Migración
Los ‘Gabellotis’ de almas

A falta de rutas migratorias seguras y de procedimientos legales que permitan solicitar visados humanitarios en el país de origen, contratar facilitadores migratorios ilegales continúa siendo la forma más sólida de enfrentar el laberinto de peligros y abusos que existen durante el viaje.
puerto patras
Cientos de personas intentan cada día llegar a Italia camuflándose en los ferries que salen desde el Puerto de Patras. Foto: Sergio Gallego
23 feb 2021 07:42

—Ya, pero… ¿le mastate o no?

—Qué voy a matar… —contesta Mahdi, que no se esperaba la pregunta tras casi una hora narrando en detalle cómo fue su juicio en Afganistán. Va a cumplir veinticuatro años, pero su cara de niño bueno le hacía pasar por menor de edad durante las distribuciones de comida en el campo de refugiados de Lesbos (Grecia). Sus brazos, alicatados con tatuajes de marino mercante ex-convicto, le delatan. Mahdi tiene más mundo que Marco Polo. —Desde fuera se percibe la guerra de Afganistán como un partido de tenis: a un lado están los talibanes, que son los malos; y al otro están los buenos, los demócratas que se afeitan —explica, intercalando tiros al cigarrillo con sorbos a una lata de Hell, una bebida energética con más azúcar que vergüenza. —En realidad, los talibanes lo permean todo; están dentro de la sociedad y del Gobierno, así que no hay mucha escapatoria. Puedes estar con ellos o contra ellos, pero eso no lo decides tú, sino tu apellido; y el mío no les gusta —sentencia, asumiendo que no volverá a Afganistán hasta que se sienta seguro.

mahdi azotea
Mahdi en la azotea del Hotel Maghreb United, una fábrica abandonada en el Puerto de Patras, que desde 2019 da cobijo a personas en tránsito. Ricardo Fernández

Mahdi, nacido, criado y jugado en las calles de Hazarajat, nunca fue un cualquiera: su abuelo se había pasado media vida luchando contra los muyahidines, y eso, aparte de quedar muy revolucionario en el currículum, le había generado un estigma hereditario difícil de camuflar. Los talibanes, integrados en el tribunal militar de su región, le denegaron el acceso a la Academia Militar, y tres meses después, le acusaron de matar a un vecino. —Si es que yo ni le conocía. Le habría visto dos o tres veces como mucho, y ni siquiera estaba en el pueblo el día que le asesinaron…, pero dos testigos dijeron que fui yo. Uno era el primo del chico que murió. Un pastún que odiaba a mi familia. Días después, el otro testigo confesó que él nunca estuvo en la escena del crimen— Mahdi lo cuenta pausado, resoplando para quitarse el flequillo de los ojos, y como si hablara de lo que ha desayunado esta mañana. —Los talibanes me lo pusieron claro: o te unes a la causa o despídete de tu familia. Me sentenciaron a cinco años de cárcel y me prohibieron estudiar en la academia militar para siempre. Esa misma noche me subí a un camión con destino a Irán.

Del camión al tren, del tren a la caminata, del andar al correr, y del correr al esprintar para evitar las redadas de la policía turca en la costa de Izmir, donde Mahdi se montó una Start-Up de facilitación de procesos migratorios, conectando grupos de viajeros con transportistas, y guiándoles a través del bosque y los acantilados durante la noche. —Me sabía bien el camino hasta la playa, y no tenía dinero para continuar mi viaje, así que empecé a verlo como un trabajito de temporada. Era 2016, en Izmir había más gente de Siria que en la propia Siria, y mi teléfono no dejaba de sonar: la gente me llamaba para ver qué ofrecía y cuánto costaba, y por 300 dólares yo les aseguraba espacio en la lancha para toda la familia. Claro que, luego en la televisión dicen que eso es cosa de mafias y de traficantes, pero yo nunca exigí nada a nadie. No necesitaba extorsionar a nadie, eran las familias quienes me buscaban porque no veían una forma de huir más segura, y mira que era peligroso. Aún no sé si era muy bueno o muy barato, pero ahorré mucho, lo suficiente para que mi socio me vendiese a la policía y huyese con todo el dinero. Seis meses en una cárcel de Estambul acusado de tráfico de personas.

