Coronavirus
Rabia, caos y desconcierto en el primer día de confinamiento selectivo en Madrid

El inicio del plan de segregación de 37 zonas de Madrid deja imágenes de vagones hacinados, parques cerrados y unas pocas postales icónicas de despliegue policial.

Concentraciones contra las políticas de la Comunidad de Madrid durante el covid - 1
Movilización en Carabanchel el domingo 20 de septiembre contra las medidas de segregación de la Comunidad de Madrid. J de la Jara

La incredulidad dio paso a la aceptación. Y la aceptación a la rabia. El cierre de las fronteras de 37 áreas sanitarias de la Comunidad de Madrid pasó de ser un globo sonda desmentido a una realidad en menos de 72 horas.

El primer día de confinamiento selectivo, este pasado 21 de septiembre, “pasará a la historia de la infamia por inaugurar la segregación en Madrid”, denunciaban desde el centro social La Villana de Vallekas. 

El despliegue policial y de medios de comunicación en los puntos neurálgicos de entrada a los barrios confinados contrastaba con lo que estaba pasando justo por debajo: en los atestados metros y trenes que conducían al trabajo a miles de personas de estas zonas, las más pobres de la región.

Mientras los 850.000 habitantes de las zonas confinadas se iban acostumbrando a su nueva situación, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, escenificaba su apoyo a la medida en una reunión con Isabel Díaz Ayuso. Durante el encuentro, la presidenta de la Comunidad de Madrid solicitó al Gobierno central la intervención del Ejército para garantizar el cumplimiento de las restricciones. También acordaron la creación de un grupo de trabajo permanente con la participación de la Unidad Militar de Emergencias que se reunirá semanalmente. 

En la rueda de prensa posterior, la presidenta regional calificó el encuentro de “punto y aparte” en los enfrentamientos con el Ejecutivo central a la vez que demandaba más recursos para luchar contra el covid-19, una pandemia que, según afirmó a continuación, “trae necesidades aparejadas, como los problemas de delincuencia, de ocupación, los de los menores no acompañados".

No era la primera vez. Ya el 15 de septiembre había echado la culpa del aumento de los contagios en el sur de Madrid al “modo de vida que tiene nuestra inmigración". Tres días después, Díaz Ayuso anunciaba el cierre de las 37 áreas sanitarias. Todas ellas coinciden con los barrios de menor renta del área metropolitana y los más afectados por la crisis social vinculada a la pandemia. Las asociaciones vecinales de Villaverde, Usera, Vallecas y Carabanchel señalaron en un manifiesto que la medida entronca con las “políticas clasistas y racistas” que el Gobierno de la Comunidad de Madrid está desarrollando durante esta segunda oleada de la pandemia, “enfocadas a la discriminación de los vecinos y vecinas del Sur”.

“Para los gobiernos somos la mano de obra barata, somos el lugar donde se ubica todo lo que la ciudad necesita pero le molesta, somos a quienes confinar cuando las cosas no van bien”, dicen desde el movimiento vecinal

“Para los gobiernos somos la mano de obra barata de esta ‘ciudad global’, somos el lugar donde se ubica todo lo que la ciudad necesita pero le molesta —depuradoras, incineradoras, industria contaminante desde hace décadas—, somos a quienes confinar cuando las cosas no van bien”, continuaba el manifiesto.

Desde el anuncio de Díaz Ayuso, las movilizaciones no han cesado. El mismo viernes en la Puerta del Sol, el domingo en Vallecas, Carabanchel, Ciudad Lineal, Villaverde, Lavapiés, Usera, Arganzuela, Getafe, Parla o Fuenlabrada, miles de personas han salido a las calles con pancartas y gritos de “Ayuso dimisión”. 

Barrios
Vecinas y vecinos del Sur muestran músculo en las protestas del domingo pre-confinamiento
Miles de personas se concentran en los barrios y municipios que mañana serán confinados para mostrar su rechazo a las medidas del gobierno de Díaz Ayuso y denunciar lo que consideran medidas segregacionistas.

