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Colombia
El líder social afrocolombiano y músico Jota Ramos posible víctima de un falso positivo judicial
“Conocí a Jota de forma abrupta en el 2018 mientras vivía en Colombia, estábamos viendo la manera de que él y su banda viniesen a España a hacer una gira de conciertos y de repente un día nos llamaron para decirnos que le estaban sacando en un coche blindado al aeropuerto rumbo a Jamaica, y qué si le podíamos acoger en España. Aquel, aunque triste por las circunstancias, fue el comienzo de una larga relación que nos ha convertido prácticamente en familia”. Pablo Simón, representante del Colectivo Memoria Viva de los Pueblos nos cuenta como conoció a Jota Ramos en el que fue su segundo exilio por razones de seguridad.
Jota Ramos comenzó su andadura como líder social en su Villa Rica natal, pueblo del norte del Cauca, Colombia, donde junto a otros compañeros inició una lucha por el derecho al agua, del que el municipio se vio privado por los intereses de los poderosos ingenios azucareros. Esta lucha supuso la muerte de varios compañeros y atentados y torturas contra su propia persona, razón por la cual, en 2010 se exilió durante varios meses en Reino Unido. Diez años después, como relataba Pablo Simón, le tocó volver a salir del país cuando se libró de un atentado contra su persona; en esta ocasión fue a España, donde pasó inicialmente seis meses y luego un año en León gracias al programa “Somos defensores” de Amnistía España. Él y su banda Haga Que Pase (HQP) fueron los ganadores del célebre Premio de Música Joven Fairplay Anticorrupción a través de Transparencia Internacional en octubre de 2018 en Dinamarca.
Tras exiliarse dos veces y volver, en las los últimos años Jota Ramos se vio obligado a rebajar su perfil tras ser tiroteado su coche o el parque donde su hijo jugaba, lo que le ha obligado a mantenerse en constante movimiento por motivos de seguridad
Tras este año y medio de exilio Jota y su familia decidieron volver a Colombia e iniciar diferentes proyectos sociales relacionados con la infancia y con la agroecología con la Fundación Haga que Pase, tanto en la ciudad de Cali como en la región de Dagua (Valle del Cauca). Estos últimos años no han estado exentos de turbulencias ya que en varias ocasiones Jota Ramos se vio obligado a rebajar su perfil tras ser tiroteado su coche o el parque donde su hijo jugaba, lo que le ha obligado a mantenerse en constante movimiento por motivos de seguridad.
Es en el transcurso de sus actividades cuando se dio su detención, momento en el que se encontraba viajando desde Cali a la finca de Dagua, donde se lleva a cabo el proyecto de agroecología y recuperación de tierras. Durante una parada que realizaron Jota Ramos y sus dos acompañantes para cenar antes de llegar hasta la finca dejaron su camioneta, una pick-up con la carga a la vista, aparcada fuera de su campo visual. Según el testimonio de Jota Ramos recogido por la defensa, del Colectivo Justicia Racial, cuando volvieron hacia la camioneta “una persona con apariencia de habitante de la calle se les acercó a pedirles dinero, quien fue visto por Jota Ramos durante un largo período de tiempo en el lugar. La Policía llegó justo donde estaban ellos estacionados…”.
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Según relatan, la policía tras requisarles se fue directamente a la parte posterior de la camioneta, hacia una caja de poliespán. Esta caja, según las declaraciones de Jota Ramos, había sido llenada con pollo que estaban llevando a las vecinas de la finca de Dagua, y que ellos mismos habían cerrado y atado fuertemente con una cuerda para que no se abriese durante el trayecto. Como nos informan desde la defensa “el uniformado expresó “positivo jefe”; no registraron otra parte del vehículo. La caja se encontraba amarrada con una cuerda, sin embrago, cuando los Policías se acercan a ella, esta se encontraba sin la cuerda que la amarraba, Jhon Ramos y sus dos acompañantes sellaron la caja y ninguno se acercó a la caja o al vehículo antes de que llegara la policía”. Esto hace sospechar, tanto a los abogados defensores, como a Jota Ramos, así como a las organizaciones sociales, que los paquetes de marihuana que la policía encontró, motivo por el que se acusa a Jota Ramos de pertenecer a un grupo ilegal de tráfico de estupefacientes, fueron colocados allí para incriminarle.
Otros indicios que hacen sospechar de un falso positivo judicial, según nos relatan desde la defensa, es que los agentes de policía hicieron exigencias económicas de seis millones de pesos (unos 1.300 €), que sospechan podría ser para tipificar un soborno u obtener un beneficio económico, “En todo caso, es un acto de corrupción y se hará la denuncia correspondiente”.
Las primeras horas y días tras la detención de Jota Ramos fueron de máxima tensión, como nos relata tanto Jota como Pablo Simón, quien se encontraba en el país y acompañó las acciones de esos primeros días. Según Jota Ramos se vio vulnerado su derecho a comunicarse con un abogado, comunicarse con su familia, tener la información necesaria antes de la primera audiencia o tener la ocasión de dar su versión de los hechos.
“Jota se encontraba en una celda minúscula en el calabozo de la comisaría de Dagua donde incluso para acceder al baño tenía que pagar, no le permitieron hablar con el abogado que había contratado la familia si no hasta el mismo momento de la audiencia”
Tal como Pablo Simón nos relata “Jota se encontraba en una celda minúscula en el calabozo de la comisaría de Dagua donde incluso para acceder al baño tenía que pagar, no le permitieron hablar con el abogado que había contratado la familia si no hasta el mismo momento de la audiencia de acusación, nos pidieron dinero absolutamente para todo, incluso para trasladarle a su domicilio cuando la jueza ya había dictaminado la prisión preventiva en el domicilio; y todo ello sin poder comunicarnos con Jota, sin saber cómo estaba; fueron días de angustia para todas, especialmente para su compañera, quien pudo verle apenas cinco minutos durante los 8 días que permaneció encarcelado entre la comisaría de Dagua y la prisión de Cali”.
Hoy Jota Ramos se encuentra aún en su domicilio, en prisión preventiva, a la espera de las siguientes audiencias de un juicio en el que podría ser condenado hasta a 12 años de prisión. Como él mismo nos cuenta toda esta situación ha afectado al prestigio de su persona, pero también de la banda y la fundación Haga que Pase y los proyectos sociales que llevan a cabo, muchos de los cuales se han visto paralizados a causa de su detención.
Desde las organizaciones sociales que están acompañando el proceso “rechazamos por completo este montaje judicial racista, pues conocemos la trayectoria de Jota Ramos como artista y líder social y confiamos en su plena inocencia” como expresan en el comunicado que emitieron el pasado 20 de junio con motivo de una de las audiencias del proceso judicial.