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Literatura
Sol, playa y abusos laborales: Meryem El Mehdati muestra su visión íntima de Canarias en su primera novela, ‘Supersaurio’
Supersaurio (Blackie Books, 2022) es una novela sobre el trabajo. El trabajo lo fagocita todo, nos envuelve como una manta zamorana tejida usando lana de esa que pica. Hace frío y tenemos sueño, así que nos tapamos, pero nos salen granitos en todas partes. Estos empiezan a supurar, nos rascamos, no podemos dejar de hacerlo, se ulceran, no podemos dormir, que es lo que queríamos al taparnos con la manta zamorana, sangramos, pero tenemos frío y sueño, nos tapamos aún más con ella, sangramos algo más a través de las costras, la manta nos arropa, nos destruye la epidermis, se va incorporando a nuestro ser, penetra con sus fibras venenosas nuestro riego sanguíneo, vivimos en una agonía constante como la de los zenobitas en Hellraiser. “HELP ME I’M IN HELL”, gritamos, pero nadie nos oye, nuestra voz amortiguada por la manta, que ya nos cubre la boca, nos afixia hasta que ya no sentimos más el dolor, ni el picor, ni el frío, somos una con la manta de mierda, hemos trascendido la condición humana. Esto es el trabajo.
Empecé la novela de Meryem El Mehdati con muchísimas ganas. Estoy, francamente, enamorada de su cuenta de Twitter, y la sigo desde hace años (que en paz descansen las que ya no son accesibles). Cada vez que intento desengancharme del jaco que es la red social de intercambio de opiniones sigo abriendo su timeline en el navegador, leyendo con avidez sus chascarrilos, sintiendo la serotonina dentro de mí. Me parto de risa, me hipnotiza, y sabía que Supersaurio me iba a encantar.
Y así fue. Lo abrí feliz, esperando pasar un muy buen rato y evadirme de mi puto trabajo de mierda. Las páginas volaban sobre la prosa rápida y el estilo afilado de la escritora canaria. A ratos parece que leas un recopilatorio de tuits, evocando memes cada tres párrafos. Sin embargo, algo más profundo va creándose poco a poco. Capítulo tras capítulo me veía incapaz de parar, leyendo de madrugada después de jornadas de trece horas en el restaurante.
Ahora viene el anticlimax.
La novela me aterrorizó. La angustia de Meryem y las constantes humillaciones a las que se ve sometida me retorcieron el estómago y me clavaron astillas bajo las uñas. Sufría al leerlo y me veía resoplando, sobrepasada por el maltrato constante. La protagonista, que comparte nombre con la autora, empieza su carrera profesional, habiendo abandonado un doctorado, en la cadena de supermercados Supersaurio. Será becaria a cargo de Yolanda, una ejecutiva de mediana edad que se dedicará, durante toda la novela, a intentar aplastar a Meryem de las maneras más pasivo agresivas posibles.
La amargura y el desencanto se describen únicamente con cinismo, y es esta combinación la que hace de la novela un texto adictivo. Quieres más ironía, más reflexiones mordaces, más insultos pensados y jamás pronunciados, como si de Phoebe Waller Bridge en Fleabag se tratara. Meryem rompe la distancia con la lectora, y ella te mira fijamente, y te reconoce, en ese rinconcito humano que te queda sepultado bajo años y años de vida laboral. Como en Fleabag, sufres y sientes empatía por la protagonista, pero también te ríes a carcajadas. Leí el libro para entretenerme, pero en un sinfín de bromas amargas y resignadas me vi y me dije “en esa hora extra no remunerada me maté yo, en ese silencio casi disociado tras un comentario sexista hacia mi persona perdí cinco puntos de humanidad”. Me reí, se me pasó la angustia, y continué con el libro. Lo acabé, miré al techo y lloré, quizá, un poquito. El final es absolutamente devastador.
Los tres ejes que atraviesan a Meryem —ser mujer, hija de inmigrantes musulmanes y asalariada— convierten a Supersaurio en un ensayo (buenas noticias para quienes “solo leen ensayo”) sobre el poder y los mecanismos que nos obligan a desarrollan para sobrevivir en un sistema violento. Su maravillosa familia, un oasis de calidez en el horrendo día a día laboral, le insiste: aguanta un poco más. Resiste. Todo saldrá bien, ten fe. Meryem reza y es creyente, y el hecho religioso se trata de una manera muy dulce y cotidiana en el libro.
Es muy inusual leer sobre prácticas musulmanas en primera persona, en un libro escrito en castellano. ¿Qué comentarios has recibido al respecto, y cómo decidiste enfocarlo?
Uno de los motivos por los que quise reflejar ese aspecto de la vida de la protagonista en vez de pasar por encima sin dar muchos detalles fue precisamente porque es rarísimo ver algo así en la literatura contemporánea. Me faltaron referentes mientras crecía, no me veía en ningún sitio y si no tienes dónde reconocerte ¿existes? En los últimos años parece que comienza a producirse cierto cambio, por ejemplo con series como Ramy o cómics de Ms. Marvel, me alegra mucho. En un mundo ideal, que una mujer musulmana sea protagonista de un libro en el que en ningún momento se trata su fe como algo extraño que se ha de explicar o justificar sería lo más normal del mundo, pero bueno, no vivimos en un mundo ideal.