Desde el movimiento vecinal señalan que se trata una medida de “segregación” que se suma a décadas de afrentas y olvido: “Cuando se cumplan las ratios escolares, cuando funcionen nuestros centros de salud, cuando se contraten a los rastreadores necesarios, cuando usar el transporte público no implique hacinamiento, cuando el contrato de limpieza de nuestras calles valga lo mismo que el de los barrios ricos, cuando se haga PCR a toda la ciudad…. entonces, solo entonces, si nada ha cambiado, nos confinaremos”.

La abogada Pastori Filigrana resumía el espíritu de la medida: “Los vecinos del Sur de Madrid pueden ir al Norte a servir cervezas pero no a beberlas, a vender ropa pero no a comprarla, a limpiar un museo pero no a visitarlo, y habrá más policías armados para que cumplan”. En la Parroquia de Entrevías, en Vallecas, una pancarta decía mucho del estado de ánimo del barrio: “Confinados pero no callados, por un despliegue socio sanitario y no policial”.

Miedo, caos y desconcierto

El primer día de confinamiento selectivo comenzó con una gran presencia de policía en lugares icónicos. Puente de Vallecas, que conecta el barrio de Retiro con Vallecas o la Glorieta de Cádiz, paso obligado entre Usera y Arganzuela, amanecieron con una importante presencia policial y de cámaras de televisión. Según cuenta A.L., vecino de Vallecas, los policías afirmaban que de momento “solo estaban para informar”, aunque se dejaron notar con un auténtico checkpoint de vehículos cruzados en medio del Puente de Vallecas, “un punto en el que no sueles verlos nunca durante el resto del año o atentos a otros problemas del barrio”, dice a El Salto

A.R. trabaja como psicóloga del Ayuntamiento en Carabanchel. Define la medida de la Comunidad de Madrid como “surrealista” y “absurda”, un experimento improvisado que ha dado lugar a todo tipo de escenas delirantes. La oficina en la que trabaja, por escasos metros, no está en zona confinada, aunque buena parte de las familias vulnerables con las que trabaja sí lo están. La pregunta estaba en el aire y nadie sabía muy bien qué hacer: dado que la normativa no señala esta excepción, ¿pueden estas familias acudir a sus citas? Para cuando A.R. había cancelado todas las visitas, llegó finalmente un correo del Ayuntamiento: el servicio que realizan se considera esencial y deben enviar un justificante a las familias por email o por whatsapp. A.R. estalla de indignación: “Me parece surrealista decir a las trabajadoras sociales que manden un email a familias que no tienen ordenador o que envíen un whatsapp cuando nosotras no tenemos móviles”. 

“Muchas familias con las que hablé estaban completamente perdidas. Muchas no sabían si estaban confinadas o no. Otras estaban en shock porque no sabían si podían ir a trabajar porque la mayoría trabaja en b y sin contrato y no pueden tener un justificante", dice una trabajadora social

En las conversaciones que tuvo A.R. con las familias afectadas por el confinamiento, las reacciones iban del desconcierto al miedo. “Muchas familias con las que hablé estaban completamente perdidas. Muchas no sabían si estaban confinadas o no. Otras estaban en shock porque no sabían si podían ir a trabajar porque la mayoría trabaja en b y sin contrato y no pueden tener un justificante. Otras estaban con un cabreo monumental. Ni una me ha dicho que le parecía una medida razonable”. 

D.H. vive también en Carabanchel y es madre de dos hijos, uno recién nacido. Según cuenta a El Salto, si cumpliera la medida decretada por la Comunidad, el confinamiento sería incluso peor que el de la primera ola. El problema reside en que a la hora de decidir la delimitación de las zonas “no les ha importado nada”. Por la ubicación de su piso, cerca de la gran finca de Vista Alegre, su radio de acción permitido se ha reducido a cuatro calles paralelas. “Estamos atrapados en un espacio minúsculo donde no hay ningún espacio al aire libre, ningún área donde pasear. Si cumpliéramos esta medida, sería diez veces más dura de lo que fue el confinamiento, donde al menos tenías un espacio de un kilómetro a la redonda donde podías acceder a casi todas las necesidades, ahora no puedo acceder a tiendas básicas. Si quisiera ir a dar un paseo con mi hijo, no podría más que andar por aceras de 50 cm sorteando coches, porque no hay un espacio más abierto, ya no digo un parque”.

