, sentencia.
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"Será el reino de la inteligencia científica, el más aristocrático, despótico, arrogante y displicente de todos los regímenes. Habrá una nueva clase, una nueva jerarquía de científicos y eruditos reales y pretendidos, y el mundo será dividido en una minoría que gobernará en nombre del conocimiento, y una inmensa mayoría ignorante. Y entonces, ¡ay de la masa de ignorantes!". - Mikhail Bakunin.
Me da mucha pena ver a personas mayores por las calle con dificultades para andar y con deterioro visible que llevan mascarillas, si ya tienen poco con sus limitaciones otra más que les limita tomar el aire sin filtros. A veces no se sabe si ellos llevan la mascarilla o la mascarilla los lleva a ellos. No habrá ningún profesional de la salud que les diga que esa mascarilla no les sirve para nada?
Lo mismo que cuando era obligatoria por la calle y hasta la gente la llevaba por los montes y hasta se apartaban de la gente con la que se cruzaba. Fue muy patético. Como las toneladas de hidrogel que se consumió cuando hacía mucho tiempo se sabía que no servían para nada, que la transmisión no iba por ahí. Mucha información inadecuada y mucho miedo circulando