Canarias es un lugar de paso para los 13 millones de turistas que visitaron las islas en 2019, somos un resort o un parque temático donde todo se ha dispuesto para que nunca nadie se plantee que su disfrute es el perjuicio de los habitantes del lugar
¿Canarias es un no lugar, un espacio liminal, como el supermercado? Parece que quieras mostrar la vida irreal de los godos adinerados y los turistas europeos en oposición a la de los canarios que van en guagua y trabajan en el supermercado.
Sí, desde luego, al menos yo lo siento así: Canarias es un lugar de paso para los 13 millones de turistas que visitaron las islas en 2019, somos un resort o un parque temático donde todo se ha dispuesto para que nunca nadie se plantee que su disfrute es el perjuicio de los habitantes del lugar. Esto no se plantea a nivel nacional y apenas a nivel regional, el archipiélago le es útil al país porque genera un determinado volumen de riqueza que nunca vuelve a las islas ya que si realmente volviese a nosotros, Canarias no tendría a un 35% de su población en riesgo de pobreza o exclusión social. Por supuesto que quise mostrarlo. No es normal que vivamos así y que a nadie le preocupe mientras sigamos recibiendo aviones llenos de alemanes.
En el tercer acto, ya con su nombre correctamente escrito en su dirección de email, sin añadiduras de ETT y como persona de pleno derecho, Meryem se permite hablar, por fin, respondiendo a las estupideces de sus compañeros de trabajo. A la vez, es allí cuando Omar se distancia de ella. ¿No se puede ganar?
¿Pero qué es ganar? En el mundo en el que vivimos, quiero decir. La protagonista es muy honesta sobre su relación con el dinero desde un principio, ¿no? Ella misma admite que, en su opinión, el éxito no es el amor ni el reconocimiento de sus compañeros de trabajo, el éxito es “la panoja”. No quiero destriparle el libro a nadie, pero Omar es en cierta forma el rostro amable de ese sistema que te convence de que lo único que te separa del éxito eres tú mismo, tú eres tu propio enemigo, tú tienes la culpa de no llegar a final de mes y si tan solo te esforzases un poco más, si tan solo te sacrificases un poquito, si tan solo cedieses un milímetro más… Y ella cede, se sacrifica, se traga la bilis, y al final descubre lo que descubre.
La historia de amor entre Meryem y Omar me recuerda a la de la protagonista de Fleabag y el cura católico en la segunda temporada. ¿Has visto la serie, qué te parece? ¿Por qué crees que la relación sentimental en la novela se desvanece?
Me encantó Fleabag porque la protagonista es una persona un tanto horrible a la que nunca juzgas del todo porque te ves en muchos de sus errores, se gira hacia ti, te sonríe. No es una mala persona, solo hace cosas que no están bien, podrías ser tú, podría ser yo. Como espectador, formas parte de esa broma continua. La protagonista de Supersaurio sonríe y da las gracias pero le explica al narrador que odia a la persona que tiene en frente, esa ruptura entre el verbo y la descripción me pareció interesante. Mi intención al plantear la relación sentimental fue ablandar a la protagonista de forma que terminase cediendo ante determinadas situaciones que en un principio rechaza de forma tajante: los afterworks, los corrillos de empresa, etcétera. Si esta persona que es mi apoyo se deja sus principios en la puerta al entrar a su lugar de trabajo, ¿por qué yo no hago lo mismo? Una vez los principios de la protagonista se tambalean y desaparecen, la relación ya no es necesaria. El amor no la salva, no creo que salve a nadie, de hecho. También yo vengo del fanfiction y en ese mundillo este tipo de desenlaces es muy normal, hay personas que dedican 90.000 palabras a hablar de una mirada entre dos personas que desaparecen de la vida del otro al final de la historia. Fue un guiño a mi pasado, supongo.
Lo que hacemos en nuestros puestos de trabajo no nos define, no somos los correos que respondemos ni las llamadas que atendemos ni los excels que rellenamos
¿Qué recomendarías a las personas que sufren en el trabajo? ¿Tienes miedo de perder el tuyo por haber escrito un libro tan antitrabajo como este?
Les recomiendo que tengan siempre presente que su jefe jamás va a ser su amigo, por muy bien que les trate, por muy buena relación que mantengan, un jefe es un jefe y un empleado es un empleado. Sus intereses son opuestos: uno gana dinero con el trabajo del otro, la relación jamás será de igual a igual porque el beneficio de uno viene del perjuicio del otro. Otro consejo que me ha costado años interiorizar es que una persona no es su trabajo. Lo que hacemos en nuestros puestos de trabajo no nos define, no somos los correos que respondemos ni las llamadas que atendemos ni los excels que rellenamos. Sobre tu segunda pregunta, al principio sí sentí algo de reparo al publicar el libro, sobre todo porque mi situación laboral actual dista mucho de lo que se plantea en Supersaurio, que es una novela de ficción. De todas formas, estoy segura de que ninguno de mis compañeros se va a reconocer en esos personajes más de lo que podría reconocerse viendo Superstore o The Office.
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Aiii, la palabra alegre y bien escrita, una gozada de entrevista.
Si aun no lo habéis leído, apresuraos. Esta chavala hará cosas grandes...y de momento una novela divertida y amarga como la vida misma.