“Estamos atrapados en un espacio minúsculo donde no hay ningún espacio al aire libre, ningún área donde pasear. Si cumpliéramos esta medida, sería diez veces más dura de lo que fue el confinamiento", dice una vecina de Carabanchel, confinada por la delimitación de las áreas entre cuatro calles paralelas

Javier Cuenca vive en el barrio confinado de Villaverde Alto y trabaja en el distrito de Usera, dos zonas en el “filo de la navaja”, dice a El Salto. Como vicepresidente de la Federación Regional de Asociación de Vecinos de Madrid (FRAVM) se ha pasado el día hablando con personas de todos los barrios afectados y resume de esta forma la situación: “Es de locos”.

“Es de locos” que los trenes de la línea C5 —que atraviesa buena parte de las zonas confinadas— esté abarrotado porque no han aumentado la frecuencia, mientras la Comunidad prohibe reuniones de más de seis personas. “Es de locos” que nadie “sepa en realidad qué significa estar en una zona delimitada”. “Es de locos” que hayan cerrado los parques condenando a las familias con niños pequeños a quedarse encerrados en casas, precisamente en los barrios de Madrid donde las viviendas son más pequeñas. “Es de locos” que se cierren los parques cuando las casas de apuestas o los bares se mantienen abiertos. “Es de locos”, sobre todo, porque esta medida “no soluciona la pandemia”, dice. Si quisieran hacerlo, continúa, podrían empezar por contratar más médicos, subir la frecuencia del transporte público, contratar más profesores o habilitar espacios para colegios en edificios municipales.

Con este confinamiento selectivo, alega Javier Cuenca, el Gobierno regional solo está consiguiendo “estigmatizar” estas zonas de Madrid, acusadas por su presidenta de tener “un modo de vida” que facilita la propagación de la enfermedad. “La gente tiene la mala costumbre de ir a trabajar, de socializar, de vivir”, dice este activista vecinal.

Con este confinamiento selectivo, alegan desde la FRAVM, el Gobierno regional solo está consiguiendo “estigmatizar” estas zonas de Madrid, acusadas por su presidenta de tener “un modo de vida” que facilita la propagación de la enfermedad. “La gente tiene la mala costumbre de ir a trabajar, de socializar, de vivir”

Ante el comportamiento “errático, temerario, insensible” del Gobierno de Díaz Ayuso desde el inicio de la pandemia, CC OO, UGT, FRAVM, IU, Más Madrid, Podemos, PSOE-M han llamado a la movilización el 27 de septiembre. Para los convocantes, la segregación por zonas que comenzó este lunes es la consecuencia de siete meses de “desastre” y “caos” en la gestión de la pandemia. “Las vecindades de las 37 zonas restringidas se sienten señaladas, estigmatizadas, acusadas falsamente de irresponsabilidad en sus relaciones sociales y familiares, por lo que muestran su rechazo y reclaman un trato justo y no discriminatorio. Unas medidas restrictivas que, para las organizaciones firmantes, son plenamente rechazables por inútiles y por su claro tinte segregador”, defienden en un manifiesto.

Desde Vallecas, M.M. resume para El Salto lo que fueron estas primeras horas de nueva nueva normalidad: “Ha sido un día muy raro, porque todo estaba muy tranquilo. Salí de casa con 800 pases, un pase para dejar a mis peques en el cole, otro para ir a trabajar, otro más porque tenía cita con el médico. Raro porque no me he encontrado ningún control, con los parques abiertos... Creo que todos estamos expectantes a ver que pasa mañana”.

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#70556
22/9/2020 20:46

El neoliberalismo económico y el fascismo ideológico traen estas cosas. Hay un Madrid rompeolas del fascismo, y el PXXE blanqueándolo.

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#70506
22/9/2020 11:31

Tranquilas que el confinamiento ya esta avalado por Simon, todos a casa sin rechistar, se termino la pataleta partidista

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#70497
22/9/2020 10:32

entre el gobierno más progre de la historia y la ida de ayuso vamos listos: p$o€ y pp la misma mierda es!

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