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Infancia
Cuando dos partes de lesiones no son suficientes para demostrar el maltrato de un padre
Cristina (nombre ficticio) tiene 14 años y vive en Hellín (Albacete). Sus padres están separados desde 2013. En 2014, la niña expresó que su padre, policía local, no se comportaba bien con ella y comenzó a negarse a ir con él cuando así le tocaba. De esta forma lo cuenta a El Salto Mila, su madre, quien, por aquel entonces tenía la custodia de Cristina y de su hermana.
“En las entregas, la niña a veces llegaba incluso a vomitar porque no se quería ir con él y su hermana pequeña lloraba. Era muy pequeña y se tenía que cumplir el régimen de visitas”, explica Mila quien asegura que Cristina llegó incluso a escapar del colegio una vez que tenía que marcharse con el padre. En otra ocasión, cuenta Mila, se fue llorando a su tutora a decirle que no quería irse con él. El padre llegó a llamar a la Policía Nacional que se personó en el que era su colegio. En esta ocasión Mila se llevó a la niña y él la denunció en el Juzgado.
El tiempo iba pasando, mientras el padre de Cristina iba solicitando en los juzgados ampliar cada vez más la custodia sobre las niñas. Del régimen de visitas pasó a la custodia compartida. Y, de la custodia compartida pasó a conseguir la custodia en exclusiva el 31 de enero de 2022, alegando que Mila maltrataba psicológicamente a sus hijas para alejarlas de él.
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Esta madre cuenta que en el juzgado le aplicaron el Síndrome de Alienación Parental (SAP), una cuestionada figura, que la nueva ley de infancia ha prohibido utilizar, sin respaldo de la comunidad científica y desaconsejada por el propio Consejo General del Poder Judicial. La acusaron de instrumentalizar a sus hijas en contra de su padre. En la sentencia, a la que ha tenido acceso El Salto, el Juzgado número 1 de Hellín habla de “enconamiento u hostilidad de la madre hacia la figura paterna que ha provocado una situación de alienación parental en las menores”.
“El día 16 se produce la primera agresión, en el instituto. La niña le dice que no se quiere ir con él y a empujones la mete en el coche. Ahí empieza a gritarle. Todo esto en presencia de mi otra niña”
Y así es como se llega a la primera agresión denunciada por Cristina, que tuvo lugar el 16 de febrero. “El 14 de febrero la niña se escapa del domicilio paterno tras una gran discusión. La dejó en casa sola, encerrada sin llave y sin móvil, aun encontrándose en estado de ansiedad tras lo vivido. Se dio cuenta que por el garaje podía salir y se escapó. El 14 de febrero apareció en mi casa. El día 16 se produce la primera agresión en el instituto; él va a recogerla 20 minutos antes de que acaben las clases. La niña le dice que no se quiere ir con él y a empujones la mete en el coche. Ahí empieza a gritarle. Todo esto en presencia de mi otra niña”, explica Mila, quien asegura que hay testigos de lo ocurrido.
En el parte de lesiones de ese día, al que ha tenido acceso El Salto, se refleja el estado de ansiedad de la menor además de un eritema circular, llanto y dificultad para expresarse. La médica decidió poner en conocimiento de los hechos al juez de guardia, el mismo que ha archivado las denuncias. “Se avisa telefónicamente al juez de guardia. En historia clínica electrónica constan otros partes al juzgado por el mismo motivo”, se lee en el informe, ya que la niña había tenido que ir en varias ocasiones a urgencias tras altercados con su padre que reflejaban en dicho historial otros episodios de ansiedad, según explica su madre.
Días después, el 25 de marzo, Mila, en representación de su hija, amplía la denuncia con otra agresión. “La niña se quedó en mi casa, hasta que el juez me ordena que tengo que llevarla con su padre para que no se me acuse por sustracción de menores y desobediencia. Yo cumplo, con todo el dolor de mi alma, llevo a mi hija, la dejo allí en la puerta. Estuve toda la noche en vilo. A la mañana siguiente su padre la dejó en la puerta del instituto y la niña volvió para mi casa y me cuenta la segunda agresión. La agarró como si fuera un detenido porque no quería entrar en casa mientras la pellizcaba en un brazo y la metía a empujones para, una vez dentro, gritarle como un loco”, explica Mila.
