We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Ayer volvió a golpear nuestra conciencia la tremenda realidad que se vive a las puertas de Europa: los “guardacostas” libios habían dejado morir a una mujer y un bebé en alta mar. Otras dos personas añadidas al incontable número de víctimas que deberían pesar sobre la conciencia del burdo racista de Salvini, pero también sobre el resto de dirigentes europeos, responsables desentendidos de estas practicas criminales, artífices de un racismo que por histórico es también sofisticado.
La ONG Proactiva Openarms lo documentó ampliamente: fotos y vídeos del cadáver desnudo de un niño negro y el de la mujer que flotaba a su lado. El ‘sentido común’ debía invitar a “despertar”, “agitarse” y “reaccionar” para hacer frente ante tanta “deshumanidad”, o eso rezaba toda la indignación tuiteada que viralizó las imágenes a diestro y siniestro. Pero, ¿qué pasaría si dijésemos que esas imágenes no eran necesarias, que violan la integridad de las personas fallecidas?, ¿si planteáramos que resulta perverso necesitar ‘carnaza audiovisual’ para concienciarse y si denunciáramos que estas prácticas perpetúan el mismo sistema racista que asesinó a esas víctimas?
Cuando una persona se monta en una patera no suele imaginarse que, en pos de “sensibilizar”, su primer contacto con Europa tendrá que ver más con el show business que con la garantía de sus derechos. Difícil debe resultar creer para cualquiera que tu foto ahogándote y pidiendo auxilio habrá sido tuiteada incluso antes de que hayas puesto pie firme en el barco de rescate y tu vida se encuentre a salvo. La imagen es a veces más importante, ya que alimenta a quienes hacen un espectáculo heroico —y rentable— de la defensa de un derecho fundamental como la vida.
Nuestra imagen y el derecho sobre ella, algo tan protegido para los residentes de la Europa de la individualidad, la privacidad y la intimidad, pero tan poco respetado para los 'otros' que llegan en patera. Supervivientes de tragedia, menores de edad, víctimas de trata… personas que quedan sobreexpuestas sin poder reclamar derechos ante el ‘salvador’ que los enfoca violentamente. Todo da un giro aún más macabro cuando resultan personas fallecidas, cuerpos flotantes desposeídos de toda humanidad filmados desde múltiples ángulos y cuyas imágenes son distribuidas en masa para continuar ese ejercicio de “sensibilización”. Y es que en su momento nadie necesitó vídeos de las víctimas del 11M desangrándose para comprobar que la muerte y el dolor habían explosionado en nuestro país, como hoy nadie debería pedir fotografías de niños ahogados para asegurarse de lo asesinas que son las políticas europeas en el Mediterráneo. Pero se hace, se reclaman esas imágenes porque, en un ejercicio de perversión egoísta, hay quienes instrumentalizan el cuerpo del 'otro' pretendiendo curarse su racismo endémico. Doblemente racista.
Frente a ello, claro que existe alternativa. Cuando realmente se desea pelear contra ese sistema que mata y deshumaniza, existen buenas prácticas que debemos de hacer efectivas. La integridad física y moral de los supervivientes será protegida si se respeta escrupulosamente todo lo que les atraviesa, su condición de víctimas de tragedia y su voluntad última. La memoria de los muertos será dignificada si abandonamos el amarillismo y pasamos a la acción atendiendo desde lo local a las demandas de sus familias y comunidades. Colaborando y creando red para poner nombres a los cadáveres, conseguir entierros dignos y homenajear el recuerdo de las víctimas. Estos son solo algunos de los primeros pasos para comenzar a transformar el inmenso dolor en un poco de justicia.