Los mismos que bloquean la entrada de personas escapando de la guerra y la pobreza, son los que luego te llaman mafia… No sé, las mafias me parecen algo peligroso, y aquí lo único peligroso es que te pillen mientras tratas de emigrar hacia Europa

Mahdi esboza una sonrisa irónica al escuchar la palabra mafia, proveniente del árabe mahya, que es jactancia o chulería, y a uno le da la risa pensando en Mahdi fumándose un puro, con traje de raya diplomática y una recortada escondida en el estuche de un violín. —¿Qué es eso de mafia?, ¿lo sabes tú? —pregunta él, con la mirada perdida en el solazo que cae por las bambalinas del Mar Egeo.—Nunca he sabido si lo malo es el tipo de servicio o que no se paguen impuestos por comercializarlo, pero los mismos que te venden cigarros y whisky, y que bloquean la entrada de personas escapando de la guerra y la pobreza, son los que luego te llaman mafia… No sé, las mafias me parecen algo peligroso, y aquí lo único peligroso es que te pillen mientras tratas de emigrar hacia Europa —.

Desde 2016 hasta hoy se han documentado más de 16.000 casos de devoluciones violentas e ilegales desde países de la Unión Europa. Croacia se lleva la palma: su policía de fronteras, financiada por quienes pagan sus impuestos en Europa, desoye las peticiones de asilo mientras ahoga con cuerdas, abrasa con cuchillas y sodomiza con porras. Ni Sonny, el capo en Una Historia del Bronx, habría tenido la sangre fría de repeler personas como si no fueran personas. Mahdi pega el último trago a la lata de Hell y rechaza probar el calimocho: —Me la sopla que sea haram o no —dice, aludiendo al precepto islámico de no beber alcohol porque es pecado. —Eso de la religión jode más vidas de las que salva. Mira, en Afganistán el pecado es no ser buen musulmán, mientras en Europa el pecado es ser musulmán. Yo ya debo de tener un apartamento reservado en el infierno.

Mahdi piensa, siente y habla en hazara, una derivación del farsi persa, muy similar al dari, y lengua co-oficial en un Afganistán donde conviven más etnias, clanes y tribus de las que caben en este relato. Las gentes hazara resisten junto a otras minorías turcomanas, tajik o uzbekas la imposición de un régimen pastún-sunita-talibán, sin obviar que en muchos casos esa resistencia conlleve persecución, tortura y muerte. A Mahdi eso no le da igual, ni eso ni que el Artículo 1 de la Convención sobre el Estatuto del Refugiado estipule que una persona fuera de su país de nacimiento, con un miedo fundado de ser perseguida e incapaz de servirse de protección en su propio país, puede acogerse a dicho estatus de protección internacional.

Las gentes hazara resisten junto a otras minorías turcomanas, tajik o uzbekas la imposición de un régimen pastún-sunita-talibán, sin obviar que en muchos casos esa resistencia conlleve persecución, tortura y muerte

Mahdi salió absuelto de la cárcel turca, donde hizo callo y pesadillas; zarpó en bote hinchable hacia Lesbos, se tiró al agua para descubrir que ni su flotador flotaba ni él sabía nadar en el mar como en el río de su pueblo, e ingresó en el campo de Moria, hoy convertido en prisión de ceniza, donde solicitó protección internacional. Era verano y se presentó en camiseta de manga corta para la entrevista con la policía judicial. Le vieron los tatuajes de Popeye y le denegaron el estatuto de refugiado. Apeló, pero para entonces ya no tenía ni pasaporte ni la carta con amenazas de los talibanes, ni tampoco esperanzas de convencer a nadie que no quisiera escucharle. Dos años después le volaron hasta Atenas y le dijeron que esperara hasta que denegasen su recurso para después pedir amparo de última instancia. Esperó un año. Nadie llamó a nadie. Se hizo novio de una chica afgana y a falta de refugio se acariciaron el corazón. Luego llegó hasta Patras, y aquí consiguió el contacto de un grupo que facilitaba el salto en ferris hacia Italia.