El segundo parte de lesiones refleja de nuevo estado de ansiedad y lesiones en un brazo y una mano. Este parte, firmado por otra médica, es de nuevo enviado al juzgado de guardia. “Agresión física y verbal en el domicilio del padre”, se constata en el informe.
Finalmente, el Juzgado número 3 de Hellín ha sobreseído la causa un año después. “Había parte de lesiones, hematomas, crisis de ansiedad y testigos. Había poco que investigar, pero deciden archivarlo”, se queja Mila mientras detalla que pidieron la declaración de uno de los jefes de estudio del instituto de la menor como testigo de los hechos, que confirmó en sede judicial haber oído los gritos del padre desde su despacho, y la de una madre que había visto al padre gritando a la niña en el interior del coche mientras ésta lloraba, diligencia que no se llevó a cabo.
“El juez considera que la actuación está dentro de los márgenes del derecho a reprobar conductas a los hijos, pero en el momento que hay lesiones se sobrepasa la línea roja del derecho de reprobación”
En el auto, el juez señala que Cristina mantiene una actitud de rechazo a convivir con su padre “carente de justificación objetiva”. “En el marco de dicha situación se producen los dos incidentes denunciados, con una dinámica y motivación idéntica”, añade el escrito. “En ambos hechos el padre y la menor discuten acaloradamente por la negativa de ésta a acompañar a su padre. En ese contexto, es posible que el padre forcejeara con la hija causándole las mínimas lesiones que se recogen en los dos partes médicos obrantes en autos. Pero no se aprecia ningún indicio que permita afirmar que tales actuaciones constituyan una agresión dolosa hacia la menor, sino, a lo sumo, un mínimo exceso en el ejercicio de las funciones paternas, sin relevancia penal”, sentencia.
El padre, en una Ejecución de Sentencia interpuesta en el Juzgado tras los hechos, asegura que no hubo discusión entre él y su hija en el instituto, pero el juez, en su auto, contradiciendo la versión del investigado, dice que sí la hubo.
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Por tanto, y según explica el abogado de Mila a El Salto, el juez reconoce la agresión pero la sitúa en un “mínimo” exceso en el ejercicio de las funciones paternas. “El juez considera que la actuación está dentro de los márgenes del derecho a reprobar conductas a los hijos, pero en el momento que hay lesiones se sobrepasa la línea roja del derecho de reprobación. Hay doctrina al respecto”, expresa el letrado, quien ha presentado un recurso en ese sentido e indica que las denuncias no deberían archivarse porque hay partes de lesiones.
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La nueva Ley de protección a la infancia establece nuevos mecanismos de protección para los menores ante situaciones de violencia y maltrato. Así, fija que los progenitores que están siendo investigados por violencia doméstica o de género, o cuando el juez detecte algún indicio de ello, pueden perder la guardia y custodia de sus hijos e hijas. El abogado de Mila confirma que se intentó utilizar este nuevo articulado pero no funcionó.
“Lo hemos intentado pero no ha prosperado. A raíz de estas denuncias se pidió como medida cautelar que se suspendiera la custodia. Pero no prosperó, consideran que no existe riesgo para la menor”, sentencia.
“Nadie escucha a las niñas. Ni son escuchadas, ni son creídas, ni se mira por el bienestar de las menores, en este caso mis hijas”
“Nadie escucha a las niñas”, se queja Mila, quien explica que Cristina continúa en su casa desde que se escapó y no quiere regresar con su padre. “Ni son escuchadas, ni son creídas, ni se mira por el bienestar de las menores, en este caso mis hijas. Desde la primera modificación de medidas, mis hijas han sido exploradas y han pasado por el equipo psicosocial. Las dos dicen que quieren estar conmigo. Pero no valió. Nadie escucha a las niñas”, repite Mila, quien asegura que seguirá protegiendo a sus hijas, aunque cada vez se lo pongan más difícil.
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Y la versión del padre?
Se da por bueno lo que dice la madre y se descarta que el juez sepa hacer su trabajo. Si fuera al revés? Conozco casos de alienación parental y es muy doloroso para el padre. Pero como es hombre, es culpable, incluso cuando un juez ve lo contrario. Contar la versión de una de las partes no debería llamarse periodismo.
Mientras no se depure la judicatura de machistas y retrógrados ésto seguirá así.