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Extrema derecha
El cretino con pelo feo que ha tensado la cuerda de la libertad de expresión en Dinamarca
El agitador de las últimas elecciones danesas Rasmus Paludan ha llevado al límite la política de libertad de expresión en Dinamarca: provocando a la población musulmana y utilizando los memes para exacerbar el racismo de una sociedad que esta semana ha votado a los socialdemócratas en las elecciones generales.
“Soy Rasmus Paludan: soldado de la libertad, luz de los daneses, líder del partido político Stram Kurs”. Con estas palabras se presenta Rasmus Paludan, líder del nuevo partido político islamófobo danés Stram Kurs (Línea Dura), definido por él mismo como “partido utilitarista étnico nacional”, en uno de sus múltiples vídeos de Youtube.
El abogado de 37 años ha conseguido llevar a su partido a las elecciones generales danesas, en las que ha conseguido 63.000 votos y se ha quedado a cinco décimas de entrar en el Parlamento. Pero, pese al mal resultado, Stram Kurs ha logrado que alguien que declara cosas tales como “vamos a lanzar a los musulmanes en paracaídas fuera de Dinamarca”, “los musulmanes no podrán hablar con los daneses étnicos a no ser que un danés étnico les pregunte algo en primer lugar” o “correrá sangre por las calles, y será la sangre de los infieles la que acabe en las cloacas, su legítimo hogar” optase a presidir el país, después de recoger las más de 20.000 firmas necesarias para que su partido fuera legitimado.
En un país como Dinamarca, en el que la xenofobia de extrema derecha del Partido Popular Danés (Dansk Folkeparti), con el 8,7% de los votos ofrece apoyo parlamentario al gobierno de coalición entre el segundo más votado, con el 23,4% Venstre (liberales conservadores, aunque el nombre signifique izquierda), el Partido Conservador Popular (Det Konservative Folkeparti, 6,6%) y la Alianza Liberal (Liberal Alliance, 2,3%) y ostenta poder de decisión sobre las muy estrictas y restrictivas políticas migratorias, la figura de Paludan es a partes iguales peligrosa y un foco de provocación para la población musulmana e inmigrante. Como muestra del poder de las bravatas de la extrema derecha para mover el discurso sobre migración queda que el pasado martes por la noche, después de las elecciones, Mette Frederiksen, vencedora de los comicios como candidata socialdemócrata, dijo y prometió que no iban a aflojar en el discurso anti inmigración de Venstre y el Dansk Folkeparti.
El público mayoritario de los vídeos de Paludan son niños y adolescentes que consumen horas de imágenes en las que el abogado acude a barrios con alta densidad de población musulmana y migrante para gritarles “homo", “homo-islam”, “Mahoma era un pedófilo” y “taber” (pringados)
¿Cómo está reaccionando la prensa de izquierdas y los medios generalistas al problema de dar una plataforma a semejante discurso de odio? Pude hablar con Alexander Sjöberg, periodista especializado en medios digitales y experto en el fenómeno de Rasmus Paludan del diario de tendencia izquierdista Politiken sobre la necesidad de informar acerca de Stram Kurs. Precisamente por su interés en las redes sociales, Youtube y diversos foros como 4chan o Reddit, Sjöberg conocía bien el discurso de odio de Paludan y sus tácticas de manipulación mediática, algo que, hasta hace relativamente poco, no podían decir sus compañeros de profesión ni la mayoría de daneses mayores de dieciséis años.
El público mayoritario de los vídeos de Paludan son niños y adolescentes en edad de cursar la ESO que consumen horas y horas de imágenes en las que el abogado acude a barrios con alta densidad de población musulmana y migrante para gritarles “homo”, “homo-islam”, “Mahoma era un pedófilo” y “taber” (pringados) alargando mucho la primera vocal de cada palabra, como si él mismo tuviera doce años y estuviera en el patio de un colegio. Las respuestas son muy variadas e incluyen indiferencia, sorpresa, risas, escupitajos, insultos e intentos de agresión física siempre parados por la policía. Su otra provocación preferida es la quema de Coranes y llamar a dibujar al profeta Mahoma practicando sexo anal en eventos como el “Día de dibujar a Mahoma”, todo delante de musulmanes, con todos los permisos legales y el derecho a manifestación y la libertad de expresión por bandera.