—Así es la vida, chico. Antes era yo el mafioso, y ahora soy el mafiado —bromea Mahdi, que en el reparto mundial de honestidad se la quedó toda para sus ojos.

Es bajito, poca cosa, pero todo fibra; el Bruce-Lee afgano, le digo, el Mahdi de Hong-Kong, dice él. Su familia ha puesto 900 euros en la consigna de una tienda de electrónica en Kabul y allí se quedará el dinero hasta que Mahdi llegue al puerto de Bari. Una vez allí, su familia le dará a los smugglers —contrabandistas, en su peculiar traducción al castellano— un código para que puedan recaudar el dinero, tal y como hacían en Sicilia los llamados gabellotti que en el siglo XIX recolectaban impuestos y administraban las propiedades de la nobleza a cambio de un porcentaje de las cosechas obtenidas. Los gabellotti usaban su poder para extorsionar a los campesinos y especular con el abasto de alimentos en las ciudades, tanto que hoy son considerados el antecedente directo de la mafia y su manera de hacer negocios.

Eran otros tiempos, claro, había mucha miseria y el estado era considerado un enemigo del pueblo, así que los gabellotti resultaban eficaces para mediar y controlar la ira de la muchedumbre. Nada que ver con ahora, donde ya no hay miseria de la que huir, donde los traficantes surgen por vicio, y donde ya no hay pobres a los que frenar.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Fronteras
Fronteras Cientos de personas refugiadas, incluidas menores, duermen al raso en la isla griega de Rodas
Organizaciones humanitarias denuncian que unas 350 personas refugiadas, algunas de ellas procedentes de Líbano, están durmiendo a la intemperie sin comida, sin agua, sin baños y sufriendo la violencia de las fuerzas de seguridad en Rodas.
Fronteras
Fronteras Atrapados en Albania
La apertura de los centros de detención italianos en Albania ha puesto el foco en la pequeña ciudad costera de Shengjin, donde estas cárceles para migrantes encerrarán a cientos de personas mientras sus peticiones de asilo se procesan.
Sáhara Occidental
Sahara Occidental Interior deporta a la mitad de los saharauis retenidos en Barajas y prevé expulsar al resto en próximos días
Después de más de un mes esperando en situación extrema la resolución de su solicitud de asilo, 16 saharauis han sido deportados a última hora del pasado jueves y devueltos a Marruecos. Dos de ellos están detenidos.
#86791
8/4/2021 14:54

Un placer leerte siempre, Ricado, un alma grande tienes

0
0
#83778
27/2/2021 11:30

Gran sensibilidad para hacernos comprender un tema tan complejo.

0
0
#83686
26/2/2021 9:53

Un gustazo de artículo, gracias.

0
0
Genocidio
Genocidio El TPI emite la orden de detención contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra
La Sala de Cuestiones Preliminares del TPI rechaza las impugnaciones de competencia formuladas por el Estado de Israel y emite órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.
COP29
Cumbre del clima La COP29 encara su última jornada con un final agónico sin acuerdo en los temas clave
Los borradores de los textos de negociación sobre la mesa quedan muy lejos de un acuerdo sobre financiación climática en línea con las necesidades para que el planeta no rebase los 1,5ºC de calentamiento medio.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Opinión
Opinión Non sempre ter moitas luces é sinónimo de intelixencia
Que impacto ecolóxico e social produce a iluminación do Nadal de Vigo? A cidade sofre máis aló da masificación, o caos de tráfico, as molestias á veciñanza, o malgasto ou os recortes en orzamentos de emerxencia social.
Más noticias
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.

Recomendadas

Galego
Dereitos lingüísticos Miles de persoas desbordan a praza da Quintana para mudar o rumbo da lingua galega
A Plataforma Queremos Galego, que convocou esta mobilización, sinala unha nova data para outro acto protesta: o vindeiro 23 de febreiro na praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.