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Colonialismo
Una historia colonial detrás del lanzamiento del telescopio espacial Webb
Es profesor asistente de estudios africanos en el Vassar College.
El reciente lanzamiento del Telescopio Espacial James Webb, el más potente de la historia, ha sido uno de los momentos más esperados del siglo tanto para la comunidad astrofísica como para quienes admiran el espacio exterior. De hecho, la prometida ampliación del campo visual del universo observable que el Webb representa es un avance tecnológico emocionante sobre todo para quienes anticipan que la realidad pronto superará la ciencia ficción. Sin embargo, la gran conmoción del logro científico oculta las luchas sociales y políticas en la Guayana Francesa, un olvidado departamento ultramarino francés en Latinoamérica donde se ha llevado a cabo el despegue.
A medida que el tiempo se iba acortando para el lanzamiento del Webb la fama de este telescopio se incrementaba. Cada paso del proceso —desde la finalización de su construcción, el peligroso transporte marítimo, la denominación controvertida, y hasta el largo historial de retrasos— se convirtieron en un evento mediático. Desde que el 25 de diciembre se llevó a cabo el despegue, el equipo de lanzamiento sigue cumpliendo una ardua labor al guiar el telescopio a su órbita y dirigir su despliegue motorizado.
La historia del Centro Espacial Guayanés, sin embargo, sigue sin conocerse. Y ello, a pesar de ser el puerto espacial más utilizado por la Agencia Espacial Europea. Antes de constituirse como base espacial ubicada en la comuna de Kourou, en la Guayana Francesa, el lugar funcionaba como una colonia penitenciaria.
Culturas
Guayana francesa: abandonar tu cultura para ir al colegio
Con tan solo diez años, los indígenas de la Guayana francesa son forzados a dejar sus aldeas y sus familias para continuar el colegio en la ciudad más cercana. Un choque cultural violento que desestructura los modos vida y propicia la extinción del tejido cultural y social de los pueblos originarios de la Amazonía francesa.
En los años sesenta, el desierto del Sahara de la Argelia colonizada fue usado como reserva para pruebas de cohetes y base de investigación de la Agencia Espacial Francesa. Con bastante respaldo multinacional, la agencia llego a desarrollar un exitoso programa: los cohetes Ariane, capaces de transportar miles de kilos de carga hacia una órbita geoestacionaria. Pero, a raíz de la descolonización de Argelia la agencia tuvo que reubicarse desde Hammagui, su base original donde se lanzó el primer satélite francés, y también el lugar donde se probaban misiles que servirían de defensa antiaérea.
La Guyana Francesa viene soportando décadas de negligencia colonial del gobierno francés, el cual hasta ha restringido su posbilidad de fortalecer vínculos con países latinoamericanos
Uno de los criterios fundamentales que la agencia consideró para los posibles puertos espaciales fue la estabilidad política del lugar. Entre los objetivos buscados primó que la base espacial estuviera disponible sin depender de los cambios de poderes políticos locales. La elección final de la Guyana Francesa estuvo acompañada por varias olas de inversión financiera que trajeron esperanza de desarrollo a la región. Sin embargo, de acuerdo a lo que observa Peter Redfield en su obra Space in the Tropics (2000), desde sus inicios el programa espacial francés estuvo más enfocado en el desarrollo de los satélites y los cohetes que del entorno ambiental-social de la base espacial.
La Guyana Francesa viene soportando décadas de negligencia colonial del gobierno francés, el cual hasta ha restringido su posibilidad de fortalecer vínculos con países latinoamericanos. Debido a esta política de aislamiento, cuya raíz se remonta al legado colonial del système de l'exclusif, la Francia metropolitana ha mantenido el estatus europeo de la Guyana Francesa dentro de Latinoamérica de manera artificial, y en consecuencia ha asegurado su dependencia territorial y económica.
Alrededor del planeta el crecimiento de las industrias aeroespaciales ha dado paso a serios cuestionamientos en su proceder
En 2017, como resultado de las enormes manifestaciones en la Guyana Francesa, coaliciones de numerosos sindicalistas, grupos de autodefensa, y colectivos activistas ocuparon el Centro Espacial Guayanés a lo largo de un mes.
El paro de tráfico de aeronaves ha sido una estrategia de poder local utilizada en varias instancias. Esta vez, la mayoría de los manifestantes demandaron al gobierno del presidente François Hollande la inversión de recursos económicos hacia la infraestructura que podría mejorar las vidas de los habitantes locales en lugar de concentrarse exclusivamente en el puerto espacial. Los manifestantes reclaman la necesidad de un sistema de salud, infraestructuras eléctricas, protecciones ambientales, incrementos de sueldos, así como modificaciones a la política migratoria, regulación de la minería ilegal, y disminución del crimen violento en la región.
Alrededor del planeta el crecimiento de las industrias aeroespaciales ha dado paso a serios cuestionamientos en su proceder. En los Estados Unidos, ambientalistas del Valle del Río Grande han llamado la atención hacia la contaminación del Valle como resultado de la explosión del cohete Starship, lanzado por la compañía SpaceX desde su base tejana. Por otro lado, en Brasil, comunidades quilombolas, ancestros de los cimarrones negros que se autoliberaron de la esclavitud, vienen luchando contra el desplazamiento de su pueblo debido a la expansión del Centro de Lanzamiento de Alcântara. En Hawái, los Kānaka Maoli encabezan una lucha de hace más de siete años en contra del establecimiento de los observatorios espaciales en el muy apreciado volcán ancestral de Mauna Kea.
Aunque la tecnología moderna, así como la privatización de tierras ancestralmente ocupadas por comunidades, en conflicto con la ecología y temáticas sociales no son nuevos fenómenos, alrededor del mundo estos se han intensificado y han alcanzado una atención crítica.
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Digo yo que para hablar de la Guayana Francesa no hacía falta enmierdar al James Webb.