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Unión Europea
La derecha intenta deslegitimar a las ONG y entidades sociales en la Unión Europea

La expansión de la derecha y la ultraderecha en la composición del Parlamento europeo tras las elecciones de 2024, al igual que en las sociedades de los distintos países que forman la UE, han puesto en el foco debates y críticas impensables hace unos años. Entre ellas la legitimidad de las cientos de ONG y entidades que trabajan en Europa, que desde hace meses son el foco de las críticas de los partidos de derecha y ultraderecha en Luxemburgo, encabezados por el Partido Popular Europeo, que las consideran “lobbies”, especialmente a las de ámbito climático.
Nuria Blázquez de Ecologistas en Acción, expone que los conservadores han construido “una narrativa de que estamos haciendo lobby con las políticas de la UE, lo que es falso”
Desde la Society Civil Europe, la coordinadora de organizaciones sociales que orbitan a la UE, han lanzado un comunicado en el que denuncian “unos ataques sin precedentes” a su labor “alimentados por la desinformación” y basados en “argumentos falaces para fabricar artificialmente un escándalo”. La comunicación está firmada por más de 5000 entidades que actúan en toda la Unión que van desde Greenpeace, Ecologistas en Acción, Alliance4Europe o la European Partnership for Democracy.
Objeciones al programa medioambiental LIFE
El objetivo del Partido Popular Europeo desde principios de año es poner en duda la financiación que reciben estas entidades. A finales de marzo Sander Smit, representante del Partido Popular Europeo y del partido democristiano holandés planteó una moción de censura, al hacer objeciones a la financiación del programa europeo LIFE, enfocado en proyectos medioambientales. Las objeciones proyectadas tanto por el PPE como por la ultraderecha estaban justificadas al alegar que los recursos económicos procedentes de este programa y que van hacia distintas ONG se daban “con la condición de que apoyasen las políticas de Bruselas”, según palabras de Smit.
Unas objeciones que finalmente no tuvieron la luz verde el pasado 31 de marzo, por tan solo un voto, con 41 en contra (tres del PPE, socialistas, izquierda, liberales y verdes) y 40 a favor, procedentes del PPE y la extrema derecha. Un fracaso, por los pelos, que sin embargo abre las puertas a que se siga poniendo en duda el papel de las ONG.
Residuos
Los lobbies del plástico de usar y tirar
Una investigación del Observatorio de las Corporaciones Europeas (CEO) señala el punto de encuentro de las grandes envasadoras y las cadenas de comida instantánea con la Comisión Europea.
“Podría volver a pasar en cualquier momento”, expone Nuria Blázquez de Ecologistas en Acción, que considera que es “un ataque bastante grave” y cree que es “preocupante que haya sido impulsado por la derecha y no por la extrema derecha”. Blázquez expone que los conservadores han construido “una narrativa de que estamos haciendo lobby con las políticas de la UE, lo que es falso” y defienden la independencia de las entidades “normalmente hacemos informes críticos basados en la ciencia contra esas políticas ambientales europeas”.
La entidad ecologista es clara con respecto al papel de las ONG “Defendemos el interés general, damos información que la Industria no va a dar, somos un contrapeso a las empresas que utilizan la UE para defenderse, eso sí que es un lobby, y ayudamos a que no se tomen decisiones solo por el interés de la industria”.
Según exponen desde SCE “los grupos de presión de las empresas con ánimo de lucro en Bruselas son desorbitados en comparación con el de las organizaciones sin ánimo de lucro”. En 2024, las 50 empresas con los mayores presupuestos para grupos de presión gastaron colectivamente casi 200 millones de euros solo en presionar a la UE. Un presupuesto que el año pasado supuso un 66% más que hace nueve años. El presupuesto del que dota la UE el proyecto LIFE que va dirigido a ONG es de 15,6 millones de euros.
Como contrapeso a la presión de las empresas a la que refiere la coordinadora de organizaciones sociales insiste en que “es crucial dotar de recursos adecuados a las organizaciones de la sociedad civil para que participen en este diálogo”.
Un informe puesto en duda
La campaña de la derecha y la ultraderecha, a pesar de su fracaso en los votos ha dado su fruto en las instituciones de la UE. El pasado lunes 7 de abril el Tribunal de Cuentas de la UE exponía que en la financiación europea de las ONG había información “inexacta” e “incompleta” y como exponía Laima Andrikienė en la presentación del informe elaborado por los auditores: “La transparencia es fundamental para que la participación de las ONG en la elaboración de las políticas de la UE resulte creíble”.
Entre las inexactitudes expuestas por los auditores se expone “dos casos de subvenciones de funcionamiento financiadas por el programa LIFE que incluían actividades de promoción ante los responsables políticos” y que la institución europea “no divulgó debidamente ciertas actividades de promoción financiadas por la UE, como las actividades de los grupos de presión” .
Crisis climática
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Para Patrizia Heidegger, subsecretaria general del European Environmental Bureau (EEB) “la conclusión es que no hay escándalo” y ha añadido: “necesitamos normas más inteligentes y coherentes y datos de alta calidad sobre todos los beneficiarios de financiación de la UE”. Heidegger además ha dudado de la neutralidad del informe al exponer que su principal promotora, Laima Adrikine forma parte del PPE : “No tiene muy buena pinta que la auditora pertenezca al mismo grupo político que encabeza esta campaña”.
En este sentido Raphaël Kergueno, de la oficina europea de la ONG Transparencia Internacional, ha expuesto que “si basas tus conclusiones en una imagen muy parcial, también llegas a una conclusión sesgada”.
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En efecto, los únicos lobbies son empresariales y financieros, puesto que ganan tanto dinero, que se pueden permitir sobornar o acojonar a diputados, políticos, funcionarios o administradores. Las ONG viven de subvenciones y de los socios, y no se lo pueden permitir. Lo que pretende la derecha occidental, es dejar con el culo al aire a los ciudadanos. Como pasa en EEUU, pretenden convencernos de que solamente los empresarios saben lo que nos conviene.