Porque no se necesitan héroes vanidosos que través de una pantalla nos demuestren lo excepcionales que son los ‘buenos actos’ en un mundo en ruinas. De nuestra Frontera Sur al Mediterráneo central, la transformación radical de estas realidades pasa por socializar responsabilidades, revisarse, deconstruir certezas y tomar partido. Claro está si lo que pretendemos es romper con este presente desolador y recordarlo como otro episodio de nuestra oscura Historia. Aquellos tiempos en los que, independientemente de los fines, consumíamos la muerte como espectáculo.
Relacionadas
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
Migración
Opinión pública La inmigración se desploma como “problema” en la encuesta del CIS
Crisis climática
Crisis climática Las migraciones climáticas: el éxodo invisible de las mujeres en Centroamérica
Estas imágenes igual de necesarias que los barcos de rescate. Bastante ciegos estamos ya como para no mostrar la realidad y señalar culpables.
Totalmente de acuerdo con vosotros...La muerte " de los nadie" es un espectáculo más en el negocio de la compasión.
En este caso vuestras palabras van dirigidas a un barco de rescate muy concreto que sin embargo, no deja de salvar vidas en el Mediterráneo.
Esa misma exhibición la hacen a diario las multinacionales de los medios de comunicación como carnaza morbosa en sus telediarios desinformativos.
Ellos son los grandes exhibidores de las tragedias ajenas, no de las propias. Imágenes que se consumen sin denunciar nada....
Buen artículo. Es imprescindible insistir sobre el delicado tratamiento de las imágenes que se han generado sobre rescates y ahogamientos. La alta circulación de imágenes de muerte, desesperación, pobreza y calamidades de personas negras, solo suma indiferencia y afina los mecanismos del sistema mercantil (legal, humanista, socorrista o ilegal) que pervive alrededor d ela tragedia. La indiferencia aumenta aceleradamente al ritmo de la producción de imágenes de muerte. Esa estrategia no sensibiliza, al contrario.
Debate eterno amigos. Si no hay imágenes no existe. Eso es de 1o de Periodismo, “carrera” con bastantes déficits en esta monarquía ibérica de titulitis y poco oficio. Necesitamos más imágenes como esas, y más socorristas como los de Open Arms. Y menos periodistas demagogos que escriben desde el sofá con rábia y huelen a envídia. Dime a cuantas personas has salvado y te diré de qué careces. De legitimidad.
Cuéntanos, azote de demagogos, como percibiste el olor a envidia del periodista. ¿Trabajas en la redacción?
Los tricorniers comunards sois un cáncer.
Este artículo rezuma rabia hacia Open Arms, desprende superioridad moral, juzga, no dimensiona lo grave de la situación y no ofrece una reflexión profunda sobre lo patéticos que somos los europeos.
Este comentario rezuma rabia hacia El Salto, desprende superioridad moral, juzga, no dimensiona lo grave de la situación y no ofrece una reflexión profunda sobre lo patéticos que somos los europeos.
Un aplauso a tan digno y clarificante artículo libre de #inmigracionalismo que nos llama a la reflexión. Enhorabuena!!!
Interesante la reflexión que planteas, lo que no entiendo es porqué hay una foto de las víctimas de las que hablas en el artículo, no es precisamente eso que denuncias? Respecto al asunto en cuestión, la imagen no revela la identidad de la víctima, aunque estaría bien quizás pixelarla por parte de Proactiva.
Zasca y zasca! Parece más una excusa para criticar a los socorristas que un verdadero debate sobre la indudable fuerza de unas imágenes.
¿Exactamente, por qué son más denigrantes, mercantiles y espectaculares las imágenes que las palabras? Frente a las imágenes las emociones las pone cada cual. Con las palabras se puede insinuar que quienes rescatan están en realidad intentado hacerse los héroes dando el espectáculo. Me parece una muy mala extrapolación de las teorías iconoclastas de Adorno o un buen ejemplo de su error. Quién denigra no puede ser quien documenta, sino quien asesinó. ¿Cuál es el negocio de Open Arms? Con la pluma bañada en el oro academicista también se pueden dar patinazos como el que acabo de leer...