Los inicios de Paludan como activista del orden civil se remontan a 2004 cuando decidió denunciar a otro hombre por compartir su mismo nombre, Paludan, en los foros del partido Juventudes Conservadoras (el denunciado se llamaba también Rasmus Paludan, hecho que el abogado no consideró suficientemente accidental). Perdió. Poco después denunció a otros miembros del partido por faltarle al respeto llamándolo “nasty slick boy” y por decir que tenía el pelo feo, caso que acabó ganando.
Tres años después empezó a grabar infracciones de ciclistas y peatones en Copenhague para luego subirlos a internet, poco antes de acabar la carrera de abogado. Aparte de ciclistas, peatones y hombres que comparten su nombre, Rasmus Paludan también empezó una cruzada personal contra los movimientos de izquierdas y antifascistas a los que odia por no seguir las normas de la sociedad burguesa y por sus simpatías hacia su gran némesis: el Islam.
Participó en la variante danesa del movimiento anti Islam alemán Pegida, que pasaría a llamarse For Frihed (Por la Libertad), a quien también asesoró legalmente, y en cuyas filas dijo que correría la sangre de los infieles, causando su expulsión de Nye Borgerlige, el partido aún más a la derecha y más xenófobo que el Dansk Folkeparti. La definición de “los otros” a los que Paludan se siente obligado a combatir en su misión mesiánica tiene múltiples facetas pero un nexo fuerte en común: que todos, según él, son antagónicos al orden, la ley, el civismo, el cristianismo, la raza blanca, la libertad y la vida burguesa danesa.
¿Cómo es esto posible en Dinamarca? Después de pasar once años de mi vida en Berlín me cuesta entender la lógica y la legalidad, y la tolerancia social hacia semejante discurso de odio y tras Stram Kurs presentándose a las elecciones generales. “Lo que tienes que entender es que Dinamarca tiene un concepto muy fuerte de libertad de expresión. Se permiten grupos islamistas radicales partidarios de aplicar la ley Sharia como Hizb ut-Tahrir, se permite creer en y propagar ideas anarquistas a favor de la abolición del Estado, y se permite a Rasmus Paludan manifestarse y provocar.” Dinamarca es muy diferente a su vecina Alemania en cuanto a legislación sobre discurso de odio o al uso de símbolos o retórica cercana al nacional socialismo.
No hay leyes específicas de protección de minorías aparte del artículo § 266 b, popularmente conocido como “Artículo sobre el racismo”, y que es aún hoy en día controvertido por considerarse que limita y ataca la libertad de expresión. Según Sjöberg, la prohibición de ideas totalitarias no ayuda a su eliminación, y países como Suecia o Alemania son un claro ejemplo del fracaso que supone prohibirlas.
Sjöberg insistió a Politiken en lo vital de informar sobre Paludan al ver que ninguno de sus compañeros de redacción sabía qué decía ese tipo vestido de manera extravagante, aunque les sonara de los memes y los vídeos que sus hijos deboraban. Después de la publicación de los primeros artículos en profundidad sobre Stram Kurs se ha iniciado un debate en la sociedad danesa sobre el consumo sin supervisión adulta de los vídeos de Paludan por parte de adolescentes y, sobre todo, de los actos informales en los que el abogado acude invitado por estudiantes de secundaria a los centros docentes para hablar con ellos.
En un nuevo documental de la cadena estatal DR, “Rasmus Paludan, nacionalista derechista de medida infantil”, se ve a Paludan yendo a diversos institutos a la hora del recreo, invitado por algún alumno que se haya puesto en contacto con Stram Kurs en el apartado de contacto de la web del partido, charlando con chicos y chicas más o menos receptivos a su propaganda. Cuando alguien le contradice, sube la voz o se dirige a él de manera poco respetuosa, Rasmus abandona el lugar airado y ofendido. Su comportamiento es el mismo que el de un adolescente repipi con complejo de superioridad y que se toma a sí mismo demasiado en serio.
“Paludan es un meme, un Pepe the Frog andante”. Y realmente el concepto le describe a la perfección: en el lenguaje de 4chan, Pepe es sinónimo de alguien que es un pringado, lo sabe y le da igual: se ridiculiza, pero es todo por el troleo —y así se comporta Paludan en los medios generalistas—. En una entrevista reciente en el canal público TV2, Paludan respondió a si realmente quería lanzar a los musulmanes del país en paracaídas diciendo que solo era una broma. Al cabo de un segundo rectificó y dijo que no, que quizá no era una broma. El presentador fue troleado en horario de máxima audiencia, con nulas opciones a responder ante semejante declaración sin quedar en ridículo o bajar al nivel de Paludan.
El gesto más característico de Paludan y el preferido de los niños cuando se sacan selfies con él es el símbolo de la victoria, es decir, levantar los dedos índice y anular de la mano derecha y gritar “sejr!” (victoria y “guay” en danés). No queda muy lejos del símbolo del OK que usan los supremacistas blancos en Estados Unidos y que también es típico de la alt right y los fans de Trump —de quien Rasmus Paludan dijo, en la entrevista en TV2 mencionada antes, que era claramente su ejemplo a seguir, sobre todo por su claridad a la hora de expresare y decir las verdades—.
También se ha referido a la gente normal como “normies” —es decir, los otros, los tontos, aquellos que no siguen la broma y están excluidos del discurso de Stram Kurs, el rebaño, los no elegidos. Otras palabras habituales en el vocabulario de Paludan serán reconocidas por cualquier persona que conozca los términos nazis usados para deslegitimar a sus enemigos políticos: Lügenpresse (fake news) o Landesverräter (traidor a la patria). Todos estos términos y muchos más han sido calcados de la nueva cultura de extrema derecha estadounidense y se usan a diario en foros daneses como Dagens Blæser en los que se jalea a Paludan como a un dios. Sus vídeos, que suman ya millones de reproducciones, son recomendados por el algoritmo de Youtube incesantemente y en relación a contenido inocuo destinado a adolescentes.
En los artículos de Politiken sobre Paludan se le intenta confrontar con fact checking y con muchísimo contexto y seriedad, aunque no es fácil considerando la naturaleza extrema e histriónica del comportamiento y propuestas de Stram Kurs. Sjöberg nos asegura que nunca basarán un artículo en las nuevas soflamas racistas de Paludan, sino que intentarán siempre informar sobre las manifestaciones del partido si son relevantes y si se pueden contextualizar. Según él, los lectores de Politiken se muestran a veces críticos con los artículos, aunque han sido recibidos positivamente en su mayoría. Algunos han escrito a la redacción pidiendo que dejen de escribir sobre él.
Mientras escribía este artículo, Rasmus Paludan se presentó en la Rådhuspladsen (delante del edificio de Politiken) de la capital danesa para quemar Coranes y asar un cerdo delante de la celebración del Iftar por parte de musulmanes de la ciudad. Su acción se llevó a cabo mientras era grabada por diversos medios internacionales a los que les explicó sus intenciones en inglés, y se retransmitió en Facebook Live durante casi dos horas. Los musulmanes respondieron cantando, sonriendo e ignorándole, acompañados por un grupo de políticos y activistas que intentaron crear un cordón de amor entre ellos y Paludan. A su vez, el grupo racista Identitære había alquilado una habitación en un hotel con vistas a la plaza para poder desplegar una pancarta gigante en la que se podía leer “Europa es nuestra”.
Llevamos una hora hablando, hace mucho calor y Sjöberg necesita volver a su oficina. Le pregunto qué pasa con todos aquellos que no leen Politiken, que ven las acciones de Paludan como actos necesarios, que votan al Dansk Folkeparti y que odian a los musulmanes, le pregunto si cree que en un país en el que el centro político lo ocupa la extrema derecha normalizar llamar a los musulmanes infraseres en prime time es algo que deje esperanza a un cambio de tendencia política en el país. “No”. Nos despedimos, le agradezco su tiempo y salgo del edificio de la redacción a través de las dos puertas blindadas y con detector de metales que se instalaron después del atentado contra los caricaturistas del Jyllands-Posten.
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Menos mal que no es mujer o de ultraizquierda porque si no se habría liado una buena por hablar de su pelo.
Caemos en la decadencia orquestada, infantilizacion, estupidizacion, fanatismo, es lo que van metiendo en las mentes de los jóvenes (y los no tan jóvenes peterpanianos) para llevarnos a donde quieren, a una decadencia sin fin de las sociedades